El juguete 'vintage' conocido en España regresa y una psicóloga es clara: "Es una oportunidad para desarrollar la tolerancia a la frustración"
La experta asegura que es un juego que "atrae por su motivación intrínseca, es decir, el placer de lograr algo por esfuerzo propio".

El kendama está ganando adeptos en España. Se trata de un juguete de madera que cuenta con una bola que se encuentra atada a una cuerda y con el que se pone a prueba, entre otras cualidades, la habilidad.
Los expertos aseguran que el kendama es un juego con múltiples beneficios: se pueden desarrollar las habilidades motoras, aprender a controlar las emociones o incluso establecer vínculos entre los niños y niñas.
En ese sentido, la psicóloga Elena Petrescu, en declaraciones al medio de comunicación rumano Libertatea.ro, destaca que "el juego con el kendama atrae por su motivación intrínseca, es decir, el placer de lograr algo por esfuerzo propio".
Igualmente, "el juego tiene un componente social, los niños muestran sus habilidades y aprenden unos de otros. El niño siente inmediatamente la recompensa cuando completa un truco y recibe validación social si muestra el logro a sus compañeros/amigos", añade la psicóloga.
Y eso no es todo, ya que, según Elena Petrescu, el kendama es un juego que "ofrece un sentimiento de pertenencia, ya que muchos niños lo practican juntos y crean una comunidad en torno a él".
La importancia del kendama para el desarrollo cognitivo
Desde el punto de vista cognitivo, la especialista explica que "el kendama estimula la atención focalizada y, al mismo tiempo, la atención distributiva, ya que el niño debe seguir simultáneamente el movimiento de la pelota y el ajuste de la mano para realizar el truco. También ejercita la memoria de trabajo, que se entrena mediante la retención de secuencias motoras, y la capacidad de concentración se consolida por la necesidad de mantener la atención en la tarea hasta lograrla".
Además, la psicóloga subraya que "el juego es una oportunidad para desarrollar la tolerancia a la frustración" debido a que "el niño aprende que el fracaso es normal y que el progreso implica numerosos intentos, y que mediante la repetición puede alcanzar un resultado positivo".
"A través de la repetición y la superación de obstáculos, se consolida la perseverancia, un rasgo asociado a la resiliencia emocional. Asimismo, al requerir tiempo y paciencia para progresar, el kendama favorece el desarrollo del autocontrol emocional", agrega Petrescu.
