Extremadura, la cuna de la innovación tabaquera en España: así se produce y se transforma el mejor tabaco del país
La localidad de Talayuela, en Cáceres, acogió un acto de Philip Morris, una de las compañías más importantes del sector, en el que se celebró un nuevo logro: la certificación de la hoja de tabaco extremeña para el tabaco calentado. Al acto acudieron numerosas autoridades, trabajadores del sector y representantes de la multinacional.

Entre los sectores relevantes para la economía española, no podemos olvidarnos del sector del tabaco. Nuestro país es el 5º mayor fabricante de Europa de productos de tabaco y el segundo productor de hoja de tabaco a nivel europeo. Y de todas las CCAA, hay una que destaca por encima de todas en esta labor y que cuenta con una clara ventaja sobre el resto: Extremadura.
La comunidad extremeña es la responsable de producir el 98% de todo el tabaco que se fabrica en España. Esta labor da trabajo a alrededor de 1.900 personas anualmente, además de que contribuye con 91 millones de euros al PIB regional. Esta cantidad puede parecer poca en términos globales y actuales, pero realmente -y además de lo que aporta a la Hacienda pública en términos de servicios públicos- es de grandísima utilidad para realizar campañas y luchar contra la despoblación que asola a Extremadura.
En términos generales, el tabaco en todas sus formas (ya sea tradicional, calentado o mascado) es un sector importante en España. En términos europeos, la producción de tabaco español representa casi el 20% de la UE y en torno al 0,5 del tabaco mundial.
Si hablamos en datos globales para la economía del país, y de acuerdo con la Mesa del Tabaco, el sector tabaquero aporta más de 3.300 millones de euros, y más de 53.000 puestos de trabajo., siendo 3.000 de ellos relacionados con la producción la primera transformación de tabaco. Si miramos hacia Extremadura, en torno al 97% de las exportaciones españolas de tabaco sin elaborar se producen en esta región.
Para conseguir este hito, Extremadura es considerada como una región vanguardista y referencia en el sector por aplicar las mejoras y la tecnología más puntera en sus sistemas de cultivo y producción de tabaco, aplicando el uso de energías renovables (como la biomasa), y evitando en todo momento la utilización de productos fitosanitarios y abonos.
Y esto es algo que las grandes corporaciones tabaqueras valoran. Un ejemplo de ello lo vemos con Philip Morris (PMI), cuya prioridad desde hace más de una década está siendo su empeño por la transición hacia un consumo de tabaco distinto y centrado en el desarrollo de las alternativas sin humo, basadas en el tabaco calentado o los vapeadores y alejándose del tabaco de combustión (o tradicional). Actualmente, la compañía centra su trabajo en estas alternativas, y en estos momentos el 40% de sus ingresos netos totales proviene de estas opciones y pretende que en 2030, estas alternativas menos nocivas alcance el 60%.
La hoja de tabaco de Extremadura, certificada para aplicarla en el tabaco calentado
Y como no podía ser de otra forma, el buen hacer de los agricultores y de las empresas encargadas de la transformación del tabaco en Extremadura se ha traducido en grandes éxitos y conquistas. La última de ellas tuvo lugar el pasado miércoles 26 de marzo, cuando Philip Morris celebró en Talayuela (Cáceres) un acto oficial en el que la compañía anunció la certificación de la hoja de tabaco extremeño para su uso en uno de sus productos estrella: el tabaco calentado.
Al acto, que estuvo presidido por el presidente de la compañía en España, Daniel Cuevas, también acudieron varias autoridades, como el alcalde de Talayuela, Roberto Baños, la delegada de agricultura de la Diputación de Cáceres, Angélica García o la presidenta de la Asamblea de Extremadura, Blanca Martín, además de la consejera de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Sostenible de la Junta de Extremadura, Mercedes Morán. Además, la presidenta de la comunidad, María Guardiola apareció en un vídeo grabado en el que felicitó a todos los agricultores extremeños y recordó la importancia de la industria tabaquera en la región.
Según el directivo de Philip Morris en España "la hoja de tabaco extremeña podrá ser usada para todo tipo de tabaco de Philip Morris, también para productos calentados", aseguró ante todos los asistentes. En esta línea, destacó el gran momento de la compañía y aseguró que "el futuro del cultivo de tabaco pasa por el tabaco calentado y otras basadas en la ciencia y tecnología. En Portugal, Grecia o Italia, el tabaco calentado ha superado a marcas como Marlboro", afirmó.
Sin embargo, el vínculo entre la multinacional y Extremadura viene de lejos. Desde hace décadas. Y eso se demuestra en la confianza e inversión que PMI ha destinado en la comunidad española durante los últimos 10 años, con unos 230 millones de euros en la compra de tabaco extremeño.
Así, durante el acto, se destacaron algunos puntos claves como el empeño por parte de los agricultores y productoras en hacer un tabaco de alta calidad y bajo unas premisas de respeto con el medioambiente, cosechas sostenibles y destacando el "valor humano", eje central de la forma de trabajar de todos ellos.
También estuvo presente en el acto Cesare Trippela, director de hoja para Philip Morris Europa. El natural de Italia -que vivió durante más de dos décadas en Extremadura-, señaló que la región tiene un enorme futuro en el sector y que "continuará para las nuevas generaciones de cultivadores de tabaco".
Proceso de transformación del tabaco
Y tras el acto oficial llegó el turno de conocer desde dentro cómo trabajan los agricultores, productores y las fábricas de tabaco extremeñas. Para ello, la empresa Cetarsa abrió las puertas a El Huffpost, que estuvo presente en una visita guiada en la que se adentró en las entrañas de su fábrica en Talayuela.
Durante el proceso, explicaron cómo se trata el tabaco una vez que los cultivadores llevan el producto -la época de recogida es de julio a noviembre-. Tras la plantación y el florecimiento de la planta, que está sujeta a un minucioso proceso en el que se mide el regadío, la temperatura y la humedad de una forma rigurosa y lo más meticulosa posible, -ya que en el caso de que haya un mínimo error, toda la plantación dividida en pisos foliares, podría quedar totalmente inservible-, se llevan las plantas a centros de secado.
En ellos se deja el producto en 'bruto' y a continuación se quitan todos los elementos extraños que pudiera haber en el tabaco (hojas marrones, brotes, etc) y tras un período de unos siete días en los que el tabaco permanece secándose, se lleva el producto a la fábrica para ser procesado.

