Un niño de 3 años pesa tan solo 7 kilos, mide 75 centímetros y se niega a comer: "Normalmente solo gana entre 50 y 100 gramos al mes, y a veces incluso baja de peso"
“Es un niño especial, nuestra lucecita".
En Klaipėda, Lituania, la historia del pequeño Timukas conmueve tanto a su familia como a quienes lo conocen. Con apenas tres años, el niño pesa solo 7 kilos y mide 75 centímetros, cifras muy por debajo de lo esperado para su edad. Su sonrisa y ternura iluminan el hogar de Laura y Maksims Sivakonenko, pero detrás se esconde una lucha diaria contra una condición de salud aún sin diagnóstico definitivo.
Timukas llegó a la familia con apenas dos meses, tras ser trasladado de urgencia a un centro de acogida temporal. Desde entonces, Laura, que trabaja como cuidadora, y su esposo decidieron adoptarlo y darle un hogar permanente.
“Cuando lo recibimos estaba muy débil, no comía nada y tuvo que enfrentar incluso una sepsis, lo que complicó aún más la situación. Supimos que necesitaba una familia que lo protegiera y decidimos que seríamos nosotros”, relató la madre al medio local Lrytas.
Dificultades con la alimentación
La principal preocupación de la familia es que el pequeño rechaza casi por completo los alimentos sólidos. Sus comidas favoritas son pepino, sandía y pasta, pero las consume en cantidades mínimas. “Si come cinco bocados de pasta es un logro enorme. A veces pasa el día entero con apenas una rodaja de pepino”, explica Laura.
Normalmente, Timukas solo gana entre 50 y 100 gramos al mes, y en ocasiones incluso pierde peso. De hecho, en el pasado mes de junio bajó 110 gramos según cuentan sus padres. Los médicos advierten que si no logra aumentar lo suficiente en seis meses, podría ser necesaria una gastrostomía, aunque la familia teme los riesgos de infecciones graves.
Un diagnóstico incierto
Especialistas barajan la posibilidad de que Timukas padezca el síndrome de Silver-Russell, una rara condición genética asociada al bajo peso y talla, aunque los exámenes aún no lo confirman. También se estudia una deficiencia de hormona del crecimiento, pero la ley lituana no permite iniciar ese tratamiento antes de los cuatro años.
Mientras tanto, el niño enfrenta otros retos como problemas de visión que requerirán cirugía, dificultades motoras y retraso en el desarrollo. A pesar de ello, su carácter sociable y curioso le gana el cariño de todos a su alrededor.
Una familia unida en la esperanza
La familia Sivakonenko hacen todo lo posible para estimularlo: adaptan la casa a su tamaño, encargan ropa y calzado a medida y realizan terapias en casa. Cada bocado es una victoria, y la familia ha creado incluso un método llamado “La Cocina de Timuk” para despertar su interés por los alimentos.
“Es un niño especial, nuestra lucecita. Es muy sociable, cariñoso, nuestro osito de peluche, un verdadero amor. Aunque aún no puede expresarse con palabras, nos comunicamos con gestos y entendemos perfectamente lo que quiere. Todo lo que hacemos es por él”, afirma Laura.