Un técnico apunta lo que debes hacer cada mes para evitar que tu lavadora se rompa: "Es un sitio común para residuos persistentes"
Los especialistas detallan cómo un pequeño gesto mensual marca la diferencia en el rendimiento y la higiene de la lavadora.

Las lavadoras tienen una habilidad muy suya para pasar de ser el electrodoméstico más obediente de la casa a convertirse en un monstruo gruñón que huele raro, traga mal y se queja en mitad del centrifugado como si le estuvieras pidiendo algo heroico. Y, claro, cuando empiezan los ruidos sospechosos, llega el drama: avería, técnico, factura y juramento de que la próxima vez harás “lo que diga el fabricante”. Spoiler: nadie lo hace.
La revista Computer Hoy ha tirado de expertos para recordar lo que la mayoría prefiere ignorar: si no limpias tu lavadora con cierta frecuencia, la cosa acaba mal. Muy mal. Según explican, el uso constante sin mantenimiento reduce la vida útil del aparato, genera moho, deja un olor a calcetín eterno en tu ropa y hasta puede suponer un riesgo para la salud, porque los hongos que se forman dentro de la máquina no distinguen entre un jersey bonito y una toalla de batalla.
El aviso llega desde el blog de Martha Stewart, donde la especialista Emily Dixon (BSH North America) señala la pieza clave: el sello de goma de la puerta. Y ahí entra en escena el otro experto citado, el técnico Brian Shaunfield, que pone el foco exactamente donde más duele: “la junta de goma forma un sello hermético alrededor de la puerta de la lavadora, lo que la convierte en un sitio común para residuos persistentes, humedad y moho”. Vamos, el backstage de todo lo desagradable que te encuentras cuando por fin decides mirar ahí dentro.
A partir de ese punto, todo encaja: residuos que se quedan a vivir, pelusas con mentalidad de inquilino fijo, restos de detergente que bloquean el desagüe y una humedad que corroe los componentes internos hasta dejarlos para el arrastre. Si lo ignoras, la lavadora envejece antes de tiempo. Y no hablamos de un electrodoméstico frágil: en condiciones normales puede durar entre 7 y 11 años. Pero claro, normales, no las que se estilan en muchas casas.
Los técnicos recomiendan una limpieza cada 30 días o cada 40 ciclos de lavado —que viene a ser lo mismo para quien pone la máquina como si fuera un tic nervioso—. Y no hace falta montar un spa industrial: basta con un paño, un cepillo de dientes viejo, una toalla, vinagre blanco destilado y un poco de paciencia. Nada de detergentes, que aquí no pintan nada. El truco está en humedecer el paño con agua tibia y vinagre, repasar la junta con cuidado (sobre todo si ya tiene alguna grieta), ir a por las zonas escondidas con el cepillo, secar bien y dejar la puerta entreabierta para que respire.
El proceso es tan básico que da hasta vergüenza que no forme parte de la rutina doméstica. Pero el vídeo y las explicaciones han pillado a más de uno por sorpresa: la gente reconoce en redes que nunca ha limpiado esa junta, que pensaba que la lavadora se “limpiaba sola” —ojalá— o que directamente no sabía que ese borde gomoso alberga más vida que algunos acuarios.
El mensaje final no admite excusas: si quieres que la lavadora dure, que no huela a sótano húmedo y que no reparta hongos como quien reparte confeti, toca limpiarla una vez al mes. Y empezar por la junta, ese “sitio común para residuos persistentes” que decide, muchas veces en silencio, si tu máquina te va a dar un disgusto o no.
