Un secreto a voces llamado Plácido Domingo

Un secreto a voces llamado Plácido Domingo

Nueve mujeres acusan al tenor de acoso sexual y varios testigos aseguran que era un comportamiento habitual. El artista, ambiguo en el comunicado emitido, ha sufrido ya la primera consecuencia laboral.

Placido Domingo

El nombre de Plácido Domingo resuena hoy en todo el mundo. Aunque esta vez no son los logros del tenor madrileño los que le han llevado a primera plana de medios nacionales e internacionales. Nueve mujeres, ocho cantantes y una bailarina, han unido sus voces para denunciar por presuntos abusos sexuales cometidos durante tres décadas al todavía director general de la Ópera Nacional de Washington y de la Ópera de Los Ángeles (California).

Todavía porque desde esta última ya han anunciado que contratarán a un abogado “para investigar las inquietantes acusaciones” contra el tenor. “Creemos que los empleados y artistas deben ser tratados con respeto y sentirse seguros en su entorno de trabajo”, dice la institución en un comunicado.

Los testimonios de las nueve mujeres son parte del legado del movimiento Me Too, que nació en Hollywood en octubre de 2017 contra el acoso y abuso sexual en la industria del cine y que ha servido para animar a mujeres de otros lugares o disciplinas a denunciar casos parecidos. La gran mayoría de esos relatos han tenido consecuencias para los acusados. Sin ir más lejos, menos de 24 horas después de que la agencia Associated Press destapase los hechos y se conociesen algunos detalles descritos por las víctimas, la Orquesta de Filadelfia anunció su decisión de cancelar la actuación de Domingo prevista para el 18 de septiembre y la Ópera de San Francisco hizo lo mismo con la actuación del 6 de octubre. 

Han sido los primeros efectos sobre la carrera del tenor de 78 años, quien emitió un comunicado al saltar la noticia con su versión de lo ocurrido. “Las acusaciones son profundamente preocupantes e inexactas”, dice el texto compartido por AP en el que podría decirse es el peor martes 13 de la vida de Plácido Domingo.

Todo empezó supuestamente a finales de los años 80 y se prolongó durante tres décadas. Lo recoge la investigación publicada por Associated Press, que cuenta con las declaraciones de nueve mujeres, aunque solo una se ha atrevido a dar la cara.

Es la mezzosoprano Patricia Wulf, quien en su relato asegura que la persecución de Domingo no parecía tener límites. “Llegó a un punto en el que cuando me bajaba del escenario trataba de escabullirme tras una columna, y él todavía conseguía la manera de encontrarme”, asegura la artista, que llegó a la Ópera de Washington en 1998, dos años después de que Domingo se convirtiese en director artístico de la institución. Lo fue entre 1996 y 2003, después se convirtió en director general hasta 2011.

A los 61 años todavía contiene las lágrimas al contar lo que vivió en esa época, cuando tenía 40. “Cada vez que salía del escenario estaba entre bastidores esperándome. Venía directo hacia mí, acercándose tanto como podía, ponía su cara justo en mi cara, bajaba la voz y decía, ’Patricia, ¿tienes que irte a casa esta noche?”, relata.

Del testimonio de Wulf se pueden extraer duras declaraciones contra Domingo como también del de las otras ocho denunciantes, que han preferido mantener el anonimato para no sufrir consecuencias laborales. Dos de ellas han confesado además que llegaron a ceder a las proposiciones de Domingo al creer que no podían poner en peligro sus carreras rechazando al hombre más poderoso de su profesión.

Aquí, un ejemplo de lo que recogido en la investigación:

  • “Absoluta y ciertamente, eso era acoso sexual (...) Cuando un hombre se te acerca de esa manera y te pregunta con una sonrisa burlona si tienes que irte a casa, repetidas veces, no puedo concluir más que él quería acostarse conmigo. En especial con su reputación para eso”. (Patricia Wulf)
  • “Aún no había comenzado mi carrera. Me sentí completamente halagada. Y anonadada. Y emocionada (...) Entonces se tornó más aterrador. (...) Decía cosas como: ’Ven a mi apartamento. Cantaremos unas arias. Te asesoraré. Me encantaría escuchar lo que puedes hacer para una audición”. (Cantante 1)
  • “Tuve todo un ataque de pánico. Me puse como loca, y dejé de contestar al teléfono. Él llenó el contestador, llamándome hasta las 3:30 de la mañana”. (Cantante 1)
  • “Finalmente me acosté con él. Me quedé sin excusas. Era como, ’está bien, supongo que esto es lo que tengo que hacer”. Domingo le mencionó una “superstición según la cual tenía que acostarse con una mujer antes de un espectáculo” para relajarse. ‘Cantaré mejor y será gracias a ti’, le dijo antes de dejarle 10 dólares en la cómoda del hotel para pagar el aparcamiento. (Cantante 1)
  • “Estaba totalmente intimidada y sentí que decirle no a él sería como decirle no a Dios. ¿Cómo le dices que no a Dios? (Cantante 2)
  • “Me vino a recoger en su BMW y me subí al coche con él. Él estaba muy emocionado. Me estaba tocando la rodilla. Me puse en modo actuación para poder vivir conmigo misma”. (Cantante 2)
  •  “Cuando terminamos se puso de pie y metió la mano en mi falda, y ahí fue cuando tuve que salir de ahí”. (Cantante 3)
  • “Tener una sesión de entrenamiento con alguien que te ofrece entrenamiento no es aceptar tener sexo”. (Cantante 3)
  • “Me llevó a su habitación, se suponía que para coger sus cosas, y me invitó a entrar”, dijo. “Y empezó a abrazarme y besarme”. (Bailarina)

