Camino de Santiago: etapas y tramos del camino francés
El tramo entre Logroño y Nájera es especialmente pintoresco, con colinas suaves y campos de cultivo que acompañan al peregrino.

El Camino Francés se estructura en más de 30 etapas, aunque la división puede variar según la guía o el ritmo del peregrino. Una de las etapas más exigentes es la inicial, que parte de Saint-Jean-Pied-de-Port y cruza los Pirineos hasta Roncesvalles. Este tramo, de unos 25 kilómetros, combina belleza natural con un notable esfuerzo físico, especialmente en invierno, cuando la nieve puede dificultar el paso.
Tras Roncesvalles, el camino se adentra en Navarra, pasando por localidades como Zubiri, Pamplona y Puente la Reina. Esta última es famosa por su puente románico del siglo XI, que da nombre a la ciudad y simboliza la unión de rutas jacobeas. En esta región, los peregrinos disfrutan de paisajes verdes, bosques y una arquitectura que mezcla lo medieval con lo rural.
La siguiente comunidad autónoma que atraviesa el Camino es La Rioja, conocida por sus viñedos y su capital, Logroño. Aquí, los caminantes pueden degustar algunos de los mejores vinos de España y visitar iglesias como la de Santiago el Real. El tramo entre Logroño y Nájera es especialmente pintoresco, con colinas suaves y campos de cultivo que acompañan al peregrino.
Castilla y León representa el tramo más extenso del Camino Francés. Desde Santo Domingo de la Calzada hasta El Bierzo, esta región ofrece una variedad de paisajes que van desde la meseta castellana hasta los montes leoneses. Burgos, con su imponente catedral gótica, y León, con su arquitectura románica y gótica, son dos de las paradas más destacadas. Entre ambas ciudades, los peregrinos cruzan pueblos como Frómista, Carrión de los Condes y Sahagún, donde la historia del Camino se respira en cada rincón.
Uno de los tramos más solitarios y espirituales es la llamada “Meseta”, entre Burgos y Astorga. Aunque menos espectacular en términos visuales, esta parte del camino invita a la introspección, con largas rectas, campos de cereal y cielos abiertos. Muchos peregrinos consideran esta etapa como un punto de inflexión emocional en su viaje.
Al llegar a Galicia, el paisaje cambia radicalmente. Las montañas, los bosques de eucaliptos y los caminos empedrados marcan el tramo final del Camino Francés. Desde O Cebreiro, un pintoresco pueblo de origen celta, hasta Santiago de Compostela, los peregrinos atraviesan localidades como Sarria, Portomarín, Palas de Rei y Arzúa. Sarria es especialmente significativa, ya que muchos comienzan aquí su peregrinación para cumplir con los 100 kilómetros mínimos requeridos para obtener la Compostela.
Cada etapa del Camino Francés tiene su propio ritmo, sus desafíos y sus recompensas. No se trata solo de avanzar hacia un destino, sino de vivir cada jornada como una experiencia única. Desde los pasos iniciales en los Pirineos hasta la llegada a la plaza del Obradoiro, el Camino Francés es un mosaico de culturas, paisajes y emociones que deja una huella imborrable en quienes lo recorren.