El dominio de la minoría recalcitrante

El dominio de la minoría recalcitrante

Con una peculiar combinación de intransigencia en los principios y flexibilidad en el respeto de las leyes, dos partidos que suman un 47% de los votos aprobaron una declaración independentista en el Parlamento de Cataluña este lunes. Si la declaración fuese algo más que una pantomima y saliera adelante, se augura el surgimiento de un nuevo país ciertamente curioso.

EFE/Toni Albir

Hace un par de años escribí una reseña de Antifrágil, el apasionante libro de Nassim Taleb. Más recientemente, Taleb ha publicado en Dropbox un capítulo en adelanto del que promete ser su próximo y muy interesante ensayo, Skin in the game. El capítulo en cuestión lleva el sugerente título de The Most Intolerant Wins: The Dominance of the Stubborn Minority, que podemos traducir como El más intolerante gana: El dominio de la minoría obstinada.

Taleb expone que existen ciertas circunstancias en las que la regla de una minoría acaba por imponerse como la regla por defecto de la mayoría, especialmente si concurren dos condiciones. La primera es que exista una asimetría entre las elecciones posibles que ofrecen la regla de la minoría y la de la mayoría, de forma que la regla de la mayoría es flexible y admite la regla de la minoría pero no a la inversa. La otra es que el grupo minoritario no esté segregado del mayoritario en algo parecido a un ghetto.

Déjenme ilustrar esto con unos ejemplos personales muy similares a los que usa Taleb en su ensayo. Trabajo desde hace unos años en una empresa india, y entre mis colegas indios hay un porcentaje importante de vegetarianos, mientras que entre los europeos no hay vegetarianos. En las primeras comidas de empresa se intentó una solución a priori respetuosa con todos: mesas con menú vegetariano y mesas no vegetarianas. El problema de esta solución es que tendía a crear mesas separadas de europeos y de indios (ergo ghettos), mientras que el objetivo de tales comidas es integrar a los distintos equipos, es decir, lo contrario de lo que ocurría. Dado que los no vegetarianos comemos comida vegetariana, pero no a la inversa, en las últimas comidas de empresa se ha optado por elegir un menú vegetariano para todos, por lo que la opción en principio minoritaria acaba por imponerse a la mayoría.

Antes de trabajar para esta empresa estuve viviendo en la isla Mauricio, en donde se expiden carnés de conducir distintos para los conductores con permiso para conducir un coche con marchas y para conductores que solamente pueden conducir coches automáticos. Los conductores de coches con marchas pueden conducir coches automáticos, pero no a la inversa, por lo que los importadores de coches, para evitar tener que gestionar inventarios separados (y los costes que ello conlleva) suelen importar a la isla solamente coches automáticos.

La minoría recalcitrante (o intransigente, como la llama Taleb) puede ser muy minoritaria y lograr sin embargo imponer su estándar si se da la asimetría mencionada en los ejemplos anteriores y no existen ghettos, por lo que Nassim Taleb estima que en unos cuantos años Europa, con una población musulmana de alrededor del 6% comerá halal.

Cuando en el bachillerato yo estudiaba catalán (y dudo mucho que las cosas hayan cambiado sustancialmente desde entonces) la sociolingüística formaba parte del temario, lo que resulta cuando menos peculiar. Puesto que todos catalanes hablan catalán y español, pero el resto de españoles habla mayoritariamente solamente español, una minoría monolingüe española en Cataluña podría hacer que el español se convierta en la norma por el mecanismo descrito por Taleb y el uso del catalán peligre. La asimetría descrita antes existe realmente, y aunque en el caso que nos ocupa no pueda realmente decirse que los catalanoparlantes sean mayoría, la lógica impepinable para evitar que el español sea la lengua normativa supone que los catalanoparlantes no sean flexibles en la cesión de su idioma, lo que inspiró unas políticas de normalización e inmersión lingüística relativamente exitosas y cuya necesidad nunca se discutía en la clase.

En un giro interesante de su ensayo, Taleb apunta la siguiente asimetría:

Las personas honestas nunca cometen actos delictivos pero un delincuente puede perfectamente participar en un acto legal

Es la intransigencia en el cumplimiento de la ley de las personas honestas la que hace que en la mayor parte de lugares existan leyes y algo parecido a una justicia.

Con una peculiar combinación de intransigencia en los principios y flexibilidad en el respeto de las leyes, dos partidos que suman un 47% de los votos han aprobado una declaración independentista en el Parlamento de Cataluña. Si la declaración fuese algo más que una pantomima y saliera adelante, se augura el surgimiento de un nuevo país ciertamente curioso.