El doble reto de ser mujer y científica en España

El doble reto de ser mujer y científica en España

El techo de cristal, la falta de inversión, la escasa conciliación... las dificultades a las que se enfrentan las investigadoras y que, paso a paso, comienzan a reducirse.

Elena García Armada (arriba izda.), María Antonia Blasco (abajo izda.), Mar Gómez (arriba dcha.) y Sana Khouja (abajo dcha.)HP

Un talento infinito con unos recursos limitados. La radiografía de la ciencia en España es tan conocida como desesperante para sus profesionales. Sin embargo, la lucha no es idéntica para todos. Aún en 2022, ser mujer y científica es un doble reto al que, pese a todo, cada vez más investigadoras se enfrentan.

A la falta de inversión que sigue sufriendo toda la comunidad científica nacional se le suman aspectos que permanecen en la sociedad, como la dificultad para conciliar vida laboral y personal, el aún evidente ‘techo de cristal’ o la discriminación. Lacras que, paso a paso, van desapareciendo pero cuyo camino aún se antoja largo.

Este 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fiesta que sirve para poner de relieve las figuras de grandes investigadoras españolas. Y también las necesidades a las que dan voz cuatro de las más destacadas de ámbitos como la Biología, la Física, la Meteorología, la Robótica o la Innovación, que han compartido sus experiencias con El HuffPost.

No es un día cualquiera, expone la doctora María Antonia Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. “Como el 8-M, que todos los días sean el 11-F”, pide.

Elena García Armada

La doctora García Armada (Valladolid, 1971) es una de las referentes mundiales en el campo de la robótica. Bajo su liderazgo, un grupo del CSIC ha desarrollado el primer exoesqueleto biónico del mundo para niños con atrofia muscular espinal. Es además la fundadora y directora de Marsi Bionics, empresa surgida para profundizar en la investigación de métodos de rehabilitación física de pacientes.

De su laureada experiencia profesional extrae un relato de la ciencia en España con una doble dimensión. “Nuestros organismos públicos de investigación y universidades están en el top 10 de la ciencia mundial. Sin embargo, pasearse por un centro de investigación es ver laboratorios insuficientemente dotados, equipos mermados, contratos temporales poco competitivos y poca estabilidad. Todo esto viene de más de una década de recortes en el I+D, que aunque se ha ido recuperando últimamente, no es suficiente. La inversión debe duplicarse para que los esfuerzos de los investigadores materialicen en el progreso de la sociedad”.

El techo de cristal está muy presente en la investigación. Cuanto más arriba, menos mujeres. Romperlo es complejo, porque es cultural y es una transformación social que verá sus frutos en los próximos años
Elena García Armada

Pero, como remarca, invertir más no es solo dar más dinero, sino saber encauzarlo. Va más allá a la hora de plantear retos inmediatos para el sector. “La necesaria permeabilidad entre los dos mundos, el académico y el mercado para favorecer la transferencia, y la necesidad de una inversión competitiva en las fases de creación y crecimiento de las startups son retos a resolver en el menor plazo posible si no queremos perder el tren del progreso”. Ve pasos adelante con las últimas iniciativas, entre las que cita la actualización de la Ley de la Ciencia y la ley de startups, que al menos “buscan solución a algunas de las cuestiones, pero aún necesitamos un cambio de conciencia”.

Ese cambio de conciencia afecta y mucho al hablar del papel y del trato que recibe la mujer. O, lo que es lo mismo, la existencia del ‘techo de cristal’, el límite que encuentran muchas mujeres para ascender en sus empresas. “Existe y está muy presente en la investigación. Cuanto más arriba, menos mujeres. Romperlo es complejo, porque es cultural y es una transformación social que verá sus frutos en los próximos años”, lamenta.

La doctora García Armada traspasa fronteras. Un espejo en el que muchas hoy estudiantes o aficionadas al mundo de la ciencia quieren mirarse. No le pesa, admite. Desde el recuerdo y el respeto a quienes le precedieron, apunta que “los modelos que tienen el poder de inspirar a la juventud somos los de hoy y ahora”. “Sí siento que formo parte de este conjunto de mujeres que hoy somos modelo y referencia con nuestro ejemplo, con nuestro trabajo, para que las nuevas generaciones se formen con chicas y chicos, todos ellos sintiéndose igualmente capaces de contribuir al progreso de nuestra sociedad”.

