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Calviño: rendición de cuentas

Calviño: rendición de cuentas 

"Es hora de reconocer que Pedro Sánchez tuvo uno de sus mayores aciertos cuando incorporó a su gobierno a Nadia Calviño".

Nadia CalviñoEFE

Nadia Calviño, ministra de Economía de España desde el 7 de junio de 2018 al 29 de diciembre de 2023, vicepresidenta del gobierno durante el periodo, presidenta del Banco Europeo de Inversiones desde comienzos de 2024, acaba de publicar un denso libro de memorias —“Dos mil días en el Gobierno”, Plaza & Janés— en el que pasa revista a su ejecutoria desde que Pedro Sánchez la incluyó en su primer gabinete hasta que ella consideró que su ciclo había concluido y aceptó la propuesta de dirigir una de las instituciones económicas más importantes de la Unión Europea. Calviño no tenía carné de partido pero pertenece al Cuerpo Superior de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado y desde 2006 ha escalado puestos en Bruselas como funcionaria de instituciones europeas.

El género literario de las memorias es muy heterogéneo, y abundan sobremanera los textos que tratan de justificar, mejorándola, una determinada trayectoria vital. En este caso, que quizá cree escuela, Calviño realiza una completa rendición de cuentas política de su trabajo, en la que describe con pormenor la tarea realizada en un país que acababa de dejar atrás la mayor crisis económico financiera de las últimas décadas, que estaba muy lejos de haber remontado el gran bache y que a principios de 2020 se embarcaría, como toda la comunidad internacional, en una gran pandemia, que lógicamente amenazaba con frustrar toda la tarea de salvamento realizada.

Con una sobriedad impecable, Calviño explica paso a paso su labor minuciosa, que es la de un experto que aplica con pulso firme sus conocimientos y su experiencia a los problemas que se encuentra en el camino. Sería inútil resumir aquí la tarea de cinco años y medio de dedicación intensiva que se describe en el libro, pero algún ejemplo aclarará lo que se quiere decir.

En el capítulo XXI, “La larga sombra de la crisis financiera”, explica la autora su llegada al gobierno: «Tras la tormenta perfecta que supuso la crisis bancaria iniciada en Estados Unidos y contagiada después a todo el mundo […], España se convirtió en símbolo de todos los males, entrando en una espiral destructiva que rompió la confianza de los inversores, hundió las finanzas de empresas y familias, debilitó las hechuras del contrato social y forzó a elegir entre emigración y precariedad a una generación de jóvenes bien formados […] Todo estaba por hacer cuando llegamos al gobierno en 2018. La inversión productiva y el empleo se encontraban muy lejos de los niveles previos a 2008, y los cuatro años de crecimiento económico (2014-2018) no se habían aprovechado para corregir los desequilibrios fiscales y tratar de recuperar los miles de millones de recursos públicos enterrados en el rescate de las entidades financieras, sino para tratar de bajar impuestos, enfrentarse a las autoridades europeas y ganar competitividad internacional a base de precios y salarios bajos».

«Aunque en su día se prometió que el rescate financiero no constaría un euro a los ciudadanos españoles —sigue diciendo Calviño—, lo cierto es que los problemas y pasivos contingentes heredados eran enormes todavía en 2018, con tres grandes frenos que lastraban las cuentas públicas y al propia mercado inmobiliario español». Estos frenos eran la promesa de privatización de Bankia —«símbolo de la gestión desastrosa de las cajas de ahorros durante la burbuja inmobiliaria y financiera»—, que ya se había iniciado tímidamente con la venta de alguna participación pública en la entidad; la urgencia de resolver la delicada situación de la Sareb, el “banco malo”, y la necesidad de abordar el sobreendeudamiento: «la ratio de la deuda pública sobre el PIB de España había subido (en 2018) en sesenta puntos de PIB en diez años y el país había recibido un crédito de 41.000 millones de euros del Mecanismo Europeo de Estabilidad, que se había utilizado para recapitalizar los bancos —entre ellos Bankia—; en 2018 todavía quedaban pendientes de devolver 26.000 millones de euros, pero esa inyección de recursos no había resultado en un aumento del crecimiento potencial del país o una mejora de la calidad de vida de los ciudadanos”.

