Estupefacción de los científicos por el halcón infiel de Barcelona cuya amante estuvo con su padre
Los biólogos tuvieron que llevar los polluelos con la otra hembra para que no se quedaran solas, que las cría como su fueran suyas, cosa que no le gusta al macho.

Todo sucedió muy cerca del teleférico del puerto de Barcelona. Es concreto, en dos lugares muy cercanos entre sí. Y ya han pasado tres años desde que empezó a ocurrir sin parar: una pareja de halcones fecunda unos 13 huevos, pero el macho abandona a la hembra para irse con una amante, mucho menos fértil, a un nido cercano.
Detrás de esta historia está el éxito del proceso de reintroducción del halcón en ciudad condal. De no quedar ninguno, gracias al proyecto iniciado hace 20 años han nacido ya 250 aves. Y el triángulo amoroso que contábamos al principio ha sido posible gracias a esta iniciativa de los científicos, aunque ahora estén estupefactos ante este comportamiento observado en estos tres halcones, según han explicado RAC1 tras dar a conocer la curiosa noticia 3Cat.
El responsable de este proyecto de reintroducción y seguimiento de la población de halcones en Barcelona, el biólogo Eduard Durany, biólogo, relata así el hallazgo: "Cuando vimos que había riesgo de que los polluelos se quedaran solos, los llevamos con la amante y ella los está criando. Y cree que son suyos".
Pero, además, para colmo, los biólogos han observado que la última pareja que tuvo su amante fue, realidad, el padre de su enamorado, añade Durany. Un enredo amoroso que ocurre todo entre dos casas cercanas, los dos nidos del puerto de Barcelona, que deja atrás hasta los entresijos amorosos familiares ideados por los guionistas de la serie de La Promesa de TVE.
Porque resulta que "el halcón macho prefiere estar con su amante, que es viuda, pero cuando ve las crías, no le hacen ninguna gracia y se va un día entero”, prosigue relatando el biológo, quien ya pone la puntilla que necesitábamos para confirmar que, también en el reino animal, incluido en él el humano, la realidad supera a la ficción.
Según Durany, este comportamiento puede recordarnos perfectamente a muchos que se repiten en los humanos porque "la relación es muy tóxica". "El macho, aunque no quiere estar, tampoco deja que nadie se acerque a su hembra", sentencia el biólogo para cerrar esta maravillosa historia.