Dos investigadoras reescriben la historia de la evolución a partir del esmalte dental de un rinoceronte de 21 millones de años
"Me quedé mirando la pantalla del ordenador durante un minuto".

Dos investigadoras de la Universidad de Turín, Meaghan Mackie y Beatrice Demarchi, han participado en un estudio publicado en Nature (a través de Corriere) que ha logrado extraer proteínas de un fósil de rinoceronte datado en más de 21 millones de años, un hito que empuja los límites de la paleoproteómica y permite estudiar organismos mucho más antiguos de lo que permite el ADN.
Esta investigación, liderada por el Instituto Globe de la Universidad de Copenhague, ha contado con la colaboración internacional de expertos, entre ellos Mackie, doctorada en Ciencias de la Vida y Biología de Sistemas, y Demarchi, catedrática especializada en biomoléculas de origen antiguo. El fósil analizado fue hallado en el cráter Haughton, en el norte de Canadá, una región donde las bajas temperaturas y la presencia de permafrost han permitido conservar en excelente estado restos del pasado remoto.
El análisis se centró en el esmalte de los dientes del animal, del que se extrajeron proteínas que han permitido situar a este rinoceronte en el lugar adecuado de su linaje evolutivo. Además, ha sido posible revisar el momento en que se separaron dos subfamilias clave: Elasmotheriinae y Rhinocerotinae, que divergen en algún momento del Oligoceno, entre hace 34 y 22 millones de años.
Desde Turín, el equipo desempeñó un papel fundamental en la confirmación de los datos obtenidos y en el estudio de los mecanismos químicos que hicieron posible la conservación de las proteínas a lo largo de millones de años.
"Fue increíble", relata Meaghan Mackie. "Pensé que la primera muestra que analicé no contenía nada, porque era demasiado vieja. Me quedé mirando la pantalla del ordenador durante un minuto".
El estudio sugiere que esta técnica puede superar los límites temporales impuestos por el análisis de ADN y ofrece nuevas herramientas para comprender mejor la evolución de especies extintas. Los científicos consideran que aplicar este tipo de análisis en yacimientos con condiciones similares podría revelar otros restos de biomoléculas que permanecen ocultos bajo tierra desde hace millones de años.
