Qué es el 'genderwashing' y cómo afecta negativamente al feminismo

Qué es el 'genderwashing' y cómo afecta negativamente al feminismo

Algunas empresas, marcas o instituciones aprovechan la lucha de las mujeres sin implementar cambios reales. 

El puño en alto como símbolo de reivindicación feminista.Getty Images

El 8M es sinónimo de calles teñidas de morado, reivindicaciones y repaso de todo lo que falta por hacer en materia de igualdad. Es también el momento en el que empresas, marcas e instituciones se ponen el lazo morado y despliegan todos sus logros feministas, aunque lo que hay detrás de esa fachada no siempre es compromiso con las mujeres.

En los últimos años ha comenzado a hablarse de genderwashing para definir a las empresas o instituciones que utilizan el feminismo para hacer caja de la misma forma que el greenwashing para la sostenibilidad o el pinkwashing para mercantilizar las reivindicaciones del colectivo LGTBI.

María Olivella, politóloga, antropóloga y coordinadora de la Unidad de Igualdad de la UOC, cree que la definición de genderwashing se puede dividir en dos partes. “Por un lado es utilizar la lucha feminista para el marketing, el posicionamiento o la notoriedad de una marca, empresa o institución. Y una segunda parte es que se trata de una especie de ideología que se podría definir como la alianza del neoliberalismo con el feminismo, una manera de entender que el feminismo es eso”, explica la experta. “Hacer apuestas desde el discurso y la notoriedad sin hacer cambios estructurales en las organizaciones o en las empresas y sin ir a cambios prácticos, solo es discursivo”, añade Olivella.

Según la politóloga, este fenómeno puede apreciarse de muchas formas diferentes “desde el naming, hasta el tema de alianzas”. “Cuando de repente vemos que una empresa hace una alianza con una organización feminista, pues ya está haciendo su genderwashing. También cuando hace lo que se llama un proyecto seta, que podría ser un seminario de debate pero que no va acompañado de un objetivo. ¿Esto lo estamos haciendo para definir qué? Es un proyecto desubicado”, explica Olivella.

"Por un lado es utilizar la lucha feminista para el marketing, el posicionamiento o la notoriedad de una marca, empresa o institución. Y una segunda parte es que se trata de una especie de ideología que se podría definir como la alianza del neoliberalismo con el feminismo"
María Olivella, sobre el 'genderwashing'

La experta también cita las “normativas no vinculantes” que se implementan en algunas empresas sin llegar a cambiar nada y, por supuesto, campañas publicitarias. “Con un relato que utiliza la igualdad de género, feminismo o incluso utilizar a mujeres y su imagen como token, como monedas de cambio”, detalla Olivella. La politóloga confirma que cuando se acerca el 8 de marzo estas prácticas se intensifican.

“Utilizan eso para la marca y como empresa pues igual ni siquiera tienen un plan de igualdad, no lo tienen bien dotado, no toca los temas necesarios como recursos humanos, cultura organizacional o transformación del objetivo de la propia empresa”, se lamenta Olivella.

El genderwashing también se ha utilizado para blanquear la presencia de mujeres dentro de una empresa, trasladando de cara al público que hay un gran número de trabajadoras, pero sin revelar que la mayoría de estas empleadas no ocupan puestos de responsabilidad. A día de hoy, según el índice de ClosinGap sobre la brecha de género en posiciones de liderazgo, las mujeres solo ocupan un 25,8% de los puestos de responsabilidad en las tres grandes esferas de poder del informe: política, medios de comunicación y grandes empresas.

Según el informe, solo se podría empezar a hablar de paridad a partir de un 40%, por lo que a España todavía le queda mucho camino que recorrer en este aspecto. De hecho, el índice coloca a España por debajo de la media europea de países con mujeres en puestos de responsabilidad y liderazgo, que se sitúa en un 26,8%.

