Marlaska, de nuevo en el punto de mira: historia de resiliencia del ministro más reprobado
Moncloa le desautoriza y rescinde su contrato de compra de balas a Israel. ERC, Bildu y BNG ya han pedido que comparezca para dar explicaciones e IU le lanza el aviso: "Cuando te rectifican, tienes que hacértelo mirar".

Fernando Grande-Marlaska, de nuevo en el punto de mira. El Gobierno ha decidido este jueves rescindir de forma unilateral el contrato de compra de munición a la empresa israelí IMI Systems pese a que el Ministerio del Interior se comprometió en octubre del año pasado "a no vender ni comprar armamento al Estado israelí", tras el estallido "del conflicto armado en el territorio de Gaza".
Este miércoles, la Cadena SER adelantaba que Interior compró a Israel algo más de 15 millones de balas para la Guardia Civil, después de que la Abogacía del Estado recomendara que no se rescindiera el contrato dado el coste que podría suponer por el avanzado estado de tramitación. De este modo, la semana pasada se formalizó el contrato por un importe que supera los seis millones de euros. Hoy mismo se ha publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE).
La adjudicación por los acuerdos con Israel hizo que Sumar pusiera el grito en el cielo e Izquierda Unida, formación integrada dentro de la plataforma de Yolanda Díaz, dejó entrever su posible salida del Gobierno si el contrato no se anulaba. "No basta ya con pedir explicaciones, nosotros nos posicionamos claramente en que ese camino y ese carril no lo vamos a recorrer", señaló ayer el líder de IU, Antonio Maíllo.
Este jueves, tras horas de un intenso debate, el Ejecutivo ha decidido anular el contrato "de forma unilateral". Concretamente, la junta de inversión de material de doble uso denegará a la compañía el permiso de importación de este material a España por razones de interés general y, acto seguido, el Ministerio del Interior rescindirá el contrato. La Abogacía del Estado y los ministerios implicados ya están estudiando posibles reacciones legales y reclamaciones por parte de la compañía afectada.
La polémica, sin embargo, podría no quedarse aquí. Desde que el presidente del Gobierno afirmase que no existen operaciones de "compraventa de armas" con compañías israelíes, los ministerios de Interior y Defensa han adjudicado varios contratos de suministro de armamento. En concreto, la cartera de Marlaska tiene formalizado sólo este año un contrato por suministro de prendas antibalas de más de 500.000 euros y adjudicado en enero otro de suministro para repuesto de pistolas.
La presión de Pedro Sánchez para que Interior rescindiera el contrato de las 15 millones de balas ha puesto de nuevo entre la espada y la pared a Marlaska, el ministro en activo que acumula más reprobaciones tanto en el Congreso como en el Senado. Hoy mismo, Maíllo le ha lanzado un mensaje para que extraiga conclusiones sobre su futuro: "Obviamente cuando a ti te rectifican, tú tienes que hacértelo mirar". ERC, Bildu y BNG han pedido, por su lado, que comparezca en el Congreso para hablar de los acuerdos con Israel. El ala socialista del Gobierno, sin embargo, le apoya. Su compañero en el Consejo de Ministros, Óscar López, ha dicho que hace una "gestión impecable" dirigiendo un ministerio "complicado" y que "desde luego no es la concejalía de festejos de un pueblo".

Lo cierto es que Marlaska es un ministro eternamente acorralado, pero también uno que disfruta de siete vidas (políticas). En 2023, se convirtió en el titular de su cartera más longevo de la historia de la democracia, pese a estar continuamente cuestionado.
Suma en total tres reprobaciones consumadas y otras 24 solicitadas. La primera llegó en febrero de 2023 cuando el Congreso le censuró por su gestión de la tragedia ante la valla de Melilla, suceso en el que murieron 23 inmigrantes al intentar entrar en España. La iniciativa, impulsada por el PP, recibió el respaldo de Vox, Ciudadanos, ERC, Junts y el BNG. Al juez de procesión le afearon entonces “su falta de sensibilidad, la ocultación de información, los datos falsos facilitados y sus mentiras vertidas en sede parlamentaria”.
Las otras dos reprobaciones han ocurrido ya en esta legislatura a raíz del mismo suceso: la muerte de dos guardias civiles tras la embestida de una narcolancha en Barbate (Cádiz) el pasado 9 de febrero. Tanto el Congreso como el Senado criticaron abiertamente al ministro por “no dotar de los medios suficientes a la Guardia Civil para combatir el narcotráfico en la comarca del Campo de Gibraltar”.

Tras las generales del 23-J, los pronósticos señalaban que Sánchez se desprendería de un ministro azotado por la derecha, pero también por algunos de los teóricos socios de izquierda del Gobierno, desde ERC a Bildu pasando por Podemos. Sin embargo, el bilbaíno se mantuvo al frente de su cartera. No le pesó la gestión de los disturbios por la sentencia del 'procés' o la crisis profunda con Marruecos como la entrada masiva en Ceuta de ciudadanos del país vecino en 2021. O, por supuesto, la mencionada tragedia en la valla de Melilla.
Marlaska ejerce su cargo en la cuerda floja de manera constante. Algunos creen que su salto a la política ha derribado la imagen excelsa y brillante que se había labrado como magistrado, especialmente por su labor contra ETA. Bajo su mandato, el ministro ha dado luz verde al goteo masivo de acercamiento de presos etarras a cárceles del País Vasco.
Parte de las asociaciones de víctimas del terrorismo censuran su gestión y la AVT le despojó de la Cruz de la Dignidad que le había otorgado en 2017 por su “radical cambio” en la lucha contra ETA. Le critican, además, que haya cedido las competencias de prisiones al gobierno vasco o se sigan sucediendo los homenajes públicos a presos etarras.
A nivel interno, Marlaska llevó a cabo una notable purga en la Guardia Civil al destituir a dos de los mandos más emblemáticos: los coroneles Manuel Sánchez Corbí y Diego Pérez de los Cobos. El Supremo avaló la decisión sobre el primero, pero anuló el cese del segundo.
En esta legislatura, Interior también ha tenido que esquivar las críticas por el pacto en las fronteras que da más poder a los Mossos, la salida de la Guardia Civil de Tráfico en Navarra o las presiones de los independentistas catalanes para reconvertir la comisaría de la Policía Nacional de Vía Laeitana, en Barcelona, en un centro de memoria democrática.
Pero Marlaska lo resiste todo confiado en el lema que tiene tatuado en su muñeca derecha: “Ni pena ni miedo”, la misma que el poeta chileno Raúl Zorita excavó con letras gigantes en el desierto de Atacama. La eterna resiliencia de un ministro que parece tener una vida política infinita.