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La costumbre que te encuentras a diario en calles españolas que no gusta a todos y que heredamos de los romanos

La costumbre que te encuentras a diario en calles españolas que no gusta a todos y que heredamos de los romanos

Dejaron una profunda influencia que aún perdura.

La costumbre que te encuentras a diario en calles españolas que no gusta a todos y que heredamos de los romanos

Dejaron una profunda influencia que aún perdura.

La costumbre que te encuentras a diario en calles españolas que no gusta a todos y que heredamos de los romanos

Dejaron una profunda influencia que aún perdura.

La costumbre que te encuentras a diario en calles españolas que no gusta a todos y que heredamos de los romanos

Dejaron una profunda influencia que aún perdura.

La costumbre que te encuentras a diario en calles españolas que no gusta a todos y que heredamos de los romanos

Dejaron una profunda influencia que aún perdura.

Una zona colorida y famosa del centro de la ciudad de Melbourne, Australia.unknown

Más allá de los acueductos, anfiteatros y calzadas que aún sorprenden a quienes los visitan, los romanos dejaron una profunda influencia en la cultura y las costumbres que aún perduran en nuestra vida cotidiana. Desde el idioma y el derecho hasta hábitos tan sorprendentes como el uso de las paredes como lienzos, el impacto del Imperio Romano sigue vivo en las prácticas y tradiciones que forman parte de nuestra identidad.

En este contexto, resulta fascinante descubrir cómo algunas costumbres que asociamos con la modernidad, como los grafitis, ya eran habituales en las ciudades romanas. Este aspecto es un claro ejemplo de cómo el pasado sigue influyendo en el presente, conectándonos con una herencia cultural rica y diversa que ha dado forma a nuestra sociedad.

En España, donde los grafitis son un elemento habitual en el paisaje urbano, encontramos una sorprendente conexión con la antigua Roma, un legado que va más allá de los monumentos y las infraestructuras que aún siguen presentes.

Las paredes como medio de expresión

Los romanos fueron pioneros en el uso de las paredes como medio de expresión. Según recoge El Español, Javier del Hoyo, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, afirma que “en la sociedad romana todo lo importante quedaba inmortalizado para la posteridad: inscrito en piedra; grabado en bronce, plomo u otros materiales; esgrafiado en estucos...”. 

Estos mensajes tenían diversas funciones, desde anuncios oficiales hasta expresiones personales. Más de 400.000 inscripciones latinas han llegado a nuestros días, aunque se estima que esto representa apenas el 1% de lo que llegó a existir.

Un ejemplo claro del uso de las paredes para comunicarse lo encontramos en las ciudades de Pompeya y Herculano, sepultadas por la erupción del Vesubio en el año 79 dC. Allí se han conservado una gran cantidad de grafitis y pintadas, categorizadas en dos grandes tipos, según Fernando Lillo Redonet, doctor en Filología Clásica: 

  • Los títulos picti: Pintadas realizadas con pinceles y pintura, en temas como anuncios electorales, carteles de juegos de gladiadores, ofertas de objetos perdidos o alquiler de viviendas.
  • Los grafitos: Inscripciones informales realizadas con punzones. Estos mensajes personales abarcan desde declaraciones de amor hasta insultos, bromas y observaciones cotidianas.

Si bien el contenido de los grafitis romanos es variado, lo que destaca es la intención de dejar un mensaje para la posteridad, una idea que se mantiene en el arte urbano contemporáneo.

De los romanos a las calles modernas

En la actualidad, el significado de los grafitis ha cambiado. Aunque algunas pintadas transmiten mensajes sociales o artísticos, otras son percibidas como actos vandálicos, especialmente cuando aparecen en espacios no autorizados. Sin embargo, hay paralelismos entre las pintadas romanas y las modernas. Los mensajes breves, los juegos de palabras y la necesidad de expresar ideas personales continúan presentes, aunque el contexto y las técnicas hayan evolucionado.

