Qué pueden hacer los padres si sus hijos quieren someterse a una cirugía estética
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Qué pueden hacer los padres si sus hijos quieren someterse a una cirugía estética

Cada vez son más los jóvenes que se plantean someterse a algún retoque.

Bella Hadid, que ha revelado que se arrepiente de la rinoplastia a la que se sometió con 14 años.Marc PiaseckiFilmMagic

La cirugía y los retoques estéticos son una realidad cada vez más habitual entre los más jóvenes. La pandemia ha traído como consecuencia un aumento de los problemas de autoestima, provocados entre otras cosas por haber pasado un mayor tiempo pegados a las pantallas y en redes sociales.

De hecho, ya se conoce como ‘dismorfia de Snapchat’ la tendencia de retocarse el rostro para salir bien en Instagram. Estos retoques han aumentado entre los más jóvenes y, al contrario de lo que podía suceder hace diez años, ya no están limitados para personas en su madurez. Someterse a una intervención o tratamiento en edades tempranas puede llevar al arrepentimiento, como le sucedió a la modelo Bella Hadid, que reveló que se había sometido a una rinoplastia a los catorce años.

Antes de los dieciséis años, los adolescentes necesitan el consentimiento de sus progenitores o tutores para hacerse algún tratamiento, por lo que la conversación con ellos es inevitable. Los expertos recomiendan ir más allá y no quedarse en permitir o no permitir que se sometan a algún retoque estético.

“Esos padres lo que tienen que preguntar a sus hijos es por qué quieren hacerse la intervención, por qué se ven feos. Hay que centrarse en lo de dentro. Más que una cuestión de estética, es una cuestión de mirada”, explica Sergio García Soriano, psicólogo experto en psicología clínica.

Raquel L. Rubio, psicóloga y nutricionista, habla de escuchar “desde la calma valorando los motivos que le llevan a manifestar este deseo y, en segundo lugar, si fuera necesario, recurrir a apoyo de un profesional de la psicología para evaluar el caso de manera individualizada”.

Esos padres lo que tienen que preguntar a sus hijos es por qué quieren hacerse la intervención, por qué se ven feos. Hay que centrarse en lo de dentro
Sergio García, psicólogo.

Además del problema que pueda haber detrás, querer someterse a un tratamiento estético a una edad tan joven trae otros problemas por el camino. “La cirugía estética nace para reparar, pero con 15 años todavía hace falta un desarrollo físico, con lo cual no tiene demasiado sentido”, defiende Soriano que destaca que en ese momento “quizás tampoco tienen un criterio formado”. Por eso ve imprescindible tener una conversación entre padres e hijos.

Para Rubio es difícil generalizar y aconsejar a los padres sobre qué hacer cuando sus hijos les platean preguntas de este tipo, porque “cada caso es único y especial”. “En general, antes de someternos a cualquier tipo de intervención de estas características, sería aconsejable valorar la idoneidad de la misma desde una perspectiva psico-física. Valorando la capacidad, los riesgos y beneficios de someternos a dicha intervención”, recomienda la psicóloga, aunque para ella “no debería ser la opción de referencia”.

“No podemos olvidar la importancia de la labor pedagógica y la psicoeducación. La aceptación corporal, es la asignatura pendiente en la educación de los jóvenes. No debemos obligarles y pretender que les guste todo de su cuerpo, debemos educar en que puedan tolerar la incomodidad que supone no alcanzar los cánones de belleza actuales”, insiste Rubio.

Cómo identificar complejos y frustraciones

Los deseos de someterse a un tratamiento de medicina o cirugía estética pueden ser consecuencia de un fuerte complejo o una frustración que hace la vida de las personas más difíciles. Para los padres, en ocasiones pueden pasar inadvertidos, pero pueden fijarse en algunos comportamientos para darse cuenta de si sus hijos están sufriendo.

“Los padres tienen que estar pendientes de frases permanentes sobre el físico, de comparativas en negativo con sus amigos o su entorno”, señala Sergio García. Para él, en ese momento hay que “encender la señal de alarma, para comprender y hablar”.

Para Rubio, hay que proporcionales “un espacio seguro de comunicación y escucha activa donde se validen sus sentimientos sin prejuzgarlos”, y también pide fijarse en cómo hablan de su cuerpo y “si existe alguna conducta de evitación”, como no ponerse ciertas prendas como un pantalón corto o no querer ir a la playa. También prestar atención a si se usan “trucos de belleza de manera obsesiva o si la inseguridad corporal comienza a salpicar su conducta alimentaria”. Ante todo, la psicóloga recomienda buscar asesoramiento especializado y ayuda profesional.

