Ponen a la venta su piso y les cae una factura de 7.000 euros por un anuncio de lo más inocente
El mercado inmobiliario no está para bromas pero algunos ya ni se molestan en disimular. Les ofrecieron una “valoración sin compromiso” y acabaron atados a una exclusiva de un año con penalización incluida.

Hay ofertas que suenan demasiado bien como para que sean ciertas, y la que le hicieron a una pareja que paseaba por la calle en la ciudad de Pordenone, en el norte de Italia, lo era. Todo empezó cuando un simpático agente inmobiliario los abordó mientras caminaban y, entre charla y charla, les preguntó si conocían alguna vivienda en venta por el vecindario. Ya puestos, les ofreció hacerles una tasación gratuita de su piso. “Una simple estimación, sin ningún tipo de compromiso”, aseguró el profesional, según recoge Il Gazzettino. Ellos aceptaron. Lo que no sabían es que, al hacerlo, acababan de atarse de pies y manos a una exclusiva de un año con su agencia y a una penalización de 7.000 euros más IVA, incluso si no vendían la casa.
Ni subasta ni sorteo: solo bastaba con que la inmobiliaria pusiera en marcha la promoción del inmueble, es decir, que empezara a buscar posibles compradores de su piso, para que se active la cláusula del cobro. "Lo más grave es que no se trataba de una penalización por incumplimiento, sino de un pago que se exigía hicieras o no hicieras nada después de firmar”, ha advertido la asociación de consumidores ADOC, que ha asumido el caso.
Se arrepintieron… pero ya era tarde
Al poco de firmar, la pareja se lo pensó mejor y decidió no seguir adelante. Llamaron para cancelar la cita con el fotógrafo, que iba a preparar las imágenes para el anuncio, y para dejar claro que no querían vender. La respuesta fue tan tajante como legalista: ya era tarde. El contrato estaba en vigor y la penalización también.
A partir de ahí, llamadas, avisos y presión. El agente insistía en que debían pagar el 70 % de la comisión pactada, lo que sumaba más de 7.000 euros con impuestos. La pareja intentó ejercer su derecho de desistimiento, el que permite anular un contrato en los 14 días siguientes si se ha firmado fuera de un local comercial. Pero la agencia ni se inmutó. Ni respuesta ni excusas.
Fue ADOC quien acabó mediando y logrando paralizar el cobro. El caso, según ha contado la asociación, no es aislado. Han empezado a detectar un aumento de episodios similares: contratos camuflados entre papeleos, valoraciones gratuitas que luego no lo son tanto y cláusulas que obligan a pagar incluso cuando no hay compraventa. Y casi siempre lo mismo: “todo parecía informal” hasta que llega la factura.
De la trampa inmobiliaria a la estafa en Facebook
No es el único episodio surrealista que se ha vivido en Pordenone. Otra pareja, esta vez en busca de piso de alquiler, publicó un anuncio en Facebook y fue contactada por una mujer que aseguraba tener justo lo que buscaban. Describió la casa con pelos y señales: ubicación, distribución, incluso una tarjeta para aparcar. Todo parecía en orden. Solo que no lo estaba.
La mujer les pidió dos transferencias por un total de 1.200 euros y prometió enseñarles el piso. El día de la visita desapareció. Móvil desconectado, perfiles borrados y, en la dirección facilitada, solo había una consulta médica. No un piso. El caso ha acabado en comisaría, con denuncia incluida. Tras contarlo en redes, otras personas han salido contando lo mismo: misma historia, misma cantidad, mismo modus operandi.
