El gran papel de las mujeres pioneras de la egiptología y el desarrollo de esta disciplina
Desafiaron las normas de su época para escribir, excavar y preservar la historia del antiguo Egipto.

Desde sus inicios la historia del antiguo Egipto ha sido escrita y contada, en gran medida, desde una perspectiva masculina. Sin embargo, detrás de muchos de los descubrimientos y avances que definieron esta disciplina, hubo mujeres decididas, brillantes y apasionadas cuyo trabajo fue esencial.
Desde el siglo XIX hasta principios del XX, las mujeres han traspasado barreras sociales, académicas y culturales para adentrarse en la rama de la egiptología. Mientras las universidades y los centros de investigación solían excluirlas, ellas se buscaban sus propios medios para formarse.
Algunas fueron acompañantes de expediciones lideradas por hombres. Otras, autodidactas incansables que lucharon por hacerse un hueco. Todas tenían en común la pasión de desenterrar y comprender los secretos de una de las civilizaciones más fascinantes de la historia.
Los desafíos de ser mujer en la egiptología
En los principios de esta ciencia, el acceso a la formación académica era prácticamente un privilegio masculino. Las mujeres interesadas en la egiptología tenían que conformarse con estudiar por su cuenta o a través de redes informales. Además, la arqueología de campo era considerada “impropia” para ellas ya que las condiciones extremas de los viajes y excavaciones eran vistas como demasiado duras para el género femenino.
Muchas mujeres, que trabajaron en la sombra en tareas de documentación, catalogación y análisis de materiales en museos y bibliotecas, vieron cómo sus descubrimientos eran atribuidos a sus compañeros masculinos.
Asimismo, se daba el caso de que sus trabajos pasaban inadvertidos, incluso cuando sus contribuciones eran claves para el avance de la disciplina. Sin embargo, no se rindieron y abrieron caminos para las generaciones futuras.
Pioneras que hicieron historia
Amelia Edwards (1831–1892) fue una de las primeras grandes voces femeninas de la egiptología. Escritora y viajera, su apasionado relato Mil millas Nilo arriba no solo capturó la imaginación del público, sino que denunció el saqueo de los monumentos egipcios. Fundó el Egypt Exploration Fund, que sigue siendo una institución vital para la conservación arqueológica.
Margaret Murray (1863–1963) rompió moldes al convertirse en la primera mujer en impartir clases de arqueología en el Reino Unido. Su trabajo abarcó excavaciones en Malta y Palestina, investigación académica e incluso el activismo por el sufragio femenino. Fue una figura crucial tanto dentro como fuera del campo arqueológico.
Hilda Petrie (1871–1957), más allá de ser la esposa del célebre Flinders Petrie, se consolidó como egiptóloga por derecho propio. Su talento para la documentación precisa de hallazgos arqueológicos fue indispensable en numerosas excavaciones. Su nombre, aunque es menos conocido, está grabado en los cimientos de esta ciencia.
Arte, investigación y divulgación
Otras figuras imprescindibles fueron las documentalistas como Nina de Garis Davies, cuya habilidad para copiar fielmente los frescos de las tumbas egipcias permitió preservar las obras para siempre. Sus dibujos siguen siendo una herramienta clave en los museos y laboratorios.
En el ámbito de la divulgación, Barbara Watterson destacó por acercar el antiguo Egipto a lectores no especializados. Su obra Los dioses del antiguo Egipto convirtió un saber académico en conocimiento accesible, ayudando a popularizar la egiptología.
Y en la investigación innovadora, Elizabeth Thomas abrió nuevas perspectivas sobre la arquitectura funeraria en el Valle de los Reyes. Su meticuloso análisis de las tumbas reales continúa siendo un referente para egiptólogos de todo el mundo.