Rosalía desarma con un precioso 'Lux' y predica una esperanza mística frente al pop fugaz
La catalana publica este viernes su cuarto trabajo de estudio, una obra con una potente instrumentación dividida en cuatro actos, donde hace gala de su registro vocal y de capacidad compositiva.

"Sé que fui hecha para divinizar, fuera de mí, dentro de mí", reza Rosalía en Divinize en una de las canciones de Lux, este cuarto trabajo de la catalana que ha tenido a la industria y la prensa musical casi en colapso desde que anunciase su publicación en un Callao abarrotado que esperaban verla cual aparición mariana.
Como si fuera algo predestinado, Rosalía reveló en el podcast de Zane Lowe en Apple Music, que pidió fuertemente dedicarse a la música: "Yo lo pedí y sé que no es gratuito. Hace diez, quince años lo deseaba con fuerza. Quería esto, ser música, poder hacerlo a gran escala". Y, sí, menos mal que lo hizo.
Con Lux, Rosalía hace un auténtico milagro en tiempos digitales y de música viral en TikTok, que el mundo se pare durante una hora sin ningún otro estímulo que todos los matices que incluye este disco en sus 18 canciones. Toda una proeza y admirable para los que dan al pop por perdido por su fugacidad y aparente simplicidad comercial.
Hacen falta los cinco sentidos para disfrutar desde los 13 idiomas en los que canta, a las letras, la presencia de la orquesta, los coros, las cuerdas, los vientos, los arreglos.... Y, sobre todo, un despliegue vocal que, si bien en Motomami se enmascaraba en algunas canciones llevándolo a la distorsión más pura, aquí muestra en toda su crudeza.
De la ópera de Berghain en alemán pasa a cantar lo que parece casi un aria como Mio Cristo en italiano, a rapear en latín, español y japonés en Porcelana al trap en chino de Novia Robot, a la balada más popera de Sauvignon Blanc o al fado cargado de nostalgia (o saudade) portuguesa que es Memória.
Pero si alguien echaba de menos a la Rosalía más cantaora, aquella que en 2017 arrancó en el panorama patrio con Los Ángeles o que acabaría de dar el salto con El Mal Querer, también la encuentra en Mundo nuevo o en La Rumba del perdón, que, sin embargo, no será tan bailable como esperaban algunos. De hecho, no es nada bailable ni tampoco cantable para la mayoría del público, pero será difícil no emocionarse con alguna de sus canciones.
La cantante ha estado tres años preparando este disco, que ha llegado cargado de pistas, filtraciones o errores por parte de su equipo que han sido calificados por algunos como estrategia de marketing, pero que han acabado con el álbum filtrado dos días antes de su publicación.
Tampoco ha estado exenta de polémica, pues muchos tacharon las imágenes de la artista y la inspiración religiosa y mística del álbum como un regreso a la visión más retrógrada del catolicismo o incluso a un blanqueamiento de la iglesia. Otra más a una lista que suma la apropiación cultural del flamenco de sus primeros trabajos o las críticas por utilizar la música urbana y latina en Motomami.
Basta con escuchar el trabajo completo para saber que poco tiene que ver con eso. Por mucho que diga en Novia Robot, "Me pongo guapa para Dios, nunca pa’ ti ni para nadie, solo guapa pa’ mi Dios" entre sus canciones entrelaza lo místico y lo divino con el amor más terrenal y mundano, con su parte romántica, pero también con el desamor, las decepciones y lo tóxico, y con varias referencias sexuales.
Su propia vida personal, como una santa más de las que se inspira, también forma parte intrínseca del álbum con temas como La Perla, donde despelleja a ritmo de vals a un ex y que muchos han visto como una referencia a Rauw Alejandro con versos como "campo de minas para mi sensibilidad, playboy, un campeón, gasta el dinero que tiene y el que no, medalla olímpica de oro al más cabrón” y a su boda cancelada con el reguetonero en Focu ‘ranni, cantada en siciliano llamada por Santa Rosalía de Palermo: "Quería ir de blanco y fui de violeta”. "No seré tu mitad, nunca de tu propiedad, seré mía y de mi libertad", canta la catalana.
