¡El horror! ¡El horror!
Todas las posibles cadenas de explicaciones causales se rompen en mil y mil pedazos ante la dimensión descomunal del horror de un hecho como el de anoche en Niza, con esos ciudadanos de carne y hueso (no figuras poéticas de ningún irresponsable análisis pretendidamente sesudo) perdiendo la vida de una manera brutal y sumamente cruel.