No hay cama para tanto buceador

No hay cama para tanto buceador

En determinados lugares han optado por limitar el número buceadores en una zona de inmersión a lo largo del año. Por ejemplo, en un arrecife de coral de las Islas Vírgenes han establecido un máximo de 500 buceadores por punto de inmersión al año. Y es que una vez una zona de buceo se ha visto afectada por la excesiva presencia del ser humano, son necesarios varios años para que vuelvan a su estado inicial.

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El buceo se ha convertido en los últimos años en una actividad recreativa en auge, con varios millones de personas que lo practican en todo el mundo. Es accesible, sencillo y permite contemplar un mundo submarino que de otra forma sería impensable para la mayoría de nosotros. Después de las primeras inmersiones de adaptación a este medio, la mayoría de los buceadores planean sumergirse en las mejores zonas de su provincia, región e incluso país. Incluso algunos se apuntan a viajes de buceo organizados en auténticos paraísos submarinos, con los que podrán colmar sus expectativas más exigentes.

Al ir adquiriendo más experiencia, los buceadores son más selectivos en su búsqueda de puntos de inmersión, prefiriendo aquellos con una gran cantidad de biodiversidad, en especial de peces, o bien ecosistemas de formas impactantes, como los arrecifes coralinos. Muchas regiones ofrecen la posibilidad de bucear en reservas marinas donde las actividades pesqueras se encuentran reguladas de forma estricta o incluso están prohibidas. En cambio, en otras zonas, la oferta es muy amplia y se pueden encontrar multitud de buceadores en sitios reducidos, y sobre todo con ecosistemas muy frágiles.

Y eso es un problema GRAVE, porque...

Los buceadores producen alteraciones en el medio por contacto con partes del equipo, sobre todo las aletas, u otro tipo de daños como la suspensión de sedimento por el aleteo, e incluso las burbujas que se acumulan en el techo de zonas confinadas. Todavía hoy en día existen submarinistas que tocan especies que se rompen con facilidad, y algún desaprensivo se lleva algún recuerdo en el bolsillo del chaleco.

Pero... ¿cómo se resuelve?

En determinados lugares han optado por limitar el número buceadores en una zona de inmersión a lo largo del año. Por ejemplo, en un arrecife de coral de las Islas Vírgenes han establecido un máximo de 500 buceadores por punto de inmersión al año. En una zona de reserva con arrecifes coralinos en Bonaire (Caribe) propusieron un máximo de 6.000 buceadores al año. En Hurghada (Mar Rojo) han propuesto un límite de 14.000 buceadores al año en esta región para que esta actividad sea sostenible a lo largo de los años en esta zona turística, muy conocida por la majestuosidad de sus fondos marinos.

Estas medidas corresponden en su gran mayoría a arrecifes coralinos que no están presentes en latitudes templadas, pero en algunos de cuyos puntos de buceo se producen aglomeraciones de buceadores que provocan alteraciones en la biodiversidad marina. Los fondos de gorgonias o las cuevas submarinas constituyen dos ejemplos de ambientes que pueden llegar a sufrir la presión ejercida por una afluencia masiva de submarinistas. Y una vez que se han visto afectados, aunque sea de forma mínima, son necesarios varios años para que vuelvan a su estado inicial.

¿Qué medidas de control podemos llevar a cabo para preservar estos puntos? ¿Solo acotamos el número de buceadores? Y si es así, ¿de todos o solo principiantes con poca experiencia?