Los biólogos tuvieron que llevar los polluelos con la otra hembra para que no se quedaran solas, que las cría como su fueran suyas, cosa que no le gusta al macho.
Las tentaciones se han multiplicado con las redes y ha surgido un nuevo concepto, el 'cookie jarring', el tener un tarro de galleras a mano para cuando quieres picar.