En muchas ciudades españolas se han habilitado espacios para el muralismo y el arte urbano, donde los artistas pueden dar rienda suelta a su creatividad sin infringir la ley. No obstante, la esencia de esta práctica sigue conectándonos con la costumbre romana de utilizar las paredes como medio para comunicar pensamientos, emociones o críticas.

La herencia cultural de los romanos, tan presente en nuestros monumentos, infraestructuras y leyes, también se refleja en esta costumbre cotidiana. Los grafitis de hoy, como los de Pompeya hace siglos, nos evocan que la necesidad de expresarse es un impulso humano que trasciende el tiempo.

Más allá de los acueductos, anfiteatros y calzadas que aún sorprenden a quienes los visitan, los romanos dejaron una profunda influencia en la cultura y las costumbres que aún perduran en nuestra vida cotidiana. Desde el idioma y el derecho hasta hábitos tan sorprendentes como el uso de las paredes como lienzos, el impacto del Imperio Romano sigue vivo en las prácticas y tradiciones que forman parte de nuestra identidad.

En este contexto, resulta fascinante descubrir cómo algunas costumbres que asociamos con la modernidad, como los grafitis, ya eran habituales en las ciudades romanas. Este aspecto es un claro ejemplo de cómo el pasado sigue influyendo en el presente, conectándonos con una herencia cultural rica y diversa que ha dado forma a nuestra sociedad.

En España, donde los grafitis son un elemento habitual en el paisaje urbano, encontramos una sorprendente conexión con la antigua Roma, un legado que va más allá de los monumentos y las infraestructuras que aún siguen presentes.

Las paredes como medio de expresión

Los romanos fueron pioneros en el uso de las paredes como medio de expresión. Según recoge El Español, Javier del Hoyo, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, afirma que “en la sociedad romana todo lo importante quedaba inmortalizado para la posteridad: inscrito en piedra; grabado en bronce, plomo u otros materiales; esgrafiado en estucos...”. 

Estos mensajes tenían diversas funciones, desde anuncios oficiales hasta expresiones personales. Más de 400.000 inscripciones latinas han llegado a nuestros días, aunque se estima que esto representa apenas el 1% de lo que llegó a existir.

Un ejemplo claro del uso de las paredes para comunicarse lo encontramos en las ciudades de Pompeya y Herculano, sepultadas por la erupción del Vesubio en el año 79 dC. Allí se han conservado una gran cantidad de grafitis y pintadas, categorizadas en dos grandes tipos, según Fernando Lillo Redonet, doctor en Filología Clásica: 

  • Los títulos picti: Pintadas realizadas con pinceles y pintura, en temas como anuncios electorales, carteles de juegos de gladiadores, ofertas de objetos perdidos o alquiler de viviendas.
  • Los grafitos: Inscripciones informales realizadas con punzones. Estos mensajes personales abarcan desde declaraciones de amor hasta insultos, bromas y observaciones cotidianas.

Si bien el contenido de los grafitis romanos es variado, lo que destaca es la intención de dejar un mensaje para la posteridad, una idea que se mantiene en el arte urbano contemporáneo.

De los romanos a las calles modernas

En la actualidad, el significado de los grafitis ha cambiado. Aunque algunas pintadas transmiten mensajes sociales o artísticos, otras son percibidas como actos vandálicos, especialmente cuando aparecen en espacios no autorizados. Sin embargo, hay paralelismos entre las pintadas romanas y las modernas. Los mensajes breves, los juegos de palabras y la necesidad de expresar ideas personales continúan presentes, aunque el contexto y las técnicas hayan evolucionado.

En muchas ciudades españolas se han habilitado espacios para el muralismo y el arte urbano, donde los artistas pueden dar rienda suelta a su creatividad sin infringir la ley. No obstante, la esencia de esta práctica sigue conectándonos con la costumbre romana de utilizar las paredes como medio para comunicar pensamientos, emociones o críticas.

