Amy, despedida fulminante a los 57 años: "Llevo 20 meses sin encontrar trabajo, tuve que vender mi piso para llegar a fin de mes"
Ella misma interpreta ese patrón como una posible discriminación por edad.

Durante casi dos décadas, Amy Smith construyó una carrera sólida en recursos humanos. A los 57 años, ocupaba un puesto directivo con salario de seis cifras en un banco del área metropolitana de Kansas City. Sin embargo, una reestructuración lo cambió todo. El testimonio, recogido por Business Insider a partir de una conversación en primera persona y editado por el medio para mayor claridad, muestra cómo un despido tardío puede derivar en una caída personal y económica profunda.
En septiembre de 2023, su jefe le comunicó que su puesto sería eliminado. Smith pensó que, como en una reestructuración anterior, encontraría empleo en un par de meses. No fue así. Durante casi veinte meses solicitó todo tipo de vacantes de RRHH, incluso puestos de nivel inicial. La respuesta fue siempre la misma. “Rechazo tras rechazo”. Según explica, las entrevistas telefónicas solían ir bien, pero tras las presenciales llegaba el silencio. Ella misma interpreta ese patrón como una posible discriminación por edad.
El golpe psicológico fue inmediato. Smith relata que los rechazos la llevaron a una depresión severa. “Algunos días incluso me costaba respirar”. Dejó de arreglarse, pasaba el día en pijama y evitaba cualquier contacto. A finales de 2023 ya no podía comprar regalos de Navidad para sus nietos. En febrero de 2024 se le agotó la prestación por desempleo y tuvo que solicitar cupones de alimentos. “Recuerdo que lloraba por dentro”, explica.
La situación económica empeoró rápidamente. Vendió pertenencias, aceptó trabajos ocasionales y llegó a emplearse como vendedora de coches de segunda mano, un puesto que abandonó porque sentía que engañaba a los clientes. También trabajó en una tienda de conveniencia y en otro concesionario. Nada fue suficiente. En verano de 2024 vendió muebles y objetos personales en Facebook Marketplace para pagar el alquiler, pero acabó entregando el piso antes de finalizar el contrato. Metió lo imprescindible en su coche y se mudó temporalmente con familiares en Florida. Más tarde regresó a Kansas City para vivir en el sótano de unos amigos. A los 59 años, no tenía casa propia.
El punto de inflexión fue pequeño pero constante. Smith se obligó a levantarse cada día. “Levántate, lávate los dientes, cepíllate el pelo y sal fuera”, se repetía. Al principio solo para recoger el correo, después para dar pequeños paseos. Esa rutina mínima fue clave para salir del bloqueo.
Meses después, solicitó un puesto de RRHH en una aseguradora médica. Tras varias entrevistas y silencios, insistió. Finalmente fue contratada. Según le dijo el director ejecutivo, su persistencia fue decisiva. Hoy afirma valorar mucho más lo que tiene y resume la lección que se daría a sí misma: “Respira hondo y recuerda que eres lo bastante fuerte para superar cualquier cosa. No te rindas contigo mismo”.