Maria Antonia Blasco

La doctora Blasco (Verdegás, Alicante, 1965) es otra de las grandes figuras de la ciencia española, sin distinción de género. Habitual de todos las listas de popularidad y relevancia, esta doctora en Bioquímica y Biología Molecular es la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) desde 2011 y colecciona premios y menciones.

Presume orgullosa, pero no de su hoja de servicios, sino del prestigio que tiene la ciencia nacional. “Tenemos hasta 50 centros y unidades con acreditación de excelencia de que son de los mejores del mundo en su especialidad”, entre ellos el suyo. Coincide con su colega y no lo pinta todo tan bonito, porque más allá del talento y de la experiencia, asume las necesidades: apostar de verdad por la ciencia y reducir las trabas administrativas:

“Esto no va de dar dinero en sí, sino apostar por programas de investigación como se hace en Europa, porque en España si no recibes dinero europeo es muy difícil investigar. Y hay que quitar barreras burocráticas y darle más reconocimiento al autor. Nos queda mucho por hacer para igualarnos con Europa”, sostiene.

En ese reconocimiento al autor sale la necesidad de apostar por el talento femenino. Visibilidad, proyección son sus requerimientos. “Ponerles cara y nombre a las investigadoras ayuda mucho. Pienso en mis referentes, que son mujeres”. Cita a la gran leyenda de la ciencia española, Margarita Salas, fallecida en 2019 y “de la que aprendí todo”, o a Carol Greider, premio Nobel de Medicina en 2009, “con quien trabajé”.

En España si no recibes dinero europeo es muy difícil investigar
Maria Antonia Blasco

Desde lo alto de uno de los organismos punteros de la ciencia nacional, la doctora Blasco no es ajena al techo de cristal que “se ha empezado a romper pero existe”. Sobre todo, lamenta, en los puestos directivos. “Entre los que tienen el poder para decidir aún no hay un 50%. Lo estamos cambiando, pero es cierto que ocurre en todo el mundo”. Para ello, defiende la necesidad de una palabra clave, la ‘conciliación’, facilitar los recursos para que las mujeres no tengan que elegir entre trabajo o familia. ”¿Si es viable dar un paso adelante en los próximos años? Yo creo que sí, pero desde luego si no se hace nada no se va a conseguir nunca”.

Lanza una última petición aprovechando el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia: “Como ocurre con el 8-M, aquí necesitamos que todos los días sean este 11-F”.

Mar Gómez

Esta doctora en Físicas y responsable de eltiempo.es (Madrid, 1985) es uno de los rostros más conocidos en televisiones y medios escritos al hablar de meteorología y otros fenómenos atmosféricos. Comparte el primer diagnóstico de sus colegas cuando se le pregunta por el estado de la ciencia nacional.

“La pandemia ha sido un buen ejemplo para poner de manifiesto la falta de recursos y apoyo. No puede ser que llegue el coronavirus y nos echemos las manos a la cabeza porque no tenemos recursos y que hablemos del cambio climático y nos echemos las manos a la cabeza porque tampoco hay recursos”, apunta mirando directamente a los gobernantes. “Nosotros podemos quejarnos, reclamar, pedir... pero el dinero lo manejan ellos, aunque es un dinero de todos”, continúa, con un punto de disgusto en su voz.

Las mujeres aún somos menos del 30% de los investigadores del mundo, esto no es solo de España
Mar Gómez

Ve varios problemas en la ciencia hoy en España, aunque los resume en la falta de inversión y de respeto al investigador: “Los contratos son precarios en muchos casos, los científicos estamos rodeados de dificultades para desarrollar nuestras carreras”.

