Todo al revés de lo que indican los mapas
Opinión

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Todo al revés de lo que indican los mapas

Tras recorrer el temita de los indultos, he de decir que, con el debido respeto al renombrado Pedro Sánchez, está todo al revés de lo que indica el arco parlamentario.

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez saluda al presidente de la Generalitat de Catalula, Pere Aragonès, durante una reunión de Foment del Treball Nacional en Barcelona, el 7 de junio de 2021.JOSEP LAGO via Getty Images

Es mi anécdota favorita: en la primera mitad del siglo XV Portugal se hallaba embarcada en grandes proyectos marítimos que buscaban su expansión a través de la costa occidental de África y el hallazgo de nuevas rutas hacia las Indias. Estas expediciones usaban como cartas de navegación unos viejos mapas atribuidos a Ptolomeo con más de mil años de antigüedad, cuyas copias siguieron circulando por Europa durante toda la Edad Media. A la vuelta de uno de esos viajes, un capitán fue recibido por el príncipe portugués Enrique el Navegante, y tras el saludo protocolario le dijo: “Señor, con el debido respeto al renombrado Ptolomeo, está todo al revés de lo que indican los mapas”. Todo. Donde se marcaba un cabo, en verdad había un golfo. Donde se indicaba que la línea de la costa giraba hacia el este, en realidad giraba hacia el oeste.

Pues bien, tras recorrer el temita de los indultos, he de decir que, con el debido respeto al renombrado Pedro Sánchez, está todo al revés de lo que indica el arco parlamentario. La reforma laboral de Rajoy, siendo indiscutiblemente lesiva para los trabajadores, es agüita comparada con el atraco a mano no armada que supondría para nuestra clase obrera el éxito de la secesión que buscan Aragonés y otros de los políticos representantes del Estado español en Cataluña. Ante el capitalismo salvaje, el Estado es uno de los pocos amortiguadores de la ley de la selva para las clases bajas, y lo puede ser en la medida de su fortaleza, es decir, de su producto interior bruto. La pérdida de una zona muy rica empobrecería irreversiblemente al resto del país, y esto debería resultar sobresaliente por encima de cuantas monsergas y mentiras económicamente interesadas se cuenten para justificar tal separación.

La reforma laboral de Rajoy, siendo indiscutiblemente lesiva para los trabajadores, es agüita comparada con el atraco a mano no armada que supondría para nuestra clase obrera el éxito de la secesión en Cataluña.

Uno se esperaría por tanto que la izquierda —histórica defensora de las clases más desfavorecidas— se distinguiera por su durísima oposición al procés, por la aplicación estricta e implacable de las leyes, por las caras largas ante los ladrones de lo que la nación política española ha declarado común. Y sería la derecha —más atenta a intereses particulares cada vez más transnacionales— la que se anduviera con “magnanimidades” y “comprensiones” en el momento de conceder, por primera vez en la historia de la jurisprudencia galáctica, un indulto a reos que avisan de que volverán a cometer el delito al salir. Oiríamos a Ione Belarra defender que no hay que detener a Puigdemont, y sin duda entenderíamos que está hablando una enemiga de la clase obrera española. Pero no: resulta que en las cartas políticas ptolemaicas se marca a Podemos como un partido de izquierdas.

Ayer tuvo lugar en Madrid la presentación de El Jacobino, una nueva asociación de izquierdas que busca ante todo crear una cartografía política más fiel a la realidad —ah, la realidad… ¡qué recuerdos!—. Busca que cuando algo ataca a los trabajadores, en el mapa no ponga “socialista”. Que cuando algo ataca a las mujeres, en el mapa no ponga “feminista”. Que cuando algo ataca la fortaleza del Estado, en el mapa no ponga “progresista”. Se avecinan tiempos tormentosos y conviene actualizar las cartas de navegación, para que cuando Junqueras y compañía ingresen en prisión por segunda vez tras cometer los delitos que han prometido tras su primer indulto, y alguien proponga indultarles por segunda vez, tengamos claro dónde se encuentran unos y otros, y no acabemos perplejos y desorientados como el capitán de Enrique el Navegante.

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Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.