Jugar al fútbol con la cabeza de Netanyahu como pelota: la última acción artística de Eugenio Merino y el colectivo INDECLINE
Varios activistas y ciudadanos judíos y palestinos juegan un partido de fútbol con una cabeza hiperrealista del primer ministro israelí para denunciar el genocidio en Gaza y la ausencia de una representación palestina en la Asamblea de la ONU.

En Tijuana, puso a un grupo de personas a jugar al fútbol con la cabeza de Donald Trump justo al lado de la valla que les separa de Estados Unidos; en São Paulo, jugadores LGTB+ jugaron con la cabeza de Jair Bolsonaro, el expresidente de Brasil; en Washington, en un campo próximo al Capitolio, otros patearon la cabeza de Vladimir Putin; y, en España, varios antifascistas compitieron con la cabeza de Francisco Franco frente a las trincheras de las Coves del Toll en Moià; y, ahora, Eugenio Merino ha repetido la misma acción, esta vez con la cabeza del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. El artista español, conocido por obras como el Punching Franco o el ninot del rey Felipe VI junto a Santiago Sierra, ha lanzado una nueva acción de la serie Freedom Kick que realiza en colaboración con el colectivo de artistas INDECLINE. Según ha anunciado en su Instagram, este domingo, 7 de septiembre, varios activistas y ciudadanos tanto judíos como palestinos disputaron un partido de fútbol "utilizando como balón una réplica ultrarrealista de la cabeza de Netanyahu". Todo ello frente a la sede de la ONU en Nueva York.
Con esta acción, Merino, INDECLINE y otros activistas de todas partes del mundo buscan denunciar el genocidio en Gaza. "Netanyahu está cometiendo un genocidio en Gaza. La ONU le ha exigido en varias ocasiones un alto el fuego y una rendición de cuentas, aunque eso no se haya traducido en acciones concretas. El derecho internacional está siendo pisoteado por Israel y por su principal aliado, Estados Unidos. Por eso elegimos la sede de la Organización de las Naciones Unidas, en Nueva York, para llevar a cabo el partido con la cabeza del genocida", asegura Merino en declaraciones a El HuffPost. Tras la performance, el balón (es decir, la cabeza hiperrealista de Benjamin Netanyahu) fue donado al Museo del Genocidio Palestino.
Como avanza Merino, la elección del lugar para el partido de fútbol no es casual. El colectivo norteamericano INDICLINE ha aprovechado la acción para denunciar también la ausencia de una representación del Gobierno palestino en la Asamblea de la ONU "en un momento en el que hay un conflicto activo (genocidio) ocurriendo dentro de sus fronteras", unos límites "hechos de barreras militarizadas que harían sentir orgullo a una prisión privatizada estadounidense, monumentos al miedo y la vigilancia".
"¿Por qué es necesario para tener una conversación sobre el Estado de Palestina asegurarse de que no haya representación palestina? [...] Si no se está cometiendo ningún crimen, si todo esto es solo el negocio diario de la geopolítica, ¿por qué necesita esconderse? ¿No fue eso lo que pasó con los campos de concentración? ¿Con los campos de internamiento? Gaza ha pasado de ser una nación a un campo de refugiados, luego a una prisión privatizada y, aparentemente, ahora a un campo de exterminio. Netanyahu piensa que esto es un juego. Y probablemente tiene razón, en el sentido de que está ganando. Ciertamente, de algún modo sigue ganando elecciones, incluso si requiere un poco de manipulación. Un poco de intriga. Un poco de retoques a las reglas... Todo mientras el fantasma de Robert Moses se muda a Cisjordania. Mientras nuestro propio tirano de pacotilla delira sobre reconstruir otra Riviera sobre las cenizas de Gaza. Creemos que es hora de sacar la tarjeta roja. ¿Tú qué opinas?", señalan desde el colectivo anónimo de arte y activismo.

Eugenio Merino e INDICLINE se conocieron, según contó El País, en septiembre de 2019 en la exposición The Ends of Freedom, a la que el primero llevó el Punching Putin (la cabeza del presidente ruso como práctica para el boxeo) y los segundos, una figura de un Donald Trump desnudo. Fue allí, en Leipzig, Alemania, donde acordaron empezar una colaboración con el fútbol como leitmotiv. "Es un juego muy simbólico. Surgió como un entretenimiento y ahora se ha convertido en otro gigante del capitalismo", declaró Merino a El País.
En Brasil, la intervención con la cabeza de Jair Bolsonaro se convirtió en un escándalo nacional. Los seguidores del expresidente acusado de organizar un golpe de Estado acusaron a Merino e INDICLINE de cometer un delito de odio. Merino ya ha enfrentado acusaciones así a lo largo de su vida. La Fundación Francisco Franco le demandó hasta en dos ocasiones por atentar contra el honor del dictador al meterle primero en un frigorífico y después por el Punching Franco. La cabeza del Franco que metió en la nevera, por cierto, fue la misma que utilizó para el Freedom Kick en las trincheras de las Coves del Toll en Moià, escenario de la defensa republicana frente al fascismo.
Preguntado sobre si temen represalias por el partido con la cabeza de Netanyahu, Merino contesta a este medio que "la misma pregunta habría que hacérsela" al primer ministro israelí: "¿No teme represalias por lo que está haciendo? Vivimos en estados de derecho precisamente para poder denunciar estos crímenes contra la humanidad. Nosotros solo hemos jugado al fútbol, ¿por qué deberíamos temer represalias?"
Este partido de fútbol no será el último que organicen Merino e INDECLINE. "La idea - asegura el artista español - es ir incorporando a otros representantes de la extrema derecha 2.0, como Giorgia Meloni, Viktor Orbán, Nayib Bukele, Javier Milei o Marine Le Pen. Y a otros que, lamentablemente, vendrán", avisa.
