Tiene el nombre más largo del mundo: 2.253 palabras que le han costado una batalla legal y casi 200 euros para registrarlas en papel
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Tiene el nombre más largo del mundo: 2.253 palabras que le han costado una batalla legal y casi 200 euros para registrarlas en papel 

Nadie había tenido una idea tan ¿descabellada? nunca para autodenominarse.

Un juez dicta sentenciaGetty Images

Para la mayoría, decir su nombre es cuestión de segundos. Para Laurence Watkins, en cambio, supone una prueba de resistencia: necesita unos 20 minutos para recitarlo entero. En su primera boda, en 1991, el oficiante tuvo que grabarlo previamente para no agotar a los invitados, que esperaron con una copa en la mano hasta que el interminable listado llegó al "sí, acepto".

Watkins, un exguardia de seguridad de 60 años nacido en Auckland (Nueva Zelanda) y residente en Sídney, ostenta ahora el récord Guinness del nombre personal más largo del mundo, con 2.253 palabras. El título, que ya había obtenido en 1992 bajo la categoría de “nombre cristiano más largo”, fue recientemente reclasificado tras una nueva revisión del registro.

Su obsesión comenzó de niño, fascinado por los récords que veía en "Ripley’s Believe It or Not!" y en el propio libro Guinness. Admiraba a los más rápidos, altos o fuertes, pero asumió pronto que él no destacaría por habilidades físicas. Así que decidió hacerlo por pura inventiva: "Como persona normal sin talentos especiales, pensé que mi mejor opción era crear el nombre más largo del mundo", explicó a CNN.

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El proceso fue tan meticuloso como extravagante. Inspirado en nombres antiguos, diccionarios maoríes, personajes célebres e incluso nombres de bebés de una biblioteca local, Watkins llenó seis páginas con más de dos mil nombres: algunos maoríes, otros samoanos, japoneses, chinos o ingleses. También incluyó homenajes curiosos, como “Gaylord”, por el gimnasta estadounidense Mitch Gaylord, y un nombre alfanumérico, “AZ2000”, símbolo de su colección “de la A a la Z”.

Registrar aquel nombre no fue fácil. El Tribunal de Distrito de Auckland aceptó su solicitud en 1990, pero el Registro Civil la rechazó, obligándole a acudir al Tribunal Superior. Ganó el caso, y dos años después Guinness reconoció oficialmente su récord. La hazaña le costó unos 400 dólares neozelandeses —casi 200 euros— y una paciencia de hierro.

Hoy, su nombre ocupa siete páginas en el certificado de nacimiento y llegó a requerir un pasaporte de seis. En la práctica, usa solo “Laurence Alon Aloy Watkins” o firma como “Watkins V”, abreviando una identidad que, por ley, ya sería imposible repetir. Tras su caso, Nueva Zelanda endureció la normativa: ahora los nombres no pueden contener títulos, símbolos o más de 70 caracteres.

Lejos de arrepentirse, Watkins asume su rareza con humor. “Si cambiara mi nombre otra vez, tendría que borrar el 98% de él. Y perdería mi récord”, dice. Y aunque muchos no entiendan su extravagancia, su decisión dejó una huella tan peculiar como permanente: nadie más podrá tener un nombre tan largo en su país.

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