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Un estudio señala que las personas que duermen mal son más propensas a creer en teorías conspirativas

Un estudio señala que las personas que duermen mal son más propensas a creer en teorías conspirativas

Ha sido realizado por la Universidad de Nottingham con 1.000 participantes.

Una imagen de archivo de un hombre que no puede dormirGetty Images

Investigadores británicos de la Universidad de Nottingham han descubierto que tener una mala rutina de sueño podría ser el escenario perfecto para caer en la desinformación y el pensamiento paranoico. 

Desde los “terraplanistas” hasta los que creen que las vacunas fueron una excusa para instalarnos microchips, el universo de las teorías conspirativas es tan amplio como desconcertante para la mayoría de personas. Ahora, el reciente estudio arroja nueva luz sobre qué podría estar detrás de esta tendencia.

Según los investigadores, las personas con problemas de sueño son más propensas a creer en teorías conspirativas, y que un factor clave en esa relación sería la depresión. Añaden que esto se debe a que la privación de sueño no solo afecta el estado de ánimo o el rendimiento diario, sino también la forma en la que percibimos y procesamos la información.

Un estudio experimental

Para realizar el estudio, los investigadores midieron la calidad del sueño de 1.000 participantes. Tras ello, les presentaron un artículo sobre el incendio de la Catedral de Notre Dame de París. A algunos se les dio la versión verídica de los hechos; a otros, una alternativa conspiranoica. Como resultado, los que peor dormían eran mucho más propensos a creer en la versión conspirativa.

“Dormir bien es crucial para la salud mental y el funcionamiento cognitivo”, relata el doctor Daniel Jolley, profesor de Psicología Social y director del estudio. “Se ha demostrado que dormir mal aumenta el riesgo de depresión, ansiedad y paranoia, factores que también contribuyen a las creencias conspirativas”.

¿Por qué dormir bien es tan importante?

Durante el sueño, el cuerpo repara tejidos, fortalece el sistema inmunológico, regula funciones vitales como el metabolismo y la presión arterial, y el cerebro procesa emociones y recuerdos. Cuando este proceso se interrumpe, la capacidad para pensar con claridad, gestionar el estrés y evaluar críticamente la información se ve comprometida.

El insomnio crónico, además de incrementar el riesgo de enfermedades físicas como la hipertensión o la diabetes, puede alterar el estado emocional, favoreciendo la irritabilidad, la ansiedad y la sensación de desconfianza hacia los demás.

El estudio de la Universidad de Nottingham no solo señala una correlación, sino que abre la puerta a nuevas estrategias de intervención. “Nuestra investigación sugiere que mejorar la calidad del sueño podría servir como factor protector contra la propagación del pensamiento conspirativo”, señala el doctor Jolley.