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En Francia descubren el pueblo de la Costa Brava que podría ser "el último refugio" para unas vacaciones sin estrés

En Francia descubren el pueblo de la Costa Brava que podría ser "el último refugio" para unas vacaciones sin estrés

"Es un lugar perfecto para los amantes de la naturaleza y el senderismo, además de estar lo suficientemente cerca de las principales ciudades españolas para una escapada fácil".

Llançà, Cataluña, España.Getty Images/iStockphoto

Solemos irnos de vacaciones para relajarnos, para desconectar de la rutina y el caos diario. Pero a veces conseguimos lo contrario al visitar zonas demasiado turísticas masificadas y nos producen el efecto contrario. Para evitar esto último y lograr lo primero, es fundamental investigar bien antes de decidir dónde queremos viajar. Al hacerlo se pueden descubrir rincones que permanecen ocultos a muchos y ofrecen tranquilidad.

Uno de estos destinos puede ser Llançà, un pequeño paraíso en la Costa Brava norte que conserva intacta su esencia mediterránea y todavía permite alejarse del turismo masivo. Incluso el medio francés Be se ha hecho eco de esta opción, calificado el sitio como "un lugar donde el tiempo parece detenerse, donde el mar y la montaña se funden en perfecta armonía".

Con apenas 5.000 habitantes, Llançà, ubicado en Girona, seduce por su "autenticidad", destaca Be. Sus estrechas calles, plazas tranquilas y un encantador patrimonio arquitectónico invitan a pasear sin prisas. Además, su animado puerto pesquero y sus mercados locales ofrecen una muestra genuina de la vida junto al mar.

Rodeada por la sierra de Albères y bañada por el Mediterráneo, Llançà goza de una ubicación privilegiada: "Es un lugar perfecto para los amantes de la naturaleza y el senderismo, además de estar lo suficientemente cerca de las principales ciudades españolas para una escapada fácil".

Historia de Llançà

Llançà tiene cuenta con una historia muy rica, que se remonta a la antigua ciudad de Deciana, fundada en el 218 a.C. cerca de la vía romana que cruzaba los Pirineos. Tras la destrucción de Empúries en el 862 y el temor a los piratas sarracenos, sus habitantes se trasladaron tierra adentro, fundando la villa casi oculta junto al mar. En documentos del siglo X aparece como Vall Lanciana, nombre derivado de Deciana.

En 1344, el conde de Empúries, Ramón Berenguer, se rebeló contra Pedro IV y encarceló en Llançà a caballeros roselloneses leales al rey, quien lo perdonó tras intervención familiar. Con la Paz de los Pirineos (1659), Francia reclamó Llançà, pero la frontera quedó en el cabo de Cervera. En 1692 se construyó la capilla del Puerto, y en el siglo XVIII, el templo parroquial barroco sobre una iglesia románica del 974.

La economía creció entre 1718 y 1720 gracias al vino y el aceite. En 1870 se plantó el Árbol de la Libertad y en 1793 el municipio resistió un ataque francés. Actualmente, la iglesia y la torre románica, situadas en la Plaza Mayor, son símbolos de Llançà. El puerto pasó de barrio pesquero a zona turística, y desde los años 60 el turismo impulsó su desarrollo urbano y económico.

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