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Piden tres cervezas en un bar de Chipiona, se marcan un simpa y lo que hacen poco después, es el sumun del caradurismo

Piden tres cervezas en un bar de Chipiona, se marcan un simpa y lo que hacen poco después, es el sumun del caradurismo

El episodio ha encendido las redes y avivado el hartazgo de una profesión que ya tiene más paciencia que un santo.

Cuando pensábamos que ya lo habíamos visto todo en la jungla de la hostelería, llega este episodio digno de grabarse en mármol para futuros manuales de cómo no comportarse en un bar.Aldo Pavan

Un trío de clientes se planta en un bar de Chipiona, en Cádiz, se pide tres cañas bien frías y, sin mediar palabra ni sacar la cartera, se larga como si aquello fuese un autoservicio de confianza. Hasta aquí, otro capítulo más del manual del gorrón ibérico. Pero lo que pasó después ha conseguido levantar ampollas en la piel ya curtida de la hostelería. No solo no pagaron sino que volvieron, se sentaron en la mesa y tuvieron la cara de ofenderse.

Todo ocurrió en el restaurante Pide y Come, donde el dueño, Paco, se encontró con una escena que ya huele a repetida: gente que se piensa que irse sin pagar es un despiste, no una falta de respeto. Según El Debate (que ha seguido de cerca la historia difundida por el influencer Jesús Soriano, más conocido como Soy Camarero), el indignante episodio arrancó cuando tres personas pidieron unas cervezas, las dejaron a medias y salieron del local como quien va a fumar al callejón de atrás aunque, en esta ocasión, asegurando que estaban buscando otro sitio para comer, pero como no encontraron mesa en ningún otro sitio de la zona, regresaron un cuarto de hora más tarde… dispuestos a sentarse como si aquello fuera su bar.

Paco, que lleva años de oficio y de tragaderas, no se tragó esta. “Aquí damos un servicio, no somos siervos”, escribió después en una publicación que le valió el aplauso digital de miles de compañeros de gremio. No solo les negó el servicio, sino que les invitó, con toda la educación que cabía en ese momento, a marcharse por donde habían venido.

No se paga, pero se reseña

En lugar de agachar las orejas o al menos asumir el feo, los artistas del simpa decidieron hacer lo que dicta el manual del cuñadismo 2.0: soltar una reseña negativa en internet. Porque claro, si no puedes salirte con la tuya en la barra, lo intentas en Google. Dijeron haberse sentido “ridiculizados y humillados”. Acusaron a Paco de “orgullo y prepotencia”. Lo que no contaron en su crítica, obviamente, fue que se largaron sin pagar. Ni una palabra del impago, ni de la cara de cemento armado con la que volvieron a sentarse.

Pero la jugada les salió rana. Porque Paco no solo contestó sino que lo hizo con claridad quirúrgica: "Entrasteis pidiendo tres cervezas y os fuisteis sin pagar. Volvisteis con la cara dura de sentaros esperando que os atendiera. Y clientes que actúan como vosotros se les invita a que abandonen el local”.

La réplica, contundente, se hizo viral. Miles de usuarios le dieron la razón, compartieron el caso y convirtieron al camarero andaluz en portavoz momentáneo del hartazgo colectivo. Porque en este país, donde pedir una caña es casi un derecho constitucional, el respeto al personal de barra y cocina sigue siendo opcional para algunos.

Paco, lejos de encogerse, aprovechó el altavoz para mandar un mensaje a todos los que se levantan cada día para servir cafés, cañas, tapas y más paciencia de la que deberían. “Mucho ánimo a los compañeros que tengan que encontrarse con gente así. Desde aquí les animo a que no dejen pasar ni una”. 

Y con razón. Porque la hostelería española está ya bien curtida de aguantar horarios, sueldos irregulares, y clientes que se creen con licencia para todo solo porque pagan o ni eso. El mantra de que “el cliente siempre tiene la razón” hace tiempo que dejó de colar. En muchos casos, como este, la razón la tiene quien no se deja pisotear.

Chipiona ya tiene su caso ejemplar. Y, con él, una advertencia para los próximos que se piensen que esto va de barra libre moral: el que va de listo, acaba escaldado.