Las tareas de rescate se enfrentan a dificultades por el riesgo de aludes y réplicas y, también, por la dictadura que atenaza al país e impide la asistencia correcta y la rendición de cuentas. Ni a la prensa dejan entrar para ver qué pasa.
Hay testigos que han visto derrumbarse edificios de cinco plantas en esta urbe corazón del budismo y una mezquita en plenas oraciones. El seísmo también se ha sentido en la capital tailandesa, en Bangkok, donde se han vivido auténticas escenas de pánico en las calles: al menos 10 personas murieron y más de 100 continúan desaparecidas.
Está detenida desde el golpe de Estado del 1 de febrero de 2021 y sobre ella pesan condenas que suman hasta 33 años de cárcel. Sólo se anulan cinco de 19 penas.
Se les rompió el motor y se quedaron sin alimentos ni agua ni medicinas. Al menos 20 de ellos han muerto en el camino y muchos supervivientes están ahora en el hospital.
La sublevación militar se llevó a cabo bajo la excusa de un supuesto fraude fiscal del Gobierno democrático de Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz.