Ni Mercadona ni Lidl: sólo un supermercado pasa el examen de la OCU sobre mascarillas faciales
Solo dos de las 21 mascarillas analizadas cumplen con los niveles recomendados de metales pesados, según un estudio reciente de la OCU que pone en entredicho la seguridad de estos productos naturales.

Un estudio reciente realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha revelado la presencia de metales pesados en mascarillas faciales de arcilla, un producto cada vez más popular entre quienes buscan alternativas cosméticas naturales. El análisis, llevado a cabo en colaboración con otras organizaciones europeas y un laboratorio independiente acreditado, ha puesto de manifiesto que 19 de los 21 productos examinados contienen niveles de metales por encima de los valores orientativos establecidos por la guía alemana del BVL, una de las más estrictas en materia de seguridad cosmética.
La investigación se centró en mascarillas de arcilla comercializadas en supermercados, parafarmacias, perfumerías y tiendas especializadas en cosmética natural, con precios que oscilaban entre los 3,50 y los 40 euros. El objetivo: detectar la presencia de siete metales pesados -plomo, cadmio, mercurio, arsénico, antimonio, níquel y cromo- que, aunque presentes de forma natural en la tierra, pueden resultar tóxicos para el organismo humano.
Los resultados fueron contundentes: todas las mascarillas contenían al menos uno de estos metales. Solo dos productos, Les Cosmétiques Mascarilla SOS (Carrefour) y Ziaja Black Face Mask, presentaban niveles considerados técnicamente inevitables y seguros.
En Neutrogena, Deliplus (de Mercadona) y Cien (de Lidl) se superó el valor orientativo solo en un metal. Por el contrario, en Caudalie y Kiko Milano se superaron 4 y 5 valores de referencia respectivamente.
¿Belleza con efectos secundarios?
La arcilla, en sus distintas variantes -verde, blanca, roja o bentonita-, es apreciada por su capacidad para absorber impurezas, regular el sebo y mejorar el aspecto de la piel. Sin embargo, su origen mineral también implica la posibilidad de contener elementos como arsénico, plomo o cromo. En este estudio, 14 mascarillas superaban los límites orientativos para el arsénico, 13 para el plomo, 10 para el antimonio, 5 para el cromo y 3 para el cadmio. En cambio, no se detectaron niveles preocupantes de mercurio ni de níquel.
Aunque el contacto con la piel es breve, ya que las mascarillas se aclaran tras unos minutos, la OCU advierte sobre los riesgos de una exposición acumulativa. “La toxicidad de los metales pesados no depende solo de la cantidad, sino también de su forma química”, señala el informe. Algunos, como el plomo, no tienen un umbral seguro de exposición conocido y pueden afectar al sistema nervioso, los riñones o el desarrollo infantil. Otros, como el cromo o el níquel, pueden provocar reacciones alérgicas incluso con exposiciones breves.
Vacío normativo
El reglamento europeo actual permite la presencia de metales pesados en cosméticos únicamente si se trata de trazas inevitables y si el producto es seguro para el consumidor. Sin embargo, no establece límites cuantitativos claros, lo que deja un margen de interpretación que puede resultar peligroso. Por ello, la OCU ha optado por aplicar los criterios del BVL alemán, que sí fija valores orientativos concretos.
Esta falta de precisión normativa ha llevado a la OCU a solicitar a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) una revisión urgente de los estándares actuales. Entre sus propuestas destacan:
- Establecer límites máximos de impurezas que no puedan superarse.
- Reforzar los controles sobre las materias primas y los productos acabados.
- Exigir a los fabricantes una mayor responsabilidad en la selección de arcillas más limpias y seguras.
El informe también lanza una advertencia sobre la creciente tendencia a considerar que lo natural es sinónimo de inocuo. “Las sustancias naturales no siempre son seguras”, recuerda la OCU. En el caso de las arcillas, su origen mineral implica una composición variable que puede incluir elementos tóxicos. Por ello, la organización insiste en que la naturalidad de un producto no debe eximirlo de controles rigurosos.