'Casa-miento (Bodas sin sangre)' y 'Rosa Mutabilis' o Lorca en el 'off'
Tal vez sea coincidencia, pero son dos mujeres de teatro a las que las ha inspirado las obras de este autor.

De una manera u otra Federico García Lorca está siempre presente en la cartelera. Sigue siendo una fuente de energía inagotable para el teatro. Sin ir más lejos, en Madrid han coincidido dos obras basadas en o inspiradas por el dramaturgo y poeta. Rosa Mutabilis en La Sala en octubre escrita, dirigida e interpretada por Natalia Fisac, adaptación y actualización de Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores. Y Casa-miento (Bodas sin sangre) en El Umbral de Primavera donde seguirá en noviembre, e incluso llegará al Corral de Alcalá de Henares escrita e interpretada por Carolina África, e inspirada por Bodas de Sangre.
Tal vez sea coincidencia, pero son dos mujeres de teatro a las que las ha inspirado las obras de este autor. Dos obras que tienen que ver con el casarse. Con tener marido. Tema que se piensa que en pleno siglo XXI está superado.
Una mujer, al menos en el occidente democrático, se casa si quiere, con quien quiere y cuando quiere. Pero hubo un tiempo, no muy lejano, en el que las mujeres que no se casaban en nuestro país se quedaban para vestir santos. Es decir, para ayudar al cura en sus funciones adecentándole la iglesia y las imágenes.
Esta es Rosita, la de Rosa Mutabilis. Que, contra todo posible razonamiento, siendo la primera en ennoviarse, es la única de sus amigas que no se casa. Entre otras cosas, porque espera que vuelva, como le prometió, ese amado que tanto quería y la quería. Y en esperarle, como se decía antes, se le pasa el arroz, y con el mismo la alegría de vivir, si no fuera por el jardín y Colibrí, el criado para todo de la casa de sus tíos, con el que Bernard Bullen, actor que ha participado en la serie The Mandalorian.

No es la misma mujer que interpreta Carolina África en la autoficción Casa-miento. Ella es una mujer que se casa porque quiere. Y aunque es consciente de la libertad que ha disfrutado y disfruta como mujer en temas de emparejamientos y casamientos, nos cuenta de donde viene. Hilvanando una ficción que tira de anécdotas familiares propias o conocidas, para construir una ficción de emparejamientos, bodas y casamientos desde principios del siglo XX al XXI. En la que a modo de perfume pone dos pequeñas escenas de las Bodas de sangre. Esa obra lorquiana en la que un casamiento forzado, que sucede en tiempos de sus abuelos, los de Carolina, acaba como el rosario de aurora.
Y, si bien es cierto que la realidad de la mujer ha cambiado mucho en España, como se cuenta en Casa-miento, una historia como Rosa Mutabilis, en la que una mujer espera y desespera por casarse, que Natalia Fisac ha acercado épocas recientes, se sigue entendiendo y empatizando con el personaje perfectamente.
Esto ocurre porque ambos son dos espectáculos bien pensados y llevados a escena. Que beben de la tradición del teatro. Tanto en recursos como en propuestas. Desde la sencillez de ese gran pequeño telón de flores que ocupa el fondo de La Sala en Rosa Mutabilis, hasta ese acúmulo de elementos significativos que como si fuera una chamarilería o un trastero desordenado ocupa el escenario de El Umbral de Primavera, en el que Carolina pondrá un orden artístico.
Dos espectáculos que vistos y leídos superficialmente, pueden ser vistos como distintos. Pues Rosa Mutabilis tiene un planteamiento más tradicional, con principio, nudo y desenlace. Y el de Casa-miento quizás lo sea menos, al menos aparentemente, al ser más fragmentario en sus formas, y a jugar con los tiempos y viajar entre ellos. Pero que sin embargo coinciden en muchas cosas.
Como, por ejemplo, en el uso de las marionetas o el teatro de objetos, como forma de resolver aquellas escenas o escenas en las que se necesitan varios personajes. Y es que en Rosa Mutabilis solo son dos actores para todos papeles, y en Casa-miento está sola en escena Carolina África y por allí pasa la familia entera, abuelos, padres, hermanos, primos, todos sus novios y hasta un hijo. ¡Qué hermosa la escena en la que el velo de novia del personaje protagonista se convierte en un recién nacido moviendo sus bracitos!
Como, por ejemplo, en el uso de la música. Tan importante en el mundo actual en el que se tiene acceso en un clic a la que le gusta a cada uno, a los himnos generacionales o a las formas musicales que conectan grupos de amigos, familias o pueblos. Que en Rosa Mutabilis es el rap lleno de rimas que puede hacer una adolescente para sus amigas. Y en Casa-miento es el reguetón que se baila ahora en las fiestas de pueblo y que en la obra se conecta de una forma excepcional y bien simple con las jotas, las rondas y las seguidillas de los tiempos de madres y abuelas.

Y que, tal vez, diverjan en su relación con el presente y el pasado. Ya que en Rosa Mutabilis es importante hacer que el público actual empatice con esta historia escrita cuando todavía las mujeres se casaban vestidas de negro. Mientras que en Casa-miento lo importante es mostrar que tenemos un pasado, cómo era y lo que queda del mismo en cada una como individuo y como colectivo.
Pero en lo que sin duda coinciden es en su interés por el público, como lo tenía el propio Lorca. Porque este se sienta emocionado, divertido y concernido por lo que se ve y se escucha en escena. Ninguno de los dos espectáculos está hecho en su contra, sino remando a favor de la audiencia.
Aunque, y esto es importante, sin rebajarse a darles simplemente satisfacción a su necesidad de diversión y entretenimiento, sin olvidar que estas son parte importante de la conexión, cuasi mágica, que tiene el teatro disfrutado en el teatro. De la que se nutren y retroalimentan espectadores y artistas. Y la que hace que ambos salgan entusiasmados y con energía del teatro. Si no se lo creen vayan y comprueben como el público se queda en el los lobbys de ambas salas, como esperando algo más, como no queriendo dejarlas, como si se quisieran quedar.