Según explican los expertos, trabajadores de Cetarsa, el tabaco se apila en varias baldas para el secado, donde se les aplica una temperatura de entre 38 hasta 72 o 73 grados, y el proceso de ventilación, eliminación de tierra, temperatura, etc. dependerá de lo que el cliente quiera. Todo ello se recoge digitalmente y se ejecuta de manera automática.
El siguiente paso consiste en apilar el producto en la fábrica de transformación, en la que se dividen en cajas o fardos -señalan que en fardos ya casi nunca se trabaja debido al gran esfuerzo que supone y a la poca rentabilidad-. Tras ello, el tabaco pasa por un punto de control en el que se autoriza si cumple con las exigencias del cliente, y una vez aquí, se procede nuevamente a eliminar, ya de una manera más minuciosa, todas las materias extrañas y el tabaco que no interese, para que quede el producto exacto que desea el cliente (color, humedad, temperatura...)

Según explican, este trabajo es realizado en su mayoría por mujeres, ya que científicamente está demostrado que cuentan con una mayor facilidad, reflejos y rapidez a la hora de realizar esta labor. Una vez se ha realizado este proceso, se seca el producto, se prensa y se empaca.

El siguiente y último paso es llevar el producto a los laboratorios físico y posteriormente al químico (planta de I+D). Esta es la etapa de control de calidad. En el primero se analiza el tabaco, hacen pruebas de humedad y fitosanitarias, mientras que en el segundo se analizan, se lleva a cabo una mutación genética para evitar posibles plagas o enfermedades que pudieran dañar el tabaco y se ultiman los detalles de cara a que los diferentes clientes -con diferentes exigencias y criterios- den el visto bueno.
