En Holanda elogian el que califican como el pueblo español más bonito del mundo: "Sorprende su tranquilidad"
Un rincón donde el tiempo parece detenerse.

España está salpicada de pequeños municipios capaces de enamorar a cualquier viajero, lugares donde la historia se mezcla con paisajes singulares y un ritmo de vida pausado que contrasta con el bullicio urbano. Son pueblos que destacan no solo por su belleza arquitectónica, sino también por la serenidad que transmiten, la autenticidad de sus tradiciones y una naturaleza que parece enmarcada para ser admirada sin prisas.
Concretamente, hay un municipio catalán que ha llamado la atención de los medios neerlandeses: Rupit i Pruit, en la provincia de Barcelona, con una población de apenas 280 habitantes. Un reportaje publicado por InSpanje lo ha descrito como uno de los rincones más bonitos de España donde el tiempo parece detenerse y subraya que una de sus mejores cualidades es que “al regresar al pueblo, a menudo sorprende su tranquilidad”.
Este municipio de la comarca de Osona está integrado por dos núcleos urbanos, Rupit y Pruit, que fueron independientes hasta 1977. La atención extranjera no es casual, ya que la Organización Mundial del Turismo lo incluyó entre los destinos reconocidos en su programa de ‘Best Tourism Villages’, un sello que valora la conservación del patrimonio, la sostenibilidad y la calidad de la experiencia turística.
Patrimonio y naturaleza
Rupit i Pruit conservan un caserío medieval de casas de piedra, balcones de madera y calles empedradas que se organizan alrededor de restos de fortificaciones y de la iglesia parroquial. Ambos núcleos están unidos por un puente colgante sobre la riera que ejerce como puerta natural al casco histórico, y a poco más de un paseo se encuentra el Salt de Sallent, la cascada más alta de Cataluña, rodeada de numerosas sendas que se adentran en el entorno protegido del Collsacabra.
Esa combinación de patrimonio y naturaleza es, precisamente, uno de los argumentos que han colocado a Rupit en el foco de los grandes medios neerlandeses. Además, se encuentra a poco más de 100 kilómetros de Barcelona, por lo que es accesible en coche por carreteras sinuosas de montaña. Los visitantes recomiendan evitar los fines de semana de mayor afluencia y optar por primavera u otoño para disfrutar del pueblo con calma.
El municipio ha apostado por medidas sencillas pero efectivas para preservar su imagen: restauraciones con materiales locales, limitación de nuevas construcciones en el casco histórico y aparcamientos exteriores que evitan el tránsito rodado en las calles más estrechas. Estas prácticas son varios ejemplos de cómo conjugar afluencia turística y protección del patrimonio. Además, la región es conocida por su cielo nocturno, prácticamente libre de contaminación lumínica.