Además, Rosalía no se limita únicamente al imaginario católico y cristiano, tiene referencias al judaísmo dada su inspiración en Myriam cantando en hebreo en Novia Robot y también en el sufismo islámico con las referencias a Rabia Al Adawiyya con versos en árabe que rezan de sus poemas como "Quiero prender fuego al paraíso y apagar el fuego del infierno", que se recoge en La Yugular.
Mov I: De un viaje por el mundo místico a sumirse en el caos de lo terrenal
El disco comienza con una apertura puramente clásica, con piano y una aspiración de vivir en un limo que refleja Sexo, Violencia y Llantas, donde enfrenta lo terrenal con "sexo, violencia y llantas" y el lo divino con "destellos, palomas y santas". "Primero amaré el mundo, luego amaré a Dios", anuncia en esta intro que acaba con unos violines in crescendo que rompen en Reliquia. Sobre las cuerdas con una melodía pop que bien podría formar parte de la banda sonora de Los Bridgerton, Rosalía repasa prácticamente el mapamundi como antesala de la diversidad divina y lingüística del disco con frases tan sonadas como "perdí un mal amor en Madrid", con un guiño a C. Tangana, o "perdí la fe en D.C" como crítica a Donald Trump, para acabar con un sonido electrónico que bien podía formar una rave.
En Divinize Rosalía canta en catalán e inglés y vuelve a enfrentar lo divino y lo terrenal a través de la manzana. Sí, el símbolo del pecado que vimos en el clip de Berghain y ella misma se ofrece como santidad: "Reza en mi columna, es un rosario. Amorátame que yo me comeré mi orgullo". En Porcelana, con un arreglo operístico con palmas superpuestas que recuerda a Carmen de Bizet, que superpone rap nada menos que en latín, español y japonés y se escucha una voz que podría ser tanto de Travis Scott como de Frank Ocean. Aquí empieza a aparecer el caos, ese amor complicado que irá guiando el resto de este movimiento. "Si crees que estoy loca, es el don con el que nací, reina del caos porque Dios me hizo así", canta en japonés.
Con Mio Cristo, Rosalía hará las delicias de aquellos que echaban de menos una interpretación como aquella en la gala de los Goya 2019 con ese Dios que llora diamantes que asegura llevar siempre con ella. “La tierra tiembla y se eleva a tu lado, pero ¿y cuándo el que no puede levantarse eres tú?", canta en italiano en una canción lírica en la que el "caos" y la "anarquía" están muy presentes.
Mov II: el desamor y el dolor
La potencia de la Sinfónica de Londres entra en este segundo movimiento de la mano de Berghain, el único single de este diso que cuenta con uno de los inicios más potentes de todo el trabajo. En ella el desamor está muy presente en su fragilidad y también con la "intervención divina" de Björk, pero acaba volviendo a lo terrenal de la mano del grito sampleado de Mike Tyson por parte de Yves Tumor.
Pero Rosalía guarda su retranca y toda sus indirectas ¿para Rauw Alejandro? con La Perla con perlitas como "campo de minas para mi sensibilidad, playboy, un campeón, gasta el dinero que tiene el que no, medalla olímpica de oro al más cabrón". ¿Que no se podía hacer una canción de despecho a ritmo de vals mientras hay sonido de cuchillos? Por supuesto que sí y si no que resucite Paquita la del Barrio porque no hay forma más elegante de hacerlo. "Por fin vas a terapia, pero de qué te sirve si mientes más que hablas. Te harán un monumento a la deshonestidad", canta la cantante que llega a hablar en la canción para cargar contra su egocentrismo: "No referirse a él como icono sería una narrativa reduccionista".
Con Mundo Nuevo y De Madrugá, Rosalía vuelve a su origen flamenco y en este primer tema recuerda incluso a Reniego de El Mal Querer. "Volver de nuevo a habitar, madre de mi corazón, por ver si en un mundo nuevo, encontraba más verdad", reza la canción con una petenera de La Niña de los Peines y la referencia a esa Pasión según San Mateo. De Madrugá, la canción que popularizó en el tour de El Mal Querer tiene un nuevo arreglo con la orquesta, presente eso sí en la edición física, donde también hay nuevos versos en ucraniano y japonés con una nueva parte que dice "no quiero la venganza".
