Ramon Arnó, abogado: "No somos conscientes de los riesgos de dejar a un niño con un juguete con IA"
El problema de fondo, según el experto, es que estos sistemas no están concebidos para la infancia.

A pocas semanas de la campaña de Navidad, el escaparate de las tiendas vuelve a llenarse de juguetes que prometen experiencias cada vez más sofisticadas. Entre ellos destacan los que incorporan inteligencia artificial y sistemas conversacionales similares a ChatGPT. Sin embargo, esta tendencia ha encendido las alarmas entre expertos en derecho digital y protección de datos, que advierten de riesgos especialmente graves cuando los destinatarios son niños. Así lo ha explicado el abogado Ramon Arnó en declaraciones recogidas por el portal Rac1.
Arnó alerta de que un menor puede no distinguir la naturaleza real de este tipo de juguetes. "Un niño que utiliza un juguete con ChatGPT puede llegar a pensar que interactúa con un adulto, porque no es consciente de que detrás no hay una persona", señala. El peligro, añade, es que el menor asuma como verdad absoluta lo que escucha o que otorgue más autoridad al juguete que a su propio entorno familiar. "Es un riesgo enorme y un gran error que un menor de 14 años utilice juguetes que incorporan" este tipo de tecnologías, advierte.
El problema de fondo, según el experto, es que estos sistemas no están concebidos para la infancia. "La IA está entrenada para adultos y se ha hecho para que la utilicen solo ellos, no los menores", subraya Arnó. Un ejemplo reciente refuerza su argumento. En Estados Unidos, un osito de peluche conectado a ChatGPT, conocido como Kumma, tuvo que ser retirado temporalmente del mercado después de que se comprobara que mantenía conversaciones de contenido sexual y ofrecía consejos peligrosos a niños. Para Arnó, la reacción posterior fue contradictoria. "ChatGPT se escandalizó, algo que es del todo hipócrita", comenta, recordando además que el producto volvió a venderse pocos días después.
Más allá del contenido, el abogado pone el foco en la privacidad. Arnó advierte del precedente que supone el caso de Roomba, el popular robot aspirador, cuyo fabricante se declaró en bancarrota y fue adquirido por una empresa china. A partir de ese momento, los datos captados por los dispositivos pasan a ser gestionados por compañías de ese país. "Lo más probable es que la nueva propiedad incorpore más servicios al aparato aparte de la limpieza y que lo convierta en un robot, captando datos privados a través de micrófonos o cámaras; no acabamos de ser conscientes de ello", alerta.
En este contexto, Arnó defiende el modelo europeo. "La UE es el paraíso de la protección de datos; debemos felicitarnos", afirma. Frente a las críticas de quienes consideran que estas normas frenan la innovación, el experto cree que son una garantía necesaria, especialmente cuando se trata de proteger a los menores. La conclusión es clara: antes de regalar juguetes con inteligencia artificial, conviene preguntarse no solo qué hacen, sino también a quién están realmente dirigidos y qué riesgos implican.