Sergio García también recuerda que “la imagen corporal no es algo estático, es algo dinámico, va cambiando”, y por eso hay que pensárselo dos veces antes de someterse a una intervención. “Tuve una paciente de 18 años que me dijo en una sesión: ‘Me puse pecho, pensé que me iba a sentir mejor y no era para tanto’. Ponen todas sus esperanzas en una operación, pero no es una cuestión estética, es de autoestima. Y a veces es una cuestión de gustar a otros, no a sí mismos”, reflexiona el psicólogo sobre este tipo de pensamientos en la adolescencia.

¿Una cuestión de moda?

“Hay una parte relacionada con que es una moda, lo ven en sus amigos, en la televisión, en sus influencers de referencia...”, relata García. Esto es especialmente notable con los tratamientos invasivos, que en ocasiones no son más que un pinchazo que dura unos minutos como en el caso de baby bótox o de los rellenos de ácido hialurónico. “Lo veo, me apetece, no sé muy bien lo que es, no hay que ir al quirófano, no tienes que dormirte, entonces... Están haciendo muy bien el marketing, porque es verdad que exige menos compromiso, pero no deja de ser una intervención”, advierte el psicólogo.

Un pinchazo puede enseñar al adolescente a asumir una imagen estereotipada de la belleza
Raquel L. Rubio, psicóloga y nutricionista.

Para Rubio, “no parece muy sensato” que un adolescente se someta a este tipo de retoques antiaging y tampoco lo ve como una solución. ”El pinchazo no enseña al adolescente a habitar su cuerpo, tampoco valida la frustración que pueda llegar a sentir a causa de su aspecto físico y no le enseña a tener una relación armoniosa con su cuerpo. Un pinchazo puede enseñar al adolescente a asumir una imagen estereotipada de la belleza” , sentencia la psicóloga sobre los rostros que vemos en redes.

Sergio García también advierte del riesgo de someterse a un tratamiento para acercarse al tipo de cara o de cuerpo que predomina actualmente. “El canon de belleza cambia y entonces, ¿qué hacemos? ¿Cambiamos cada vez que cambia el canon? Tampoco hay que desdeñar por completo la cirugía estética, pero no tiene que ser el recurso fácil”, defiende el psicólogo.

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España, esa sección en la que intentamos contar el lado hedonista de la vida sin dejar de lado otras realidades.

  

Sobre qué temas escribo

Como redactora de LIFE, escribo sobre temas de cultura, moda, belleza o estilo de vida. También he abordado temas de medioambiente, feminismo o sociales, pero donde más cómoda me encuentro es explorando la relación de la moda con otras disciplinas culturales o su impacto social, y sobre todo lo que tenga que ver con el cuidado de la piel.

 

Siempre desde una perspectiva cercana, he tratado cuestiones como la estrategia del Museo del Prado para triunfar a través de sus redes sociales, explicado cómo Melania Trump utilizó su armario como arma política o desmentido bulos relacionados con la protección solar. Es probable que el 80% de los temas que he publicado se hayan escrito mientras sonaban Beyoncé, Oasis y Arctic Monkeys. Además, también me encargo de preparar el boletín de LIFE que enviamos cada sábado intentando resumir la actualidad de la semana.

 

Mi trayectoria

Nací en Vigo en 1992 y desde que tengo uso de razón siempre quise ser periodista. La única excepción fue la época en la que tuve fantasías con ser pintora, pero descarté rápido la idea cuando mis padres me anotaron a clases y me di cuenta de que no era lo mío. Estudié Periodismo en la Universidad de Santiago de Compostela (USC), donde me gradué en 2014 después de pasar un año en Roma que me hizo apreciar todavía más la cultura italiana. Dejé Galicia para mudarme a Madrid en 2015 y cursar el Máster de Periodismo Cultural en la Universidad San Pablo Ceu. Aprendí en Radio Galega y en Pentación Espectáculos, donde descubrí lo que hay detrás de producciones de teatro y de grandes eventos como el Festival de Mérida. Colaboré puntualmente con Guía Repsol o la revista L'Officiel y llegué a El HuffPost en 2016, donde empecé compaginando mi trabajo como redactora de Branded Content con temas para la sección de tendencias, que terminó convirtiéndose en LIFE, donde actualmente soy una de las redactoras. Fui finalista en los Premios Ecovidrio de 2017.

 


 

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