Desde este año está prohibido bañarse en el río Tajo a su paso por Toledo
Quedó terminantemente prohibido por cuestiones sanitarias.
Aunque para muchos toledanos la imagen de niños y familias disfrutando de un baño en el río Tajo pertenece a los recuerdos del pasado, no todos saben que la prohibición oficial de bañarse en sus aguas tiene más de cinco décadas de historia. Desde 1972, el baño en el río Tajo a su paso por Toledo quedó terminantemente prohibido por razones sanitarias, y esa medida sigue vigente en la actualidad.
La orden se originó a raíz de la Circular número 48 de la Dirección General de Sanidad, que alertaba de la contaminación de las aguas del Tajo y ordenaba prohibir el baño público en los tramos fluviales que recorren las poblaciones toledanas.
El 19 de junio de 1972, el Gobernador Civil de Toledo notificó a los alcaldes de los municipios ribereños, incluyendo la capital, que debían aplicar la prohibición con carácter inmediato. Los ayuntamientos fueron instruidos para colocar carteles informativos en lugares visibles y estratégicos, advirtiendo en español, francés e inglés que el baño quedaba prohibido por razones sanitarias.
El Ayuntamiento de Toledo emitió una nota de prensa dirigida a los medios locales en la que comunicaba que, en cumplimiento de la circular sanitaria, “queda terminantemente prohibido bañarse en el trayecto del río por todo el término municipal”. La noticia fue recogida por el periódico El Alcázar en su edición del 24 de junio de 1972, y posteriormente amplificada por diarios nacionales.
De la postal al cartel de prohibido
Durante décadas, el río Tajo fue escenario de veranos entrañables en Toledo. Era habitual ver a los vecinos refrescándose en sus aguas durante las calurosas jornadas estivales. Sin embargo, el creciente deterioro ambiental del río, motivado por vertidos y falta de tratamiento adecuado, encendió las alarmas de las autoridades sanitarias.
El Ayuntamiento colocó carteles con la prohibición en los puntos tradicionales de baño, una imagen que quedó inmortalizada hacia 1973 por el fotógrafo Rafael del Cerro Malagón, testimonio gráfico de un cambio drástico en la relación de la ciudad con su río.
Más de 50 años después, la situación del Tajo sigue siendo objeto de preocupación medioambiental. Aunque ha habido mejoras en algunos tramos gracias a plantas depuradoras y regulaciones más estrictas, el baño continúa prohibido por razones de salud pública.