Acaba de pasar la selectividad. Nervios, presión, angustia, noches sin dormir, cansancio, estrés... Cualquiera que haya acompañado estos días a sus alumnos de bachillerato habrá podido escuchar cómo se quejan por tener que pasar esta asfixiante prueba. No les parece justa. No mide sus capacidades, sino su resistencia.