La herencia cultural de los romanos, tan presente en nuestros monumentos, infraestructuras y leyes, también se refleja en esta costumbre cotidiana. Los grafitis de hoy, como los de Pompeya hace siglos, nos evocan que la necesidad de expresarse es un impulso humano que trasciende el tiempo.

Más allá de los acueductos, anfiteatros y calzadas que aún sorprenden a quienes los visitan, los romanos dejaron una profunda influencia en la cultura y las costumbres que aún perduran en nuestra vida cotidiana. Desde el idioma y el derecho hasta hábitos tan sorprendentes como el uso de las paredes como lienzos, el impacto del Imperio Romano sigue vivo en las prácticas y tradiciones que forman parte de nuestra identidad.

En este contexto, resulta fascinante descubrir cómo algunas costumbres que asociamos con la modernidad, como los grafitis, ya eran habituales en las ciudades romanas. Este aspecto es un claro ejemplo de cómo el pasado sigue influyendo en el presente, conectándonos con una herencia cultural rica y diversa que ha dado forma a nuestra sociedad.

En España, donde los grafitis son un elemento habitual en el paisaje urbano, encontramos una sorprendente conexión con la antigua Roma, un legado que va más allá de los monumentos y las infraestructuras que aún siguen presentes.

Las paredes como medio de expresión

Los romanos fueron pioneros en el uso de las paredes como medio de expresión. Según recoge El Español, Javier del Hoyo, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, afirma que “en la sociedad romana todo lo importante quedaba inmortalizado para la posteridad: inscrito en piedra; grabado en bronce, plomo u otros materiales; esgrafiado en estucos...”. 

Estos mensajes tenían diversas funciones, desde anuncios oficiales hasta expresiones personales. Más de 400.000 inscripciones latinas han llegado a nuestros días, aunque se estima que esto representa apenas el 1% de lo que llegó a existir.

Un ejemplo claro del uso de las paredes para comunicarse lo encontramos en las ciudades de Pompeya y Herculano, sepultadas por la erupción del Vesubio en el año 79 dC. Allí se han conservado una gran cantidad de grafitis y pintadas, categorizadas en dos grandes tipos, según Fernando Lillo Redonet, doctor en Filología Clásica: 

  • Los títulos picti: Pintadas realizadas con pinceles y pintura, en temas como anuncios electorales, carteles de juegos de gladiadores, ofertas de objetos perdidos o alquiler de viviendas.
  • Los grafitos: Inscripciones informales realizadas con punzones. Estos mensajes personales abarcan desde declaraciones de amor hasta insultos, bromas y observaciones cotidianas.

Si bien el contenido de los grafitis romanos es variado, lo que destaca es la intención de dejar un mensaje para la posteridad, una idea que se mantiene en el arte urbano contemporáneo.

De los romanos a las calles modernas

En la actualidad, el significado de los grafitis ha cambiado. Aunque algunas pintadas transmiten mensajes sociales o artísticos, otras son percibidas como actos vandálicos, especialmente cuando aparecen en espacios no autorizados. Sin embargo, hay paralelismos entre las pintadas romanas y las modernas. Los mensajes breves, los juegos de palabras y la necesidad de expresar ideas personales continúan presentes, aunque el contexto y las técnicas hayan evolucionado.

En muchas ciudades españolas se han habilitado espacios para el muralismo y el arte urbano, donde los artistas pueden dar rienda suelta a su creatividad sin infringir la ley. No obstante, la esencia de esta práctica sigue conectándonos con la costumbre romana de utilizar las paredes como medio para comunicar pensamientos, emociones o críticas.

La herencia cultural de los romanos, tan presente en nuestros monumentos, infraestructuras y leyes, también se refleja en esta costumbre cotidiana. Los grafitis de hoy, como los de Pompeya hace siglos, nos evocan que la necesidad de expresarse es un impulso humano que trasciende el tiempo.

