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Un auxiliar de vuelo explica por qué en los aviones siempre hace frío: te están protegiendo

Un auxiliar de vuelo explica por qué en los aviones siempre hace frío: te están protegiendo

El experto explica que los pasajeros son más propensos a desmayarse si la temperatura supera los 24 °C.

Azafata cerrando una de las puertas de equipaje de mano en un vuelo de aviónGetty Images

Cuando viajamos en avión, los profesionales que deciden la temperatura a la que viajan tanto los pasajeros como la tripulación son los pilotos, no los auxiliares de vuelo. La cuestión es que este tema, que puede a veces incomodarnos, ya que, por lo general, solemos pasar algo de frío, es importante para la salud de los viajeros.

Y es que nunca se deben evitar las temperaturas bajas, ya que pueden ser beneficiosas para la salud y la seguridad de los pasajeros. Los miembros de la tripulación encargados de vigilar regularmente que la temperatura a la que esté el avión, deben encargarse de que no supere los 23 °C, por ejemplo, para un avión grande, es decir, los que pueden llevar más de 600 pasajeros a bordo.

El motivo principal es que los pasajeros son más propensos a desmayarse si la temperatura supera los 24 °C. Además, el aire más frío ayuda a contrarrestar los efectos del ambiente seco y presurizado de la cabina, que puede contribuir a la deshidratación y los mareos. Así lo ha explicado al Mirror Jay Robert, miembro de tripulación de cabina internacional y creador de la web A Fly Guy's Cabin Crew Lounge.

El mercurio frío no es necesariamente malo y podría mejorar la experiencia de vuelo. "Cuando el avión está en la puerta de embarque, se enfría mediante un sistema de aire acondicionado externo. Una vez en el aire, la aeronave utiliza su sistema de refrigeración interno, alimentado por los motores", explica este experto.

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Soy redactora en HuffPost España, donde escribo de temas sociales y estilo de vida.

 

Sobre qué temas escribo

Hablo cada semana sobre varios temas en los que nos aporta una nutricionista sus consejos para llevar una vida saludable, sigo los temas de okupaciones en todo el mundo e intento reflejar cómo los problemas y las buenas noticias nos afectan ya de forma global con ejemplos de casos de particulares y poniendo el foco en especial en estudios científicos que demuestren todos los avances que estamos viviendo.

 

Mi trayectoria

Estudié Periodismo en la Universidad Complutense e hice el Máster de Periodismo de la UAM/ELPAÍS, así como el de desarrollo de directivos de PRISA y el IESE. He sido jefa de diversas secciones en EL PAÍS, después, directora de comunicación en diversos organismos, pero, sobre todo, lo que me gusta es escribir. Por eso estoy aquí, para contar historias y buscar temas exclusivos para los lectores. Antes de todo esto, mi especialidad fue durante años la educación. Soy madrileña, de padre catalán y abuelos vascos y de las dos castillas, por lo que me siento de toda España y no entiendo tanta confrontación. Y, sobre todo, me considero muy europea. He recibido el Premio de Periodismo de la Fundación Conocimiento y Desarrollo, así como el Premio de Periodismo Educativo Esteban Barcia. He escrito un par de libros sobre El papel de los padres en el éxito escolar de los hijos.

 


 

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