Preguntada por el papel de las investigadoras se felicita por el evidente avance de los últimos años. No es suficiente, matiza de inmediato: “Aún somos menos del 30% de los investigadores del mundo, esto no es solo de España. Queda mucho trabajo por hacer”. ¿Por ejemplo? Responde rauda: “Fomentar la visibilidad y los logros de mujeres, mostrar ejemplos de mujeres inspiradoras en las noticias, en los colegios... Son buenas plataformas para el presente y el futuro”.

Por su experiencia, ella no ha experimentado el temido ‘techo de cristal’, pero asume que “es algo que existe y de lo que se habla”. “Yo he podido ascender en mi empresa hasta los puestos de dirección, pero otras compañeras en otras compañías no pueden decir lo mismo”.

Sana Khouja

Pero la ciencia y la innovación, que así se llama el ministerio, no se circunscriben únicamente a un laboratorio al uso. Son muchas las emprendedoras que, desde su salón o una pequeña oficina, han dado el paso de crear un proyecto. Uno de los ejemplos más resonantes es el de Sana Khouja, una aventura nacida en Marruecos hace 33 años e instalada en Barcelona con apenas dos semanas.

Celebra que “ser mujer está de moda y me enorgullece mucho que ocurra en España”, pero al mismo tiempo huye de los elogios “por el simple hecho de ser mujer”. Por su género y su origen, recuerda que le ha tocado luchar, en el pasado, contra los estereotipos ya están superados. Nada le frena y Tras una carrera sin freno en diversas áreas, hoy es el alma mater de la empresa Zeena, la primera española especializada de vinos en lata que ha cosechado éxitos de inmediato.

Recuerda que sí noto “cierto freno” cuando se vio en puestos de responsabilidad en grandes corporaciones en las que trabajó hace años. “La única mujer era yo y eso me obligaba a tener que destacar más que un hombre”. Ahora, en su faceta de emprendedora la discriminación ha desaparecido: “Me siento libre, soy independiente y no dependo del juicio de compañeros”. De su experiencia nace una petición que, más que a la ciencia, va a la sociedad: “Que se nos mire con ojos de profesionales y no con ojos de ser mujeres, que parece que cuesta juzgarnos solo por nuestros méritos”.

Dudo mucho de que mis inversores hubieran invertido tanto de saber que yo fuera a ser madre en cuatro años, por ejemplo
Sana Khouja, emprendedora

Khouja abre otra lata, la de la maternidad: “Muchas mujeres en el momento de su cumbre profesional, 32-38 años, se dedican a ser madres, pero para mí, con este ritmo de trabajo, ahora mismo sería imposible. Hacer ambas cosas tiene un mérito tan grande... y no se reconoce”.

Confiesa que la maternidad podría suponer un freno para una emprendedora como ella: “Dudo mucho de que mis inversores hubieran invertido tanto de saber que yo fuera a ser madre en cuatro años, por ejemplo. No es una pregunta que me hiciera nadie, pero por que me conocen y saben que hoy no lo busco. En el fondo de mi corazón me haría feliz ser madre y pero ahora mismo no puedo”.

Desde una perspectiva diferente de la innovación, habla de la ‘aventura’ de emprender en España. “Monté mi empresa en pleno confinamiento, a mi vuelta de EEUU. Tenía el conocimiento y la energía, pero no los recursos. Una idea y un proyecto así hubiera captado medio millón de dólares en EEUU el primer año. Aquí no tenemos ni los recursos ni las plataformas de apoyo, no solo de dinero, porque el apoyo emocional, el tutelaje para saber cómo actuar son igual de necesarios. Generar ese espacio de acompañamiento que dote de recursos formativos, un paso básico para muchos emprendedores que no saben cómo empezar más allá de su idea”, explica, citando como referencia a seguir Barcelona Activa, una agencia de orientación profesional.

Cuatro profesionales, cuatro testimonios, que son el de millares de mujeres entre laboratorios, despachos o las paredes de su domicilio. La ciencia española avanza y lo hace, cada día más, en clave femenina.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Miguel Fernández Molina (Sabiote, Jaén, 1987) es periodista licenciado por la UCM. Trabajó ocho años en el medio digital 'Mundotoro' antes de llegar a 'El HuffPost', donde ejerce de responsable de cierre y escribe sobre deporte, internacional y política, entre otros campos.