El motivo por el que guardar la comida en una olla en la nevera no es precisamente la mejor de las ideas
Puede ser un problema muy serio para la salud.

Aunque resulte cómodo meter directamente la olla en la nevera después de cocinar, los expertos advierten que este hábito puede poner en riesgo tanto la seguridad alimentaria como el sabor de los platos. Lo que parece una simple cuestión de espacio o pereza puede, en realidad, tener consecuencias más serias de lo que muchos imaginan.
Uno de los principales problemas está en los materiales. Un estudio publicado en Environmental Sciences Europe revela que ciertos metales, como el aluminio, pueden reaccionar con alimentos ácidos —como las salsas de tomate o de limón—, alterando su sabor y liberando compuestos potencialmente nocivos con el paso del tiempo. En otras palabras, lo que se guarda como una comida deliciosa puede acabar con un gusto metálico y, peor aún, con riesgo para la salud.
A esto se suma una cuestión de temperatura. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las ollas grandes dificultan que el frío llegue de forma uniforme a toda la comida. Algunas zonas permanecen más tiempo en la llamada “zona de peligro”, entre 5 °C y 60 °C, donde las bacterias se multiplican con facilidad. Esa falta de enfriamiento homogéneo puede favorecer la proliferación de microorganismos y aumentar las probabilidades de intoxicaciones alimentarias, especialmente si el plato se consume después de un par de días.
Por eso, los especialistas recomiendan cambiar la rutina: en lugar de meter la olla tal cual, conviene transferir la comida a recipientes herméticos, preferiblemente de vidrio o plástico apto para alimentos. Además, dividir las sobras en porciones pequeñas ayuda a que se enfríen más rápido y de forma segura.
También es importante no dejar pasar demasiado tiempo antes de refrigerar. La regla básica es clara: ningún alimento cocinado debería permanecer a temperatura ambiente más de dos horas. Colocar etiquetas con la fecha de preparación facilita saber hasta cuándo es seguro consumirlo y evita desperdicios innecesarios.
En cuanto a la temperatura, los expertos recomiendan mantener el frigorífico entre 0 °C y 8 °C. Los alimentos cocinados suelen conservarse en buen estado hasta cinco días; el pescado y la carne picada, solo dos; y los huevos, entre dos y tres semanas.
En definitiva, guardar la comida en la olla puede parecer una solución rápida, pero termina siendo un riesgo evitable. Unos pocos minutos dedicados a enfriar y almacenar correctamente los alimentos bastan para evitar problemas de salud y mantener el sabor original de cada plato.