Olivella, que insiste en que el genderwashing es "ir a los discursos y no a las prácticas", defiende que hay que cambiar las cosas desde dentro de las empresa. "Es tocar la política de selección de personal, de promoción interna, de retención, de retribución, de conciliación, de diversidad, de acoso... eso es transformar una institución", defiende la politóloga. 

Las consecuencias del 'genderwashing'

El feminismo no es el único movimiento al que afectan fenómenos como el genderwashing, sino que también existen los ya citados greenwashing o pinkwashing. Para la Olivella, esto no es más que "la facilidad que tiene el neoliberalismo de sobrevivir y aprovecharse de las reivindicaciones". "Es la gran capacidad que tiene este sistema", defiende la politóloga. 

"Creo que el 'genderwashing' es el causante de este estado de perplejidad en el que nos encontramos, en el que vemos muchísimos discursos feministas pero decimos, ¿por qué no mejoran las cosas?"
María Olivella

Además de aprovecharse de reivindicaciones legítimas, el genderwashing no es inocuo, según la experta, afecta directamente a la lucha por la igualdad. "Creo que es el causante de este estado de perplejidad en el que nos encontramos, en el que vemos muchísimos discursos feministas pero decimos, ¿por qué no mejoran las cosas?", reflexiona Olivella. 

La mejora está en los cambios en el hueso de las desigualdades de poder", recuerda la politóloga, que señala que no solo las empresas o las grandes instituciones hacen genderwashing, también "lo pueden hacer los países, las personas, los gobiernos, los partidos políticos".

"Es verdad que mejor eso que no ciertos discursos superretrógrados o estos anuncios que ha recuperado TVE, que metes el año en que naciste y te enseña los anuncios machistas que había. Mejor eso que lo otro, pero el cambio se tiene que hacer por otro lado. El compromiso se demuestra en lo otro", defiende Olivella. 

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España, esa sección en la que intentamos contar el lado hedonista de la vida sin dejar de lado otras realidades.

  

Sobre qué temas escribo

Como redactora de LIFE, escribo sobre temas de cultura, moda, belleza o estilo de vida. También he abordado temas de medioambiente, feminismo o sociales, pero donde más cómoda me encuentro es explorando la relación de la moda con otras disciplinas culturales o su impacto social, y sobre todo lo que tenga que ver con el cuidado de la piel.

 

Siempre desde una perspectiva cercana, he tratado cuestiones como la estrategia del Museo del Prado para triunfar a través de sus redes sociales, explicado cómo Melania Trump utilizó su armario como arma política o desmentido bulos relacionados con la protección solar. Es probable que el 80% de los temas que he publicado se hayan escrito mientras sonaban Beyoncé, Oasis y Arctic Monkeys. Además, también me encargo de preparar el boletín de LIFE que enviamos cada sábado intentando resumir la actualidad de la semana.

 

Mi trayectoria

Nací en Vigo en 1992 y desde que tengo uso de razón siempre quise ser periodista. La única excepción fue la época en la que tuve fantasías con ser pintora, pero descarté rápido la idea cuando mis padres me anotaron a clases y me di cuenta de que no era lo mío. Estudié Periodismo en la Universidad de Santiago de Compostela (USC), donde me gradué en 2014 después de pasar un año en Roma que me hizo apreciar todavía más la cultura italiana. Dejé Galicia para mudarme a Madrid en 2015 y cursar el Máster de Periodismo Cultural en la Universidad San Pablo Ceu. Aprendí en Radio Galega y en Pentación Espectáculos, donde descubrí lo que hay detrás de producciones de teatro y de grandes eventos como el Festival de Mérida. Colaboré puntualmente con Guía Repsol o la revista L'Officiel y llegué a El HuffPost en 2016, donde empecé compaginando mi trabajo como redactora de Branded Content con temas para la sección de tendencias, que terminó convirtiéndose en LIFE, donde actualmente soy una de las redactoras. Fui finalista en los Premios Ecovidrio de 2017.

 


 

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