Una noche en el barrio de San Antonio, Torre Pacheco, con los jóvenes marroquíes que se organizan por si llegan los ultras
El HuffPost conversa con muchos de los jóvenes que, desde hace pocas noches, hacen guardia para protegerse ante nuevas agresiones de la extrema derecha.
"Dime la verdad, si vosotros fuerais dos marroquíes y nosotros españoles, ¿podríais estar aquí hablando tranquilamente? Sabes que no, y ese es el problema". Quien habla así es Moha, un joven vecino del barrio de San Antonio, donde vive casi toda la población marroquí de Torre Pacheco. Estamos en una plazoleta interior del barrio, donde más de medio centenar de marroquíes, en su mayoría jóvenes, hacen guardia por si a los ultras de extrema derecha se les ocurre aparecer una noche más. Muchos de ellos llevan la cara tapada. "No lo hacemos porque tengamos nada que esconder, ni para que tengáis miedo, sino porque luego nos señalan y nos persiguen", explica uno de ellos. Muy poca gente se adentra en la zona. No se fían de los periodistas. "No por nada, pero es que luego leemos que todos los magrebíes somos los malos", se queja uno. Por lo que sea, a Sergi González, redactor gráfico de El HuffPost, y al que escribe nos han dejado pasar un rato a su lado esta madrugada.
Los prejuicios y la propaganda, aunque uno trate de luchar contra ellos, siempre hacen mella. A medida que nos adentramos en el barrio, más allá del cordón de los GRS de la Guardia Civil, y comienzan a aparecer jóvenes marroquíes encapuchados, nos preguntamos por qué estamos ahí. Y si lo estamos es porque, por la tarde, un vecino mayor de la zona nos ha invitado a comprobar en persona cómo se organizan cada noche desde el viernes pasado. Una vez dentro, nos llevan a la plaza en la que medio centenar de chavales aguarda la llegada de los ultras. "Hace un rato ha pasado un coche muy rápido, han abierto la ventanilla y después de saludar a un amigo con un salam alaikum mal pronunciado, le han rociado los ojos con gas pimienta", cuentan. "Esto es lo que hacen. Entran en nuestro barrio y nos atacan. Nosotros no somos los que provocamos la violencia, pero ¿qué queréis que hagamos si nos atacan? ¿Qué hacemos si quieren entrar en nuestras casas? Nosotros querríamos estar descansando, como el resto, pero no podemos".
Desde que hace unos días un hombre mayor de 68 sufrió una agresión, la extrema derecha ha puesto en la diana a toda la población magrebí de Torre Pacheco. Desde el grupo ultraderechista Deport Them Now, a cuyo presunto líder detuvo este martes la Policía, se han convocado "cacerías" racistas para estos días. Así lo han escrito en comunicados y carteles. "Es que luego dicen que somos nosotros. No hay más ciego que el que no quiere ver", comenta un joven, ya con la cara visible.
En el barrio de San Antonio se sienten abandonados, y no solo estos días. Es fácil comprobar la diferencia entre el cuidado del centro de la ciudad y la dejadez en esta zona. Hace un rato, a eso de las 0.00 horas, el alcalde del pueblo, Pedro Ángel Roca (PP), ha aparecido a las puertas del barrio, donde se concentra la Guardia Civil. “¿Ha entrado al barrio en alguna ocasión?”, preguntamos. "¿Aquí? Nunca. Pagamos los mismos o más impuestos que el resto de la ciudad, pero por aquí no ha pasado nunca, y eso que le hemos invitado a que venga a hablar con nosotros. Si de verdad le preocupa lo que sucede, ¿por qué no quiere hablar con nosotros?", se preguntan.
Si bien reconocen que hasta ahora la convivencia en la ciudad ha sido pacífica, la mayoría de los jóvenes coincide en que el discurso de odio ha calado incluso entre sus propios vecinos, personas con las que se han criado, estudiado y jugado, con las que han compartido el crecimiento del pueblo. "Por mucho que crezcamos con vosotros, nunca nos veréis como uno de vosotros. Nos llamaban khouya (hermanos) y nos apuñalaron por la espalda", claman. Como ejemplo, explican el caso del joven agredido cuando estaba en su coche, a quien comenzaron a apalear. "Trabaja en un taller, ¿sabes? Y en el vídeo vimos cómo muchos de los que querían pegarle una paliza son los mismos que han estado llevando sus coches para que se los arregle", cuentan. Sucede algo parecido con el kebab que asaltó la ultraderecha. "El 80% de la gente de Torre Pacheco ha ido a comer ahí. ¿Por qué no han venido a defenderlo?", se pregunta otro, quien por cierto destaca el hecho de que "seguro, seguro, los trabajadores del kebab cotizan más que los ultras que lo asaltaron".
Mientras algunas personas mayores piden a los jóvenes que se queden en sus casas de noche, estos no lo ven igual. "Si tú tienes a tu madre y a tus hijos en casa, ¿qué harías si ves lo que les hacen?", nos dice uno. "¿Qué te dice tu madre?", interrogamos. "Pues qué va a decir. Está preocupada... Pero yo le digo: madre, si no salimos a defendernos, mañana estarán dentro de nuestras casas". A continuación, muestra un vídeo de cómo unos ultras, en esta ocasión de Torre Pacheco, no de fuera, ordenaban a niños marroquíes que se fueran a casa. "¡Tirad para casa, venga!", se escucha gritar a los extremistas. "¿De verdad tenemos que aguantar este tipo de cosas? ¿Que traten así a nuestros hijos, a nuestros hermanos? ¿Vosotros qué haríais si vierais que hablan así a vuestros hijos? ¿Lo permitiríais?", nos preguntan, esperando una respuesta. "No", decimos. "Pues ya está, es que no hay mucho más que decir. Esto es lo que vivimos", afirman.
Por momentos, las conversaciones se interrumpen en cuanto aparece el dron de la Guardia Civil. No saben si les vigila a ellos o si busca la presencia de ultras. También cuando aparece algún coche que no reconocen. Estas últimas noches, la extrema derecha actuaba en lo que llaman "acciones relámpago". Según nos contaron, aparecían de la nada en algún coche, se bajaban y buscaban al primer marroquí que veían. Muchos de estos jóvenes no irán esta noche a dormir. "Puede que tengamos que estar así durante semanas", dicen. Antes de despedirse, nos recuerdan que, si de verdad la gente quiere saber lo que hacen los marroquíes en Torre Pacheco, debería acudir al barrio a partir de las 3.00 o 4.00 horas. Es el momento en el que muchos de ellos se agolpan esperando al autobús que los llevará a trabajar al campo.