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La compra de una pieza para la bici activa un fraude de 30.000 euros y el banco se niega a devolver el dinero

La compra de una pieza para la bici activa un fraude de 30.000 euros y el banco se niega a devolver el dinero

La persona no descubrió el préstamo hasta dos meses después, cuando comenzó a recibir facturas recordatorias de la entidad prestamista.

Una mujer cansada frente al ordenadorOlgaPankova- Getty Images

En julio de 2024, un fraude bancario dejó a una persona con pérdidas de decenas de miles de euros. La víctima, que había comprado una pieza de bicicleta por Internet, recibió un mensaje de texto que supuestamente le notificaba la llegada de su paquete. El enlace del mensaje la llevó a un sitio web similar al de Posti, donde ingresó sus datos bancarios.

Poco después, la víctima se percató de que había sido estafada cuando intentó verificar la ubicación de su paquete y el código no funcionó. En un intento por evitar mayores daños, cerró su cuenta bancaria tan solo una hora después de recibir el mensaje.

Sin embargo, el fraude no terminó ahí. El estafador, con los datos obtenidos, logró solicitar un préstamo de 30.000 euros a nombre de la víctima en otro banco. La persona no descubrió el préstamo hasta dos meses después, cuando comenzó a recibir facturas recordatorias de la entidad prestamista.

Al no haber sido notificada sobre la transacción en el momento en que ocurrió, la víctima impugnó la deuda y procedió a cancelarla con un crédito personal más barato que había solicitado en su banco. A pesar de esto, el banco implicado insistió en que la deuda era válida y cerró la reclamación sin resolverla.

La situación fue elevada a la Comisión Bancaria de Finlandia (Fine), un organismo de mediación en disputas bancarias. El cliente exigió al banco el reembolso de los 30.000 euros, junto con los intereses y costos adicionales.

El banco, por su parte, argumentó que el cliente había aceptado la deuda al pagar el préstamo del estafador con el préstamo que obtuvo de su propio banco. No obstante, Fine consideró que el cliente pagó la deuda no por aceptación, sino para evitar mayores costes financieros debido a los altos intereses del crédito.

En su fallo, la Comisión Bancaria respaldó a la víctima, argumentando que el banco debía haber comprendido la situación y no confundir el pago del crédito con la aceptación de la deuda. Como resultado, Fine recomendó que el banco reembolsara al cliente la cantidad total del préstamo y le indemnizara con aproximadamente 500 euros por los intereses y costes adicionales incurridos.

Aunque las recomendaciones de la Comisión Bancaria no son vinculantes, los bancos suelen seguir sus decisiones, por lo que el cliente podría recibir finalmente la compensación que reclama.

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