Ese recuento de problemas que se describe en el capítulo 21 del libro está acompañado de una descripción pormenorizada de las soluciones, que no se improvisaron en absoluto y que se aplicaron sin alardes… «Hemos trabajado mucho y hablado poco. Y los buenos resultados han validado esta manera de hacer las cosas». Por lo demás, Calviño tenía aprendidas las terapias, y así lo reconoce paladinamente: «gracias a mi intensa experiencia durante la Gran Crisis Financiera, tanto en la Dirección General de Competencia como en la de Servicios Financieros, había visto de primera mano desde la Comisión Europea muchas fusiones bancarias».

La formación académica y la experiencia profesional de Calviño fueron igualmente de gran utilidad en la pandemia, cuando el confinamiento congeló la actividad económica y era necesario conseguir que las empresas del sistema no se destruyeran al hilo de la paralización. Calviño, en estrecho contacto con Bruselas, consiguió que nuestro país se beneficiase de un instrumento nuevo, los Fondos de Reestructuración y Resiliencia, que dotaron unos ERTES capaces de salvar el sistema productivo.

En España, el nivel de los políticos se ha correspondido casi siempre con el promedio mediano de la ciudadanía, y las decisiones partidarias y electorales se han supeditado más a las características temperamentales de los candidatos que a su preparación técnica, a su capacidad de gestión, a su currículum en una palabra. La capacidad de liderazgo existe, y es relativamente independiente de otras habilidades, pero en una democracia madura sería prudente y razonable que las aptitudes y la experiencia fueran el ingrediente causal más relevante de las decisiones.

Así, es hora de reconocer que Pedro Sánchez tuvo uno de sus mayores aciertos cuando incorporó a su gobierno a Nadia Calviño, en momentos de grave inestabilidad política y de franco naufragio económico. En realidad, el tándem Calviño-Borrell dio a aquel ejecutivo no solo la credibilidad que alcanzó dentro y fuera de España sino la solvencia y la capacidad para emprender un rumbo productivo y claro y —aunque entonces no se sabía— para sortear las tremendas procelas que se abatieron sobre nosotros.

Nadia Calviño era y es independiente, como revela en el mencionado libro, aunque no oculta sus simpatías por el socialismo y la izquierda. Y como se ha dicho y es notorio, Calviño ocupa hoy un destino dorado, que sin duda merece y que también aporta importantes activos a nuestro país. Pero a muchos nos gustaría que, después de este servicio a la Unión Europea, que beneficia también a España, regresase a estos pagos donde habita la gran izquierda moderada, que quizá en algún momento podría necesitarla y designarla para regresar con su atinada capacidad a la cúspide de las instituciones de gobierno.

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Mallorquín, de Palma de Mallorca, y ascendencia ampurdanesa. Vive en Madrid.

 

Antonio Papell es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos del Estado, por oposición. En la Transición, fue director general de Difusión Cultural en el Ministerio de Cultura y vocal asesor de varios ministros y del Gabinete de Adolfo Suárez. Ha sido durante más de dos décadas Director de Publicaciones de la Agencia Española de Cooperación Internacional (Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación). Entre 2012 y 2020 ha sido Director de Comunicación del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y director de la centenaria Revista de Obras Públicas, cuyo consejo estuvo presidido en esta etapa por Miguel Aguiló. Patrono de la Fundación Caminos hasta 2024, en la actualidad es asesor de la Fundación. Ha sido durante varios años codirector del Foro Global de la Ingeniería y Obras Públicas que se celebra anualmente en colaboración con la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo en Santander.

 

Fue articulista de la agencia de prensa Colpisa desde los años setenta, con Manu Leguineche; editorialista de Diario 16 entre 1981 y 1989, editorialista y articulista del grupo Vocento desde 1989 hasta el 2021; y después de unos meses como articulista del Grupo Prensa Ibérica, es articulista del Huffington Post. También publica asiduamente en el diario mallorquín Última Hora. Ha sido colaborador del Diario de Barcelona, El País, La Vanguardia, El Periódico, Diario de Mallorca, etc. Ha participado y/o participa como analista político en TVE, RNE, Cuatro, Punto Radio, Cope, TV de Castilla-La Mancha, La Sexta, Telemadrid, etc. Ha sido director adjunto de “El Noticiero de las Ideas”, revista de pensamiento de Vocento. Ha publicado varias novelas y diversos ensayos políticos; el último de ellos, “Elogio de la Transición”, Foca/Akal, 2016.

 

Asimismo, ha publicado para la Ed. Deusto (Planeta) sendas biografías profesionales de los ingenieros de Caminos Juan Miguel Villar Mir y José Luis Manzanares. También es autor de un gran libro conmemorativo sobre el Real Madrid: “Real Madrid, C.F.: El mejor del mundo” (Edit. Global Institute).