Una experta en alimentación habla claro y sin filtros sobre este tipo de salchichas: no tienen nada de carne
Al mismo tiempo, la divulgadora aprovecha para indicarnos aquellas salchichas que sí que merecen la pena comprar y disfrutar.

Las salchichas son uno de esos productos que nunca faltan en los supermercados. Rápidas de preparar, gustan tanto a niños como a adultos y se pueden utilizar en desayunos, cenas improvisadas o incluso como ingrediente en guisos. Sin embargo, no todas las que encontramos en la estantería ofrecen la misma calidad. La diferencia principal está en los ingredientes, y ahí es donde debemos prestar más atención.
La periodista y divulgadora en nutrición Katarzyna Bosacka, muy seguida en redes sociales en Polonia, su país, ha señalado cuáles son las salchichas que merece la pena comprar y cuáles conviene dejar pasar. Su consejo, tal y como recoge el medio Ofeminin, es sencillo: leer siempre la lista de ingredientes. Puede parecer obvio, pero pocas veces nos detenemos a comprobar qué lleva realmente lo que ponemos en la sartén.
Bosacka pone como referencia las típicas salchichas de jamón que encontrarás en los supermercados especializados en rebajas y descuentos. A su juicio, se trata de un producto “natural, con buenos ingredientes, sin conservantes ni fosfatos añadidos”. Este tipo de opciones son las que deberíamos priorizar: elaboradas a base de carne de calidad y con una composición corta y clara.
Lo que conviene evitar
En el extremo opuesto, la experta desaconseja las salchichas de pollo ahumadas de bajo precio, cuyo primer ingrediente es un 55 % de carne separada mecánicamente (MSM). A esta se añaden piel de pollo, almidón, sémola y estabilizantes.
Bosacka recuerda que, según la normativa europea, la MSM no se considera carne, sino un subproducto que mezcla restos de tejido conectivo y cartílago. Este tipo de rellenos abarata la producción, pero reducen de forma considerable el valor nutricional.
¿Cómo reconocer una buena salchicha?
La regla de oro es clara: una buena salchicha debe contener al menos un 85-90 % de carne, siendo ideal que alcance el 100 %. La lista de ingredientes debería limitarse a carne, agua, sal y especias naturales. Cuanto más corta y comprensible sea la etiqueta, mejor. En cambio, conviene desconfiar de los productos que incluyen largas enumeraciones de estabilizantes, potenciadores de sabor o féculas.
En España, según explican fuentes como la OCU, las salchichas frescas de cerdo siguen siendo las más habituales, aunque cada vez es más común encontrar opciones de pavo o pollo con menos grasa. Su precio asequible y la rapidez de preparación explican su éxito. No obstante, como recuerda Bosacka, “la diferencia entre una buena y una mala salchicha está en la etiqueta”.
