El hotel más frío del mundo está en el corazón de Laponia: en la ciudad que se ubica viven más perros que humanos
Una imponente construcción tan fría como hipnótica.
En las orillas del río Torne, a pocas decenas de kilómetros de Kiruna y a cientos de kilómetros al norte del círculo polar ártico, se erige una construcción tan fría como hipnótica: el Icehotel, el primer hotel de hielo del mundo e icono de la Laponia sueca. El lugar se ha convertido en una atracción global por dos razones que se refuerzan mutuamente: su arquitectura de hielo y la singular comunidad que lo acoge.
Este impresionante hotel se encuentra en Jukkasjärvi, una encantadora localidad en el norte de Suecia, donde apenas viven cientos de habitantes, con la particularidad de que alberga incluso más perros que personas. La historia del Icehotel comenzó a finales de los años 80, cuando el emprendedor Yngve Bergqvist transformó una galería de hielo en un alojamiento improvisado para unos visitantes, tal y como recoge su página web.
Desde 1989 la estructura se reconstruye cada temporada con bloques extraídos del río Torne, de modo que en primavera se derrite y regresa a la naturaleza para que el próximo invierno se alce un palacio distinto al anterior. Esta condición efímera es parte del atractivo del Icehotel, ya que nunca es exactamente igual de un año a otro, además todas sus habitaciones, muros y hasta el mobiliario están tallados a mano.
Un arte congelado
Ahora bien, dormir en una de sus suites exige aceptar requisitos poco comunes: las habitaciones permanecen habitualmente entre 5 y 8 grados bajo cero, independientemente de lo que marque el termómetro exterior. Las camas, que están talladas en hielo, se cubren con pieles de reno y sacos térmicos que permiten a los huéspedes pasar la noche sin riesgos. Muchos viajeros califican la experiencia como íntima y casi meditativa por el silencio.
A la excelencia escultórica que caracteriza al hotel se suma también un programa artístico: cada temporada llegan artistas de todo el mundo para esculpir suites temáticas que van desde catedrales góticas hasta bosques encantados, convirtiendo las habitaciones en obras de arte temporales. El imponente edificio cuenta además con un bar helado y con su propia capilla, donde se celebran numerosas bodas.
Además del hotel en invierno, el complejo cuenta con una sección permanente llamada Icehotel 365, abierta todo el año gracias a un sistema de refrigeración que se apoya en energía solar para mantener las salas de hielo incluso bajo el sol de verano. El destino ofrece también safaris en motos de nieve, paseos en trineo tirado por huskies, observación de auroras boreales y saunas y menús locales para entrar en calor tras la noche ártica.