En Canadá se hacen eco de las medidas de 'la sartén de España' para contener el calor extremo de estas fechas
Una red de proyectos climáticos convierte a una capital española en un referente internacional de innovación en la lucha global contra las temperaturas extremas.

Sevilla, conocida popularmente como la sartén de España, afronta veranos cada vez más largos y extremos. El calor se ha intensificado en toda Andalucía y el récord de 46 grados alcanzado en Huelva en junio, el mes más caluroso jamás registrado en España, confirma que las olas de calor se adelantan y ganan fuerza cada año. De hecho, un estudio del que se ha hecho eco ElTiempo.es advierte de que para el año 2050, la capital andaluza podría registrar picos de 50 grados, así como una reducción del 20% en cuanto a las lluvias.
Ante este escenario, la ciudad se ha transformado en un laboratorio urbano en el que se han desplegado un conjunto de proyectos que, por su originalidad y eficacia, la televisión pública canadiense CBC la ha señalado como una referencia a nivel global en la lucha contra el calor extremo. Ese conjunto de iniciativas abarca desde la recuperación de técnicas milenarias para enfriar el aire hasta la instalación de sistemas bioclimáticos en los colegios o el rediseño de las calles y las plazas para mitigar las altas temperaturas.
Técnicas milenarias adaptadas al siglo XXI
En la Isla de la Cartuja, el proyecto Cartuja Qanat ha recuperado varias técnicas persas de hace 3.000 años que se usaban para enfriar el aire y mejorar los sistemas de riego en los climas áridos. "Básicamente, estamos usando esta técnica milenaria para adaptarla a nuestro siglo XXI”, explica a la televisión canadiense una de las investigadoras que forman parte del equipo de investigadores del proyecto, María de la Paz Montero Gutiérrez.
El sistema instalado cuenta con dos canales subterráneos situados a ambos lados de un ágora del tamaño de dos campos de fútbol. Durante la noche, el agua se enfría de forma natural y, durante el día, bombas solares la impulsan a la superficie, lo que permite reducir la temperatura del suelo entre seis y diez grados. Además, incorpora la recogida de agua de lluvia y la energía de paneles solares, lo que lo hace completamente autosuficiente.
Ese recinto se ha convertido en un refugio para vecinos y visitantes, donde se puede “respirar con normalidad, mientras fuera es imposible en las tardes de verano”, asegura Gutiérrez. La instalación, que costó cinco millones de euros, ha atraído delegaciones de California, Alemania y Dubái. “Esta técnica podría implantarse en cualquier parte”, señala el profesor de Ingeniería Energética de la Universidad de Sevilla, José Sánchez Ramos, aunque reconoce que el coste inicial sigue siendo un obstáculo.

Escuelas y calles que refrescan
Las soluciones para contrarrestar los efectos del calor extremo también llegan a las aulas. Más de 450 centros educativos andaluces, 131 de ellos en el área de Sevilla, cuentan con sistemas de climatización bioclimática que funcionan mediante la evaporación del agua. “Funciona de forma muy simple con la evaporación del agua”, resume el director general de la Agencia Pública Andaluza de Educación, Manuel Cortés Romero, a los canadienses.
El dispositivo adiabático se instala en las azoteas de los edificios, capta el aire caliente, lo enfría y lo distribuye por el interior, logrando descensos de hasta 12 grados incluso con las ventanas abiertas. En el IES Cristóbal de Monroy, con 1.300 alumnos, este sistema ha reducido la factura eléctrica a una décima parte de lo que costaría un aire acondicionado convencional. “Antes había muchos problemas de comportamiento y atención por el calor; ahora la diferencia es total”, relata una trabajadora del centro.
En lo que respecta al espacio público, Sevilla apuesta por el uso de pavimentos claros y permeables, con zonas de sombra y menos asfalto. La avenida Cruz Roja ejemplifica esta estrategia con el proyecto Life Watercool, que tiene un presupuesto de 3,7 millones de euros. El plan recoge el agua de lluvia para regar zonas verdes, alimentar fuentes y enfriar el aire mediante ventilación vertical. “La unión de todas las tecnologías permitirá reducir entre tres y cuatro grados la temperatura en esta plaza”, explica su responsable, Teresa Palomo. El objetivo es medir si la refrigeración que se ha conseguido en dicha ubicación se puede beneficiar también a las viviendas cercanas.
