Advertencia en Burgos al revelar los escondites favoritos de las víboras que habitan en la provincia en verano
Hay que ir con mucho ojo si se pasea por la montaña.

Con la llegada del calor, las víboras, las únicas serpientes venenosas autóctonas de la península ibérica, incrementan su actividad, aunque de forma sigilosa. En verano, estas serpientes buscan el equilibrio entre movimiento y discreción, refugiándose en zonas frescas y húmedas para regular su temperatura corporal.
Entender sus hábitos es clave para prevenir encuentros no deseados, sobre todo en áreas rurales y de montaña, como la provincia de Burgos, donde su presencia es relativamente común, advierte El Correo de Burgos.
Aunque esta época del año marca su mayor periodo de actividad, las víboras no se exponen al sol abrasador durante horas. Prefieren lugares con sombra y vegetación densa: matorrales, zarzales, sotobosques y pastizales altos. Árboles como encinas, álamos, sauces o pinos ayudan a crear microclimas más estables en el suelo, ideales para su descanso o caza.
En zonas de ribera, como los márgenes del Arlanza, el Ebro o el Rudrón, es fácil encontrar estos reptiles aprovechando la humedad persistente y las temperaturas más suaves.
Además de la vegetación, las víboras se ocultan en grietas entre rocas, raíces de árboles, troncos huecos o montones de leña. Estos refugios naturales les ofrecen seguridad frente a depredadores y al calor extremo. Por ello, si transitas por el campo, es esencial evitar levantar piedras, meter la mano entre arbustos o sentarse directamente sobre la hierba alta.
En la provincia de Burgos destacan dos especies: la víbora áspid (Vipera aspis), más común en zonas del norte, y la víbora cantábrica, que se encuentra en áreas con influencia atlántica. Habitan tanto en zonas montañosas como en páramos y antiguos terrenos agrícolas, ahora dominados por la vegetación.
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