José María, ganadero en un pueblo de Cantabria salpicado por la despoblación: "Parece que más te invitan a que cierres"
Un municipio donde hay más cerdos que personas.
Cada vez más pueblos del interior de España ven cómo sus calles se vacían, los servicios desaparecen y la actividad económica se reduce al mínimo. La despoblación se ha convertido en una amenaza que pone en riesgo la supervivencia de cientos de núcleos rurales, especialmente en zonas de montaña y alejadas de los grandes ejes urbanos. En este contexto, la historia de Sangas refleja la lucha de un pueblo por no caer en el olvido.
Enclavado en el valle de Soba, este diminuto pueblo cántabro cuenta con tan solo cinco habitantes censados y encarna la cara más visible de la llamada España vaciada. Allí, el ganadero José María Alonso ha convertido la soledad del monte en un proyecto productivo: gestiona una explotación en la que, por sorprendente que parezca, hay más cerdos que personas. Hoy es un ejemplo de cómo la ganadería extensiva y el aprovechamiento de los recursos locales pueden convertirse en una forma de resistencia frente al abandono rural.
La granja de Alonso aloja alrededor de cuarenta cerdos que viven en libertad en una finca empinada en la montaña. Parte del secreto, dice el propio ganadero en declaraciones recogidas por COPE, está en aprovechar el suero procedente de la quesería familiar para alimentar a los animales en lugar de desperdiciarlo, una práctica heredada de la tradición rural que no solo reduce costes, sino que también mejora el aprovechamiento de los recursos.
Unos cerdos “alpinistas”
Para obtener una carne con buenas cualidades organolépticas eligió cruzar el cerdo celta, rústico y adaptado al clima, con la raza Duroc, buscando una infiltración de grasa que mejore el sabor y la textura. Aunque la clave no solo reside en la genética, sino en el estilo de vida de los animales. Como dice el propio Alonso, “no es que sean cerdos de montaña, son cerdos alpinistas”, ya que están en constante movimiento por la montaña con pendiente.
Este ejercicio, combinado con una dieta a base de suero, cereales y frutos del bosque como castañas, bellotas y avellanas, es lo que permite obtener una carne de calidad excepcional con grasa infiltrada en el tejido muscular. Más allá de los retos ganaderos, la realidad cotidiana del valle es la de despoblación y envejecimiento ya que, al igual que muchos núcleos rurales, Sangas ha visto cómo casi todos sus vecinos han emigrado en los últimos años.
Alonso denuncia que los trámites y requisitos que le imponen desde la administración son en muchos casos idénticos a los que deben cumplir macrogranjas industriales. "Parece que más te invitan a que a que cierres", comenta. El ganadero reconoce la soledad y las dudas, pero también la solidaridad entre familias que resisten en la zona y la determinación personal: “uno ya es un poco cabezón y no tira la toalla tan fácil”.