Más allá de los acueductos, anfiteatros y calzadas que aún sorprenden a quienes los visitan, los romanos dejaron una profunda influencia en la cultura y las costumbres que aún perduran en nuestra vida cotidiana. Desde el idioma y el derecho hasta hábitos tan sorprendentes como el uso de las paredes como lienzos, el impacto del Imperio Romano sigue vivo en las prácticas y tradiciones que forman parte de nuestra identidad.

En este contexto, resulta fascinante descubrir cómo algunas costumbres que asociamos con la modernidad, como los grafitis, ya eran habituales en las ciudades romanas. Este aspecto es un claro ejemplo de cómo el pasado sigue influyendo en el presente, conectándonos con una herencia cultural rica y diversa que ha dado forma a nuestra sociedad.

En España, donde los grafitis son un elemento habitual en el paisaje urbano, encontramos una sorprendente conexión con la antigua Roma, un legado que va más allá de los monumentos y las infraestructuras que aún siguen presentes.

Las paredes como medio de expresión

Los romanos fueron pioneros en el uso de las paredes como medio de expresión. Según recoge El Español, Javier del Hoyo, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, afirma que “en la sociedad romana todo lo importante quedaba inmortalizado para la posteridad: inscrito en piedra; grabado en bronce, plomo u otros materiales; esgrafiado en estucos...”. 

Estos mensajes tenían diversas funciones, desde anuncios oficiales hasta expresiones personales. Más de 400.000 inscripciones latinas han llegado a nuestros días, aunque se estima que esto representa apenas el 1% de lo que llegó a existir.

Un ejemplo claro del uso de las paredes para comunicarse lo encontramos en las ciudades de Pompeya y Herculano, sepultadas por la erupción del Vesubio en el año 79 dC. Allí se han conservado una gran cantidad de grafitis y pintadas, categorizadas en dos grandes tipos, según Fernando Lillo Redonet, doctor en Filología Clásica: 

  • Los títulos picti: Pintadas realizadas con pinceles y pintura, en temas como anuncios electorales, carteles de juegos de gladiadores, ofertas de objetos perdidos o alquiler de viviendas.
  • Los grafitos: Inscripciones informales realizadas con punzones. Estos mensajes personales abarcan desde declaraciones de amor hasta insultos, bromas y observaciones cotidianas.

Si bien el contenido de los grafitis romanos es variado, lo que destaca es la intención de dejar un mensaje para la posteridad, una idea que se mantiene en el arte urbano contemporáneo.

De los romanos a las calles modernas

En la actualidad, el significado de los grafitis ha cambiado. Aunque algunas pintadas transmiten mensajes sociales o artísticos, otras son percibidas como actos vandálicos, especialmente cuando aparecen en espacios no autorizados. Sin embargo, hay paralelismos entre las pintadas romanas y las modernas. Los mensajes breves, los juegos de palabras y la necesidad de expresar ideas personales continúan presentes, aunque el contexto y las técnicas hayan evolucionado.

En muchas ciudades españolas se han habilitado espacios para el muralismo y el arte urbano, donde los artistas pueden dar rienda suelta a su creatividad sin infringir la ley. No obstante, la esencia de esta práctica sigue conectándonos con la costumbre romana de utilizar las paredes como medio para comunicar pensamientos, emociones o críticas.

La herencia cultural de los romanos, tan presente en nuestros monumentos, infraestructuras y leyes, también se refleja en esta costumbre cotidiana. Los grafitis de hoy, como los de Pompeya hace siglos, nos evocan que la necesidad de expresarse es un impulso humano que trasciende el tiempo.

Más allá de los acueductos, anfiteatros y calzadas que aún sorprenden a quienes los visitan, los romanos dejaron una profunda influencia en la cultura y las costumbres que aún perduran en nuestra vida cotidiana. Desde el idioma y el derecho hasta hábitos tan sorprendentes como el uso de las paredes como lienzos, el impacto del Imperio Romano sigue vivo en las prácticas y tradiciones que forman parte de nuestra identidad.

