Luz verde al dron del futuro que promete "revolucionar" las misiones de ataque de la OTAN y EEUU
Podría neutralizar defensas aéreas y destruir nodos críticos sin exponer a operadores humanos.

El 20 de mayo, Dragoon y Teledyne FLIR OEM presentaron oficialmente Cinder, un dron de ataque autónomo de nueva generación diseñado para operar sin GPS ni comunicación por radiofrecuencia, informa Forbes. Cinder emerge como un fuerte candidato para el ambicioso Proyecto Artemis del Pentágono, destinado a revolucionar las operaciones militares con sistemas baratos, inteligentes y escalables.
Desarrollado para ataques de saturación en zonas disputadas, el dispositivo se perfila como una pieza clave en los conflictos del futuro. Clasificado como un dron de ataque unidireccional de largo alcance, apunta a objetivos tras las líneas enemigas como tanques, defensas aéreas y centros de comando.
Su desarrollo responde a la evolución reciente en el uso de drones en Ucrania y Rusia, donde armas como el Lancet y los FPV han alterado el campo de batalla. Cinder lleva esta transformación un paso más allá. A diferencia de sus predecesores, es completamente autónomo.
Además, equipado con el software Prism Supervisor y Prism SKR de Teledyne FLIR, junto a una cámara termográfica FLIR Boson, el dron puede navegar, identificar y destruir objetivos sin intervención humana. Reconoce firmas térmicas, discrimina entre señuelos y objetivos reales, y selecciona el punto óptimo de impacto, como la parte trasera de un tanque, aumentando la probabilidad de destrucción.
Su ventaja técnica también reside en su capacidad para operar en entornos con fuerte interferencia electrónica, donde otros sistemas fallan. Frente a las limitaciones del Switchblade y los drones rusos Lancet, Cinder ofrece un alcance de hasta 300 kilómetros y precisión autónoma en tiempo real.
Este dron no es solo una plataforma de ataque, sino que representa un cambio doctrinal. Su despliegue masivo en escenarios de alta amenaza, como un eventual conflicto con Rusia o China, podría neutralizar defensas aéreas y destruir nodos críticos sin exponer a operadores humanos.
Además, su diseño encaja con la arquitectura de defensa antimisiles Golden Dome, propuesta bajo la política de Donald Trump, lo que sugiere futuras aplicaciones como sistema de respuesta ante amenazas en territorio estadounidense.
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