Si no denunciaron entonces fue por miedo a represalias laborales (el tenor es un referente) pero también por no querer causar daños colaterales a la industria, dicen. Varias confiesan además que hubo un momento que dudaron de ellas mismas y su autoestima se debilitó. Si hablan ahora es gracias al #MeToo, que les ha dado la valentía necesaria para dar ese paso al frente.

Y ante ese grito a nueve voces se ha manifestado Plácido Domingo, para el que su comportamiento podría (casi) tacharse de inocente. “Creí que todas mis interacciones y relaciones siempre fueron bienvenidas y consensuadas”, dice el tenor, que se defiende diciendo que en aquella época los estándares eran “muy diferentes”.

“Las acusaciones de estos individuos no identificados que datan de hasta treinta años son profundamente preocupantes e inexactas. Aun así, es doloroso escuchar que algo puede haber molestado a alguien o haberlo hecho sentir incómodo, sin importar hace cuánto tiempo y a pesar de mis mejores intenciones. Creí que todas mis interacciones y relaciones siempre fueron bienvenidas y consensuadas. Las personas que me conocen o que han trabajado conmigo saben que no soy alguien que intencionalmente dañaría, ofendería o avergonzaría a nadie. Sin embargo, reconozco que las reglas y estándares por los cuales somos, y debemos ser, medidos hoy son muy diferentes de los que eran en el pasado. Me siento agradecido por tener el privilegio de contar con una carrera de más de 50 años en la ópera y me mantendré en los más altos estándares”. 

Nueve relatos recoge la investigación de AP, que también cuenta con el testimonio de una docena de mujeres que aseguran haber recibido incómodas proposiciones sexuales de Domingo. Así, por ejemplo, una cantante dijo que le pidió varias veces salir en una cita tras contratarla para una serie de conciertos en la década de 1990.

A ellas se suman casi tres docenas de otros cantantes, bailarines, músicos de orquesta, personal técnico, maestros de canto y administradores, quienes confiesan haber sido testigos del comportamiento inapropiado de índole sexual del tenor, del que dicen perseguía a mujeres más jóvenes con impunidad.

Era (y es) un secreto a voces dentro de la industria. “Existe una tradición oral de alertar a las mujeres sobre Plácido Domingo”, dijo una mezzosoprano que trabajó en la Ópera de Los Ángeles pero que no está entre las denunciantes. El consejo era siempre el mismo: evitar interactuar con él a toda costa y definitivamente no estar a solas con él.

Lo que buscan las denunciantes, como contó la propia Wulf, es animar a que otras mujeres se pronuncien “o sean lo suficientemente fuertes como para decir no”. Sin embargo, su relato ha tenido otra consecuencia inmediata.

La Asociación de la Orquesta de Philadelphia ha cancelado la invitación hecha a Domingo para inaugurar su festival del ópera el próximo 18 de septiembre.

“Estamos comprometidos en proporcionar un ambiente seguro, de apoyo, respetuoso y apropiado para la orquesta y su personal, los artistas colaboradores y compositores y nuestra audiencia y comunidad”, dice el comunicado.

En el Palau de les Arts de Valéncia han preferido actuar con cautela y esperarán antes de tomar ninguna decisión sobre la anunciada la actuación de Domingoen Nabucco para diciembre de 2019. Quieren conocer antes la resolución de las acusaciones vertidas sobre el tenor.

Hay también quien ha alzado su voz en favor de Domingo. Helga Rabl-Stadler, presidenta del Festival de Salzburgo, es una de ellas. Además de confirmar que el tenor actuará allí los días 25 y 31 de agosto en la ópera de Verdi Louisa Miller como estaba previsto, ha mostrado fe ciega en el artista. “Conozco a Plácido Domingo desde hace más de 25 años. Desde el principio me ha impresionado, junto a su capacidad artística, sus modos respetuosos con todos los trabajadores y trabajadoras del Festival”, ha señalado.

Lo mismo ha dicho la soprano Pilar Jurado, presidenta de la SGAE, para la que Domingo es un perfecto caballero. “Lo que ha generado siempre conmigo ha sido una relación de afectividad absoluta, pero nunca en la vida me he sentido acosada ni obligada a hacer nada que no quería: es una cosa tremenda y estoy en shock”, ha admitido.

Tampoco da crédito la guatemalteca Adriana González, ganadora de la última edición de Operalia, fundado por Domingo en 1993. Con ella siempre se ha mostrado respetuoso —“nada de acoso ni nada de nada”— y el comportamiento debería ser igual con él. “Con casi 80 años [en enero hará 79] con su presencia, su energía y dedicación merece mucho respeto”.