Las manifestaciones se han extendido por todo el país galo. Según datos oficiales, alrededor de 121.000 personas han salido a la calle para reivindicar mejoras laborales.
Este 1 de mayo, hay casi 50 millones de empleados que tienen poco que celebrar: son los forzados, los obligados por la servidumbre, la explotación sexual o la trata de personas. Con ellos, mafias y otros desalmados ganan 218.000 millones al año.
El Gobierno de coalición superó por primera vez el umbral de los 21 millones de personas ocupadas. Los retos futuros son la reducción de la jornada laboral hasta las 37,5 horas y la consecución del pleno empleo.
Este Primero de Mayo hay que salir a las calles. Por los lemas que nos concitan desde las organizaciones sindicales. Y por la defensa de la democracia.
Es imprescindible volver a tomar el pulso a todas nuestras luchas y reivindicaciones en las calles, tras muchos meses de parón a causa de las medidas sanitarias.
Tenemos como retos de futuro inmediato la derogación de los aspectos lesivos de la reforma laboral y la elaboración del Nuevo Estatuto de las Personas Trabajadoras.
Este 1 de Mayo debe ser un reconocimiento explícito a todas las personas trabajadoras que han formado parte de los servicios esenciales durante la pandemia.