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Mario Selo, joven de 22 años, deja la Mecatrónica para meterse a agricultor: "Puedes ganar 70 euros al día"

Mario Selo, joven de 22 años, deja la Mecatrónica para meterse a agricultor: "Puedes ganar 70 euros al día"

La agricultura se enfrenta a un problema generacional sin precedentes, que solo se salva por gente como Mario, jóvenes con ganas de trabajar la tierra y bajo condiciones, en muchos casos, indignas.

Un joven agricultor trabajando
Un joven agricultor trabajandoGetty Images

Mientras buena parte de los jóvenes busca su futuro lejos de los pueblos, Mario Selo ha decidido caminar en sentido contrario. Con solo 22 años, este toledano dejó atrás una formación técnica en Mecatrónica Industrial para asumir una responsabilidad que cada vez menos personas quieren: trabajar la tierra. Su historia no solo habla de una elección personal, sino de un problema estructural que atraviesa al campo español y europeo: la falta de relevo generacional.

La agricultura vive una paradoja. Es un sector estratégico, imprescindible para la economía y la alimentación, pero envejecido y con escaso atractivo entre los más jóvenes. La edad media de quienes se dedican al campo en Europa ronda ya los 57 años, una cifra que alarma a las instituciones comunitarias. 

Por eso, desde Bruselas se han marcado un objetivo ambicioso: duplicar el porcentaje de agricultores jóvenes antes de 2040, hasta alcanzar el 24%. Sin embargo, en territorios rurales del interior peninsular, como la provincia de Toledo, el desafío es aún mayor.

En ese contexto aparece Mario Selo, natural de Madridejos, un municipio donde la agricultura sigue marcando el ritmo de la vida local. A diferencia de muchos de sus amigos, que optaron por salir a estudiar o buscar empleo en otros sectores, él decidió continuar con la explotación familiar. No fue una decisión improvisada. Aunque cursó un grado superior en Mecatrónica Industrial, siempre tuvo claro que su verdadera vocación estaba entre viñas, olivos y almendros.

Salarios complicados y un trabajo duro

La finca que ahora gestiona está dedicada a cultivos leñosos tradicionales de la zona, junto a otros más recientes como el pistacho, que se ha convertido en una apuesta creciente en Castilla-La Mancha. Mario creció viendo trabajar a sus padres y abuelos, y desde niño aprendió las tareas básicas del campo: arar, podar, sembrar, abonar y recoger la cosecha. "Puedes estudiar lo que quieras, pero al final acabas volviendo a lo que de verdad te llena", ha explicado en alguna ocasión.

Eso no significa que el trabajo agrícola sea sencillo ni que garantice estabilidad. Mario es consciente de que el campo vive de ciclos y de factores que no siempre se pueden controlar. Hay campañas especialmente buenas, en las que los precios acompañan y la producción es generosa, y otras en las que los números apenas salen. “Para aguantar, muchas veces tienes que compaginar tu propia explotación con trabajos para otros agricultores”, reconoce. La diversificación, asegura, es clave para sobrevivir.

En términos económicos, su experiencia desmonta algunos tópicos. Aunque los salarios medios de los jóvenes entre 16 y 24 años en España rondan los 1.370 euros brutos mensuales, determinadas campañas agrícolas pueden igualar o incluso superar esa cifra. En la recogida de la aceituna, por ejemplo, “se pueden ganar unos 70 euros al día”, lo que equivale a más de 1.500 euros al mes durante ese periodo. No es un sueldo fijo, pero sí una oportunidad real de ingresos.

No todo es la voluntad, pero sí es importante

Uno de los mayores problemas con los que se encuentra es la falta de mano de obra joven. Para sus campañas, Mario intenta formar cuadrillas con personas de su edad, preferiblemente menores de 25 años. En sus primeros años logró reunir a su propio grupo de amigos, muchos de los cuales nunca habían trabajado en el campo. Para mostrar cómo es realmente esa experiencia, comenzó a grabarse durante las jornadas de trabajo y a compartir los vídeos en redes sociales.

Lo que empezó como algo informal acabó convirtiéndose en una herramienta inesperada. Bajo el nombre de usuario @agr.selo, Mario muestra su día a día como agricultor joven en Castilla-La Mancha: desde el amanecer en la finca hasta las tareas más duras y también las más gratificantes. Sus publicaciones se hicieron virales y le ayudaron a conectar con otros jóvenes interesados en el sector, aunque reconoce que siguen siendo una minoría. “Encontrar a alguien menor de 30 años dispuesto a trabajar en esto es complicadísimo”, afirma.

La historia de Mario Selo no es solo la de un joven que cambió de rumbo profesional. Es también el reflejo de un debate pendiente: cómo hacer atractivo el campo para las nuevas generaciones. Él lo tiene claro. Con esfuerzo, constancia y adaptación a los nuevos tiempos, la agricultura puede ser una opción de vida digna. Y, sobre todo, necesaria. Porque sin jóvenes como él, el futuro del campo queda seriamente en entredicho.