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Altavoces y un "bingo" improvisado: la surrealista gestión del caos en Atocha un día después del apagón

Altavoces y un "bingo" improvisado: la surrealista gestión del caos en Atocha un día después del apagón

Los trabajadores de la estación han tenido que ingeniar una organización provisional ante la masa de gente que todavía este martes espera trenes de larga distancia.

Un trabajador de Atocha grita con un altavoz los trenes que van llegando a la estación

Atocha sigue sumida en el caos 24 horas después del gran apagón peninsular. Todavía a las cinco de la tarde de este martes centenares de personas se agolpaban frente a la puerta que da entrada a la zona de larga distancia de la estación. Mientras algunos se encontraban visiblemente derrotados en el suelo usando sus mochilas y maletas como almohadas, otros se amontonaban frente a unos paneles informativos que, un día después de la crisis, no funcionaban correctamente y confundían más si cabe a los viajeros. 

"Ayer estuvimos diez horas incomunicadas en un tren que salió a las 12:22, diez minutos antes del apagón y hoy seguimos esperando que avisen del nuevo", explicaba a El HuffPost Daniela, una de las tantas afectadas por la caída del suministro eléctrico en este caso del transporte ferroviario. Según contaba, hasta las diez de la noche no se pudo remolcar el tren en el que viajaban y han tenido que pasar la noche en la estación. Todavía este martes a las seis menos cuarto de la tarde ella y su amiga estaban esperando que se la reubicara para poder llegar a sus casas.

"Ha salido hace media hora el tren de Málaga de las once y media de la mañana. Son las cinco de la tarde, así que te puedes imaginar que va para largo", advertía Roberto, otro de los tantos andaluces que esperaba con ansia que el trabajador más observado de Renfe este martes gritara por el altavoz el Iryo que prometía llevarle a su casa.

Sí, por un megáfono de mano que esta tarde estaba ayudando a poner algo de orden en mitad del 'apocalipsis'. Con las pantallas inservibles, el rumor constante que provoca una aglomeración de este calibre y la masa de gente que se acercaba sin cesar a los empleados de la estación a preguntar por su caso particular, este instrumento lograba paralizar el caos un instante y captar toda la atención.

"¡A ver, por favor, el siguiente tren!", comenzaba a gritar el chico del altavoz, al que no hemos conseguido poner nombre: "El tren Alvia a Cádiz de las 16:05, vayan pasando", repetía hasta en tres ocasiones de punta a punta del improvisado pasillo que se hacía para que los afortunados llegaran hasta el control de equipaje.

"¡Bingo, bingo!", comenzaron a gritar a los pocos segundos un par de matrimonios que arrastraban a toda prisa las ruedas de sus maletas. Casi derrapando alcanzaban la cola de entrada mientras otros viajeros les imitaban gritando "¡línea, línea!". 

Y es que de la misma manera que todos se ilusionaban al ver al 'pregonero' de Renfe avisar de la buena nueva mandándose callar los unos a los otros con potentes "Shh",una vez que pasaba el anuncio suspiraban decepcionados y volvían a la llamada que habían dejado a medias o comentaban con el resto que a su destino no estaba saliendo "ningún tren". Esto último fue escuchado hasta en tres ocasiones y de ciudades completamente diferentes, puede que fruto de la desesperación.

De manera paralela al megáfono, una mujer gestionaba con una llamativa energía a todos los avisados para que caminaran deprisa hasta la entrada y no se quedaran rezagados en la cola provocando más tapones de los que ya había. "¡Vamos, vamos, vamos. Los billetes preparadísimos con la fecha y la hora de salida!", gritaba, ella sí únicamente a viva voz, a todos los allí presentes: "¡Avanzamos, seguimos avanzando, seguimos pasando, por favor!", solicitaba mientras movía sus brazos de izquierda a derecha indicando la dirección.

El momento cumbre de la tarde llegó aproximadamente a las 17:30, cuando otra de las trabajadoras de la estación hizo suya la megafonía para anunciar una tanda masiva de trenes: "¡A ver! Están llegando todos los trenes de Renfe hasta las cinco de la tarde. Además, también está embarcando el Iryo a Barcelona de las 14:02 y el Barcelona de las 14:42", anunciaba al tiempo que una oleada de viajeros celebraba la noticia con palmaditas y poniéndose en movimiento hacia el anhelado pasillo. Entonces sí, se volvieron a escuchar las voces de los que recordaban a lo que se llevaba jugando todo el día: "¡Bingo, bingo! ¡Ahora sí!", gritaban mientras derrapaban hasta el control.

Allí, ya en la puerta de las cintas, un hombre trabajaba apresurado mirando uno a uno los móviles de los pasajeros para verificar que el billete era correcto. Lo hacía con una rapidez asombrosa y con la seguridad de que no se estaba colando nadie. Desde fuera podía parecer que con tanta velocidad iba a ser complicado cerciorarse de que todos esos pdf eran de la tanda de los Renfe de antes de las cinco.

Tras el subidón de esta numerosa tanda de bienaventurados también vino una mala noticia para los que ya se habían acomodado en esa zona de la estación. Tal y como pidió la mujer que ahora ocupaba el megáfono: "Todos los que no tengáis este billete tenéis que salir fuera y esperar a que os llamen... ¿Vale? Si no van a embarcar, salgan del pasillo", advertía señalando la salida. Probablemente la presencia de numerosos medios de comunicación y el goteo constante de nuevas personas que llegaban para unirse a la masa había provocado un descontrol nada deseado para los responsables de seguridad.

Mientras que la larga distancia todavía era un caos, los trenes de cercanías y media distancia estaban saliendo con aparente normalidad dentro de lo excepcional de la situación. Sin megáfonos, ni bingos improvisados y, hasta donde supimos, puntuales. Todavía son muchas las personas que continúan a la espera de su tren, pero seguro que pronto lo gritarán, a megáfono o a viva voz. Si no acude a la llamada, seguro que alguno de los empleados va en su búsqueda como sucedió esta misma tarde en mitad del caos

"Había una mujer con un Iryo a Málaga esperando, no la veo", comentó a su compañero el trabajador del altavoz mientras buscaba con la mirada entre la multitud. A los pocos minutos el chico regresó acompañando a la señora al pasillo que daba entrada al control de equipaje. Misión cumplida.