En este contexto, resulta fascinante descubrir cómo algunas costumbres que asociamos con la modernidad, como los grafitis, ya eran habituales en las ciudades romanas. Este aspecto es un claro ejemplo de cómo el pasado sigue influyendo en el presente, conectándonos con una herencia cultural rica y diversa que ha dado forma a nuestra sociedad.

En España, donde los grafitis son un elemento habitual en el paisaje urbano, encontramos una sorprendente conexión con la antigua Roma, un legado que va más allá de los monumentos y las infraestructuras que aún siguen presentes.

Las paredes como medio de expresión

Los romanos fueron pioneros en el uso de las paredes como medio de expresión. Según recoge El Español, Javier del Hoyo, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, afirma que “en la sociedad romana todo lo importante quedaba inmortalizado para la posteridad: inscrito en piedra; grabado en bronce, plomo u otros materiales; esgrafiado en estucos...”. 

Estos mensajes tenían diversas funciones, desde anuncios oficiales hasta expresiones personales. Más de 400.000 inscripciones latinas han llegado a nuestros días, aunque se estima que esto representa apenas el 1% de lo que llegó a existir.

Un ejemplo claro del uso de las paredes para comunicarse lo encontramos en las ciudades de Pompeya y Herculano, sepultadas por la erupción del Vesubio en el año 79 dC. Allí se han conservado una gran cantidad de grafitis y pintadas, categorizadas en dos grandes tipos, según Fernando Lillo Redonet, doctor en Filología Clásica: 

  • Los títulos picti: Pintadas realizadas con pinceles y pintura, en temas como anuncios electorales, carteles de juegos de gladiadores, ofertas de objetos perdidos o alquiler de viviendas.
  • Los grafitos: Inscripciones informales realizadas con punzones. Estos mensajes personales abarcan desde declaraciones de amor hasta insultos, bromas y observaciones cotidianas.

Si bien el contenido de los grafitis romanos es variado, lo que destaca es la intención de dejar un mensaje para la posteridad, una idea que se mantiene en el arte urbano contemporáneo.

De los romanos a las calles modernas

En la actualidad, el significado de los grafitis ha cambiado. Aunque algunas pintadas transmiten mensajes sociales o artísticos, otras son percibidas como actos vandálicos, especialmente cuando aparecen en espacios no autorizados. Sin embargo, hay paralelismos entre las pintadas romanas y las modernas. Los mensajes breves, los juegos de palabras y la necesidad de expresar ideas personales continúan presentes, aunque el contexto y las técnicas hayan evolucionado.

En muchas ciudades españolas se han habilitado espacios para el muralismo y el arte urbano, donde los artistas pueden dar rienda suelta a su creatividad sin infringir la ley. No obstante, la esencia de esta práctica sigue conectándonos con la costumbre romana de utilizar las paredes como medio para comunicar pensamientos, emociones o críticas.

La herencia cultural de los romanos, tan presente en nuestros monumentos, infraestructuras y leyes, también se refleja en esta costumbre cotidiana. Los grafitis de hoy, como los de Pompeya hace siglos, nos evocan que la necesidad de expresarse es un impulso humano que trasciende el tiempo.

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Soy redactora en El HuffPost España, donde te cuento las historias más curiosas y te intento ayudar a encontrar esos detalles que marcan la diferencia en la vida cotidiana.

 

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Mis artículos son un surtido de historias curiosas, viajes, cultura, estilo de vida, naturaleza, ¡y mucho más! Mi objetivo es despertar tu curiosidad y acompañarte con lecturas útiles y entretenidas.

  

Mi trayectoria

Soy madrileña, pero con raíces en Castilla-La Mancha. Estudié Periodismo en la Universidad Ceu San Pablo, aunque siempre digo que mi verdadera escuela ha sido El HuffPost, el lugar donde escribí mis primeras líneas como periodista. Empecé como becaria y ahora colaboro en este medio que me ha visto crecer.


Mi pasión por el periodismo nació en la infancia, cuando dibujaba las portadas de los medios deportivos y soñaba con convertirme en una de aquellas reporteras que veía en la televisión.

 


 

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