Mov III: del amor divino
Tras esa decepción, Rosalía se entrega en este disco al amor divino de la mano de Dios es un stalker, donde exalta el amor más tóxico hacia esa divinidad. "No me gusta hacer intervención divina, pero a mi baby yo lo voy a stalkear pa’ poderlo enamorar", reza la canción con ritmos caribeños y un toque urbano. A esta le sigue La Yugular donde hace un concatenación de elementos y donde sobre un coro celestial parafrasea la filosofía sufí con "por ti destrozaría el cielo, derrumbaría el infierno libre de promesas, libre de amenazas".
A esta le sigue la oda a la libertad y la entrega divina que es la exclusiva de la edición en vinilo Focu ‘ranni donde canta en siciliano y habla de su boda frustrada con el puertorriqueño. "Quería ir de blanco y fui de violeta / Ya nadie tirará arroz al cielo, no habrá borrachera ni flores", reza uno de sus versos de la que es la canción más luminosa del disco. Pero finalmente Rosalía decide entregarse a la divinidad y al Sauvignon Blanc, donde asegura que con el amor divino le basta "ya no quiero perlas ni caviar, tu amor será mi capital” como bien hizo Santa Teresa de Jesús, en quien se inspiró para esta canción.
Con Jeanne, la otra canción exclusiva de la edición física, Rosalía canta en francés y aborda la vida de Juana de Arco desde una entrega total más que bélica. "No seré un hombre, tampoco una mujer, solo mi corazón puede nombrarme", canta. "Si me obligan a entregar las armas, será sin entregar el alma", reza uno de los versos sobre un coro que repite un continuo mantra.
Mov IV: de la denuncia feminista al perdón y el olvido
Otro de los tracks que más llama la atención dentro de la composición clásica y orquestal del disco es Novia Robot, donde hace una introducción a una fábrica de juguetes sexuales no exenta de denuncia social. “Bienvenidas a robótikas con 'K'. Un mundo de fantasía robótica femenina hecha para placer del sexo opuesto. Un auténtico robo de identidad, libertad y poder a mano armada donde todas somos invitadas. Y quien dice invitadas, dice obligadas, forzadas, rehenes, prisioneras. Con cualquiera de tus compras tienes una garantía porque nuestra póliza siempre es para quedar bien, y hacerte feliz tenga el coste que tenga”, enuncia en este tema contra la cosificación femenina en el que rapea en chino y canta en hebreo.
"Me pongo guapa para Dios, nunca pa’ ti ni para nadie, solo guapa pa’ mi Dios”, acaba cantando la catalana en este tema que vuelve a recuperar el toque más urbano del disco con reminiscencias a Motomami. "Nací para rebelarme, si la presión hace diamantes, ¿por qué entonces no estamos todos brillando?", reflexiona.
Otro de los temas más esperados es esa Rumba del Perdón, pura rumba catalana que narra la historia de venganza entre dos hombres, pero también el abandono a la familia —ese tópico de "se fue a por tabaco y no volvió— y la huida con el amante. Todo ello, con sones de violines y los versos de Estrella Morente y Silvia Pérez Cruz, sobre lo que se calla, lo que se condena y lo que se perdona.
De Cataluña a Portugal con el fado Memória junto a Carminho, que bien podría interpretarse como parte del ocaso al que se llega con Magnolias y ese entierro que evoca de un ataúd. En la canción junto a la lusa, íntegramente en lengua portuguesa, se podría intuir una pérdida de memoria debido a la vejez. "Si tú te acuerdas de mí, donde crecí y amé con quien viví y me entregué o si a algo le puse fin", canta la artista.
Rosalía cierra el disco con Magnolias, un canto a la muerte y a lo divino que espera tras el paso por lo mundano y que, casualmente es de nuevo una flor, como lo fue Sakura en Motomami. "Algún que otro navajazo me he llevado de la vida”, reflexiona la artista. "Lo que no hacéis en vida, lo hacéis en mi muerte", recuerda en otro de los versos en los que habla de lanzarle "azúcar moreno" al ataúd antes de dejar que concluya con los celestiales cantos de la Escolanía de Montserrat.
