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Trump nombra un enviado especial para Groenlandia: hacer amigos no es su meta

Trump nombra un enviado especial para Groenlandia: hacer amigos no es su meta

"Comprende lo esencial que es Groenlandia para nuestra seguridad nacional y promoverá con firmeza los intereses de nuestro país en materia de seguridad y supervivencia de nuestros aliados y, de hecho, del mundo", dice el republicano. 

Jeff Landry, cuando era fiscal general de Luisiana, en una comparecencia en la Cámara de Representantes, en 2023.
Jeff Landry, cuando era fiscal general de Luisiana, en una comparecencia en la Cámara de Representantes, en 2023.Tom Williams / CQ-Roll Call, Inc via Getty Images

Cuando le has visto los dientes al lobo, ya no te crees sus buenas intenciones. Así que en Dinamarca se echan a temblar con el último anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump: ha nombrado un enviado especial para Groenlandia. Para mejorar las relaciones diplomáticas, uno refuerza las embajadas. Cuando ha afirmado que se quiere comer ese territorio, la nueva figura suena a presión. Su lema, siempre lo ha dicho, es: "¡Hagamos Groenlandia grande de nuevo!". Lo viene diciendo desde su primer mandato. ¿Hasta dónde llegará ahora el republicano?

Esta madrugada se ha sabido que el elegido para este puesto de nueva creación se llama Jeff Landry. Es el actual gobernador del estado de Luisiana y ahora asume el cargo con el objetivo de promover "con firmeza" los intereses del país norteamericano en la isla perteneciente a Dinamarca.

"Me complace anunciar que voy a nombrar al gran gobernador de Luisiana, Jeff Landry, enviado especial de Estados Unidos a Groenlandia", ha afirmado en su plataforma Truth Social, si bien no ha precisado cuándo oficializará la designación del republicano.

El inquilino de la Casa Blanca ha destacado que Landry, que hasta el momento no se ha manifestado al respecto, "comprende lo esencial que es Groenlandia para nuestra seguridad nacional y promoverá con firmeza los intereses de nuestro país en materia de seguridad y supervivencia de nuestros aliados y, de hecho, del mundo".

El gobernador, por su parte, ha agrecido el anuncio en su cuenta de la red social X, donde ha afirmado que "es un honor" trabajar "para que Groenlandia forme parte de Estados Unidos" y ha asegurado que el nombramiento "no afecta en absoluto" a su responsabilidad al frente de Luisina.

"Tenemos que tenerla"

El anuncio del enviado especial se enmarca en las ya conocidas pretensiones de Washington de controlar este estratégico territorio autónomo perteneciente a Dinamarca, incluso con órdagos a movimientos militares como herramienta de presión. No es una idea nueva, sino que data de 2017. Ahora lo que ocurre es que la asertividad con la que lo propone Trump es infinitamente mayor, hasta el punto de oficializar sus aspiraciones con este movimiento. "La necesitamos. Tenemos que tenerla", dijo el pasado marzo, a los dos meses de retornar al Despacho Oval. 

El presidente norteamericano afirma que este paso es "absolutamente necesario para el interés de la seguridad nacional y la libertad en el mundo". Cuando anunció su interés en comprar Groenlandia a Dinamarca durante su primer mandato, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, pensó que era simplemente algo absurdo. El asunto parecía zanjado. Ahora, Trump ya dijo incluso antes de jurar el cargo, en enero, que no descartaba incluso usar la presión económica o militar para poner a Groenlandia bajo control estadounidense. 

El territorio forma parte geográficamente de Norteamérica, pero políticamente de Europa. Varios jefes de Gobierno europeos han expresado repetidamente su horror ante la idea de que el miembro más fuerte de la OTAN pueda anexionarse por la fuerza el territorio de un socio de la Alianza, del mismo modo que el presidente ruso Vladimir Putin se ha apoderado de zonas de Ucrania.

Los movimientos del presidente electo están en consonancia con la llamada Doctrina Monroe que se remonta al siglo XIX: quiere asegurarse, básicamente, de que ningún chino o ruso tenga instalaciones en Groenlandia. Sin embargo, Frederiksen ha dicho en repetidas ocasiones que son los groenlandeses quienes deben decidir el futuro de Groenlandia y no Copenhague. Y que lo mismo que defiende el territorio de los empeños expansionistas de EEUU lo hará si China o Rusia se animan a ir a por ellos. 

Al conocerse el empeño renovado de Trump, Moscú intentó rápidamente utilizar la amenaza para justificar sus propias acciones en Ucrania. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, sugirió consultar a la población de Groenlandia sobre lo que querían, señalando los referendos -ampliamente vistos como farsas- celebrados en regiones del este de Ucrania que Moscú se ha anexionado.

Pese a ser la mayor isla del planeta, Groenlandia es también el territorio más escasamente poblado, con alrededor de 56.000 habitantes, la mayoría inuit (conocidos antes como esquimales). Como cerca de un 80% de su superficie está helada, la población se concentra en la costa sudoccidental, en torno a la capital, Nuuk.

La economía local se basa principalmente en la pesca y depende en gran parte de los subsidios que aporta el gobierno danés, que representan aproximadamente una quinta parte del Producto Interno Bruto de Groenlandia. Sin embargo, en los últimos años han aumentado las expectativas y el interés por sus recursos naturales, como las tierras raras, el hierro y el uranio, que podrían ser más fáciles de explotar como resultado del deshielo provocado por el calentamiento del planeta.

Viejos lazos

A Groenlandia llegaron exploradores y colonos nórdicos desde finales del siglo X, pero para el siglo XV sus asentamientos habían desaparecido. Hasta que, en 1721, el misionero Hans Egede comandó una expedición tras la que colonos daneses comenzaron a instalarse en las cercanías de lo que hoy es la ciudad de Nuuk y Groenlandia se convirtió en territorio danés, autónomo, como las Islas Feroe.

En 1953 fue oficialmente incorporada al Reino de Dinamarca y sus habitantes se convirtieron en ciudadanos daneses. En 1979 la isla adquirió el estatus de territorio autónomo tras un referéndum en el que se decidió que el gobierno local se encargaría de la mayoría de los asuntos, reservándose la seguridad y la defensa al de Copenhague.

En 2009, Dinamarca aprobó tras un nuevo referéndum entre los groenlandeses una ley que amplió las competencias del gobierno local y abrió la puerta a una posible independencia de Groenlandia tras negociaciones entre los gabinetes de Copenhague y Nuuk.

Desde que Trump comenzó a plantear que Estados Unidos le compre Groenlandia a Dinamarca, el gobierno danés ha respondido que son los groenlandeses quienes deben decidir su destino, lo que refleja el reconocimiento al derecho a la autodeterminación de la isla, algo que admite el gobierno danés.

El primer ministro de Groenlandia, Mute Egede, está a favor de la independencia, pero no quiere que Groenlandia pase a depender posteriormente de otro Estado. "No queremos ser daneses. No queremos ser estadounidenses. Queremos ser groenlandeses, por supuesto", dijo una vez en presencia de Frederiksen.

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Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

Sobre qué temas escribo

Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

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