Sebastián dice 'basta' a la albañilería y el joven va al campo: "En obra ganas 1.500 euros, en el campo 2.500 sin ser tan duro"
"Como tengas mala suerte y pierdas la cosecha, lo pierdes todo”.
Cada vez más jóvenes ven en el campo una alternativa real a empleos precarios o físicamente extenuantes. Uno de ellos es Sebastián, un joven español que decidió abandonar la construcción para dedicarse a la agricultura, un giro laboral que, según cuenta a El Español, le ha permitido ganar más dinero y llevar un ritmo de vida más sostenible.
Durante años, Sebastián trabajó entre obras, hormigón y andamios. El sueldo era fijo, pero el desgaste físico era brutal. “En la obra puedes ganar unos 1.500 euros, pero en el campo, si tienes una buena cosecha, mínimo los 2.500. Y sin ser tan duro físicamente”, explica. Su comparación es tajante: “Ganar 1.500 euros en la obra es más duro que ganar 2.500 en el campo”.
Ese contraste fue clave para plantearse un cambio de rumbo. Tras probar otros empleos, la agricultura empezó a parecerle una opción más lógica, rentable y compatible con su salud a largo plazo.
Una transición con dudas
El salto al campo no fue automático. Sebastián reconoce, que dudó antes de invertir tiempo y dinero en un sector tan dependiente del clima. Pero encontró un punto fuerte que fue la agricultura bajo invernadero.
“Si tienes bastante terreno, puedes ir rotando: mientras una finca cría, en otra recoges. Así siempre tienes actividad y algo que vender”, comenta. Para él, la clave está en diversificar y planificar, algo que en la construcción no depende tanto del trabajador, sino del mercado. Hoy compagina un empleo matinal con la gestión de la finca familiar por las tardes. Su objetivo es “montar un invernadero y dedicarme más de lleno”.
Ventajas y riesgos del campo
Aunque Sebastián gana más dinero en la agricultura, no oculta la parte menos agradable. El calor extremo, sobre todo en verano, y la incertidumbre hídrica son dos de los grandes enemigos. “En verano se pasa mucho calor, y en el invernadero todavía más”, dice a El Español.
También la inversión en infraestructuras es un factor a tener en cuenta. “El metro de invernadero está a 1,5 euros y te dura tres o cuatro años. Como tengas mala suerte y pierdas la cosecha, lo pierdes todo”, advierte. Una mala campaña puede arrastrar las cuentas, pero aun así asegura que el desgaste es mucho menor que en la obra.
A pesar de las dificultades, Sebastián valora el control que ahora tiene sobre su tiempo y sus ingresos. La autonomía laboral es, para él, un beneficio incalculable. De hecho, este estilo de trabajo permite vivir con menos estrés, mayor estabilidad emocional y la sensación de que su esfuerzo repercute directamente